Manon

LV

El sudor derramado sobre el escenario lo valió al recibir aquella acalorada oleada de vítores y ovación de pie. En la helada y mítica temporada de invierno se presentó la célebre obra El Cascanueces en la casa de Seoul Royal Academy, obra en la que se me dio la oportunidad de interpretar el papel del príncipe cascanueces por primera vez en la élite juvenil. Compañías importantes y reconocidas del mundo de la danza fueron invitadas al evento, la que más destacaba de ellas fue el Ballet de Vaganova, cuyo representante, Alexey Nokilay Nóvikov, me invitó a charlar después del show en un restaurant-bar de la zona.

En la acera, esperando la señal de cruce, envié un mensaje a mis padres avisando que tardaría un poco en llegar al restaurante con ellos, pero que fueran ordenando por mí, en eso Hyun Jin se situó a unos pasos de mí en el mismo lado de la parada.

—Felicidades príncipe cascanueces, diste un espectáculo despampanante esta noche —habló sobre el silbido del viento. Ninguno de los dos nos dirigimos directamente la mirada.

—Gracias.

Así han sido mis respuestas con él desde siempre, no rebasan las dos palabras en encuentros innecesarios.

—Claro, si no hubiese sido por la mano de alguien no habrías llegado ni a ser uno de los ratones —le escuché decir en un murmullo.

—Ten cuidado, los tuyos podrían escucharte hablando mal de ellos.

—¿Tan gracioso te crees, descarado? —De reojo lo vi girándose en mi dirección.

—Me gané el papel que merezco.

Los autos dejaron de circular.

—Claro, privilegiado —decía con alegre amargura y me pisé el asfalto—. Sigue presumiendo por ahí que tienes un talento innato mientras que los que sí nos esforzamos nos rompemos la espalda para recibir un papel mediocre cuando merecemos lo que trabajamos a diario y se nos es arrebatado por un lamebotas.

Giré al cuerpo hacia él.

—Entonces demuestra que tienes más que una cara bonita —fue mi útlimo enunciado hasta que un destello del otro lado me cegó la vista.

—¡Min Ho!