XLVII

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Cuando abro la puerta la casa está totalmente oscura. Dejo a Ji Sung pasar primero.

—Lamento recibirte cuando ya todos se fueron a dormir.

—Descuida, no pasa nada —Observa con detenimiento cada rincón de la casa aunque esté a oscuras, veo sus ojos pasearse por la vitrina de botellas de licor de mi papá frente a la mesa del comedor, por los sofás de la sala hasta el librero junto a la televisión—. ¡Tienes un gatito! —exclama en un susurro inclinándose a acariciar al felino a sus pies, pero el gato inmediatamente escapa— Oh, esto es triste.

—Su nombre es Soonie —le digo cerrando la puerta.

—Soonie, qué lindo.

—Ven —indico llevándolo de la mano a la cocina, enciendo la luz invitándolo a que se siente en la isla, sin esperar que se sentiría sobre la isla de la cocina. Sigo con lo mío, saco un bote de un litro de helado de queso y zarzamoras de la nevera dejándolo en sus manos.

—Eh, es el sabor que me gusta.

—Buen provecho.

Por último le tiendo una cuchara viendo su rostro iluminarse, podría verlo todo el día con esa expresión en el rostro y no dejaría de derretirme el corazón.

—Esto ni siquiera está empezado —detalla al abrir la tapa. Me situo al lado de él recargando un brazo en la isla viéndolo comer y murmurar con la garganta lleno de satisfacción—. ¿Tú no quieres? —Nego con la cabeza.

—Ya es muy tarde.

—¿Y eso qué?

—Ahora no, Ji Sung.

—Vamos, sólo poquito, no te hará daño si lo haces una vez a la semana —río en el momento en que dirije la cuchara a mi boca acompañado de efectos de sonido de avión hechos por él mismo—. Abre la boquita. Ah... —Me doy por vencido y dejo que me alimente con helado recibiendo un pico en los labios después. Terminando en la cocina lo llevo a mi habitación— Wow, qué honor entrar a tu santuario —comenta viéndome una vez para devolver la vista a los pósters colgados en mi pared sobre artistas y otro tipo de cosas que tengo desde hace años, luego toca cada cosa que ve sobre mi escritorio o la cómoda de ropa donde tengo esferas de nieve y libros, por último viaja su vista hacia los cuadros que tengo otra de las paredes. Marcos de fotos de la escuela, graduaciones y presentaciones que valen tanto para mí.

—Solíamos ser compañeros en la escuela —menciono detrás suyo.

—¿En serio? No lo recuerdo.

Camino a él y envuelvo mis brazos a su cintura colocando mi mentón en su hombro.

—Este eres tú —Señalo una de las fotografías grupales de la primaria donde justamente está un Han Ji Sung castaño y de siete años esbozando una gran sonrisa.

—Qué feo, no lo mires —dice tapándose en la fotografía. Río con él y aprieto mi abrazo meciéndolo inconscientemente. Su cabeza está sobre la mía, siento un calor somnífero arrullándome aun siendo él el que se encuentra en mis brazos.

—Me gustas desde ese entonces —murmuro con los ojos cerrados, creo que mi corazón le está golpeando en la espalda.

—Qué buenos gustos —Le doy un leve empujoncito por su payasada y lo suelto sin borrar la sonrisa.

—¿Necesitas que te preste algo para dormir? —pregunto dirigiéndome a la cajonera a buscar pantaloneras o cualquier cosa con la que duerma cómodo— Tal vez te quede grande, pero lo puedes ajustar si quier...

No me dio tiempo de terminar cuando ya se había quitado toda la ropa a excepción de la camisa y los calzoncillos de licra y tomó lugar boca abajo en el medio de la cama. Una pequeña sonrisa quería escapar de mis labios. Me dirijo a la cama y me hago un lugar entre sus piernas. Tiene los ojos cerrados ya y las manos bajo la almohada, el cabello rubio esparcido fuera de su rostro, el gesto sereno y un rítmico respirar, todos los elementos juntos le dan un semblante tibio, dulce, angelical. Me llena el pecho enternecido, pero luego bajo la vista por su espalda viendo su suave y acaramelada piel sobresaliendo por el borde levantado de la camisa y un poco más abajo a su redondo y firme trasero.

Mi mano se posa sobre uno de sus glúteos antes de que lo pudiera pensar. Siento lo tersa y cálida que es su piel descubierta por la tela y doy un apretón, no obtengo reacción, entonces cuelo mis dedos por debajo de la licra. Separo el glúteo apretando un poco más fuerte y después llevo mis dedos a su esfínter anal, comienzo a rodearlo obteniendo finalmente un murmullo, introduzco los dedos de poco en poco recibiendo ahora un jadeo. Ji Sung se sostiene de los antebrazos elevando de a poco el trasero, lo que me permite empujar los dedos para acariciarlo a sus adentros. Su espalda sube y baja en ritmo de su respiración y crea movimientos vasculares con la cadera. Ya estoy asquerosamente duro.

Saco los dedos y para el segundo siguiente ya nos estamos quitando toda la ropa. Me coloco sobre él yendo directamente a devorar sus labios, su lengua juguetea con la mía y gime en mi boca, me tiene sujetado por la cabeza y el cabello. Mi cuerpo está en llamas sobre el suyo. Lo siento acariciar mi espalda cuando bajo por su mentón a su cuello, respiro su aroma concentrado en ese punto con deleite y saboreo chupando en cada esquina, llega el turno de su pecho y esta vez me dedico en succionar y lamer sus erectos pezones, no dejo de bajar por su abdomen, cuando me encuentro con su región pélvica mi boca engulle todo lo que encuentra a su paso mientras que con las manos le acaricio con suavidad los oblicuos. Han, te tengo tan sumiso a mí y eso me vuelve loco.

Alza unos de sus piernas sobre mis hombros y entonces me incorporo, sujeto su muslo con una mano y con la otra alineo el pene a su entrada y me introduzco en él alargando un gemido. Y lo embisto, lo embisto y oh, está tan delicioso por dentro.

—Lo estás haciendo bien, lo estás haciendo muy bien —lo oigo decir entre jadeos y planto la mirada en él—. Más rápido. Más rápido, más rápido —Acelero provocando a la cama crujir y golpearse contra la pared—. Así. Así, Min Ho, no pares —Aprieta los ojos con la boca enteramente abierta y los músculos de los brazos tensos, sus manos aferradas a las sábanas—. No pares —Cada sonido que emite es hermoso, es abrumador, me saca de quicio—. No pares.

Han Ji Sung, eres extraordinariamente hermoso.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora