VI

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Cuando llego al trabajo mi jefe inmediato está hablando acaloradamente por teléfono. Me sitúo delante de él y retiro mi saco y mochila revelando el uniforme con el logo de la tienda bordada en mi camiseta de algodón y tomo su lugar detrás de la caja.

—¿Listo? —La voz de excéntrico acento de Christopher llega hasta mis oídos tan pronto despega el teléfono de su oreja.

—Síp.

—Pues lo de siempre —me dice enumerando con los dedos de una mano—: revisas la caja, rellenas los estantes, cambias las etiquetas y... ya llegó la mercancía. Ya hice una parte, el día ha estado tranquilo así que no hay mucho trabajo además de eso.

—Lo tengo —acredité terminando de revisar el dinero en la caja.

—De acuerdo. Te dejo, hermano. No es fácil tener una esposa embarazada esperándote en casa —Y lo sabía por la forma en que forzaba su sonrisa y arqueaba las cejas pidiendo auxilio, sonreí por eso—. Cualquier cosa llámame.

—Lo haré.

—Nos vemos mañana, Lee —se despidió dándome la espalda tomando rumbo a las puertas de entrada y supe que era tiempo de hacer mi trabajo.

La llegada de mercancía podía ser un martirio para empleados de tiendas grandes, pero yo prefería meterme en la bodega a desempaquetar cajas a tener que interactuar con los clientes.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora