Capítulo 60

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Giro la llave en el cerrojo y entro a mi casa al mismo tiempo que sonrío al oír el bocinazo que Nate da a modo de despedida.

Mi sonrisa se expande al entrar en el salón comedor y ver a mi hermana Chloe sentada junto a mi padre ojeando una revista.

—¡Chloe! –digo a modo de saludo.

Ella olvida la revista y se levanta para abrazarme. —¿Cómo estás, peque?

Sonríe y entrecierra sus ojos al verme con detenimiento.

—¿Qué sucede? –pregunto mirando mi cuerpo hacia abajo. —Estoy genial.

—Ya veo.

Saludo a mamá y papá y subo las escaleras para liberarme del peso del trabajo. Busco unos shorts cómodos en mi armario y tomo de mi bolso de mano la camiseta que Nate me dio.

Piensa en mí...

Gimo a boca cerrada cuando inhalo el delicioso aroma de mi novio, el cual también tengo grabado en la piel.

—¿Qué estás haciendo? –me giro asustada al oír a Chloe.

Ella está en la puerta, de brazos cruzados y con una sonrisa burlona en su rostro. Ella entra y se detiene a mi lado.

—Nate me dio su camiseta. –respondo.

Ella hace un mohín que al mismo tiempo se mezcla con una sonrisa.

—Creo que te ha dado más que su camiseta. –me guiña el ojo.

Frunzo el ceño.

—¿De qué hablas?

Chloe pone los ojos en blanco y suspira con frustración.

—¿Crees que no me he dado cuenta de que ya no traes tu carnet de virginidad contigo?

Mi boca se abre con sorpresa y miro hacia el pasillo ya que la muy tonta de mi hermana ha dejado la puerta abierta.

—Habla más bajo, maldita sea. –camino hasta cerrar la puerta y es entonces cuando Chloe comienza a dar gritos ahogados y se cubre la boca con las manos, llena de emoción.

—¿Cómo es que tú...? –dejo la pregunta en el aire cuando ella se sienta en el borde de mi cama.

—¿En algún momento del día te has visto en el espejo? Tu piel, Du, luce como si fuera de porcelana y tus ojos... Demonios tus ojos brillan como si fueran dos linternas.

Carajo. No he tenido tiempo de hacer eso en todo el día. Lo habrán notado los demás aparte de mi hermana?

Stella. Oh, carajo. Ahora recuerdo que ella me miró de una forma extraña cuando nos encontramos en la barra del club esta mañana.

Santo cielo.

—¿Qué tiene de malo, Rue? Es sexo. No te avergüences.

Siento mis mejillas arder. No quería que nadie lo supiera aparte de Nate y yo. Es algo nuestro.

—¿Cómo fue? –pregunta y coloca los codos en sus rodillas y las manos bajo su barbilla.

Al carajo con esto, de todas formas ella ya lo sabe. Es mi hermana y ya no puedo quedar más avergonzada.

—Increíble, Chloe.–-camino hacia mi cama y me siento a su lado. —No puedo describirlo con palabras ya que me sentí como en el cielo. Las dos veces.

—¡¿Dos veces?! –pregunta frunciendo el ceño.

Asiento con la cabeza. —Esta tarde en su departamento lo hicimos de nuevo.

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