LXXVIII

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Abro la boca en grande y se me es tanteada la lengua con un palito de madera.

—No estás inflamado, lo que es una buena señal —dice el médico sacando el palito—. Permítame el termómetro, por favor —De debajo de mis ropas saco el aparato que se me fue puesto bajo la axila minutos atrás y se lo tiendo al doctor—. Treinta y ocho punto cinco grados centígrados...

—¿Eso es... malo? —cueationa Ji Sung desde su silla frente al escritorio del consultorio.

—Ciertamente es fiebre. Tus bronquios se escuchan bien y no tienes la laringe inflamada, no presentas síntomas de migraña ni de ninguna infección, sin embargo, tu glándulas salivales no están produciendo la cantidad de saliva que es común. Insolación, tu temperatura aumentó por haber estado tanto tiempo en un lugar, un ambiente caliente, al que no estás acostumbrado. Esto seguramente, y estás deshidratado.

Insolación.

Solamente el cascarón está afectado.

»Voy a recetarte un antitérmico que puedes comprar en la farmacia justo al lado, también te recomiendo que bebas muchos líquidos, puedes comprar sueros con electrolitos ahí mismo.

—Ji Sung, ¿puedes ir a comprarme una botella de agua? Mi billetera está en la chaqueta.

—Sí.

Toma la billetera de donde indiqué y salió del consultorio. Bien, necesitaba que se fuera.

—Doctor.

—¿Sí? —llamo al médico quien se halla transcribiendo la receta médica sobre el escritorio. Me bajo de la camilla.

—¿A qué se deba que tenga alucinaciones?

—¿Has tenido alucinaciones? —Asiento— Pueden ocasionarse por la misma fiebre.

—Alucinaciones frecuentes.

—Frecuentes... ¿Desde hace cuánto has estado presentando alucinaciones?

—Dos... Tres meses.

—¿Consumes drogas con regularidad?

—No.

—¿Presentas algún trastorno psicológico?

—No.

—¿Practicas algún deporte? ¿Estudias, trabajas, perteneces a un club que requiera destreza física o mental?

—Trabajo en una tienda conveniencia; y soy bailarín de ballet. Tengo una presentación en un mes —digo aun así.

—¿Qué tipo de alucinaciones frecuentas?

—Escucho y veo cosas. Quiero pensar que son simples pesadillas, pero se manifiestan de forma tan... Podría jurar que son reales.

—No te angusties, muchacho. Te voy a decir algo, no me pertenece a mi área, pero sé algo. Existe una teoría llamada “discriminación metacognitiva” que cita que un individuo es incapaz de diferenciar la realidad de la imaginación y es por eso que se produce el fenómeno alucinatorio, una de las causas que las activan son el exceso de estrés.

—No. Doctor, esas cosas le hicieron algo a mi gato, me están haciendo daño a mí.

—Chico...

—¿Qué si luego quieren hacerle daño a mi novio?

—Tranquilo —El médico me toma por los hombros y los masajea en círculos—. ¿Dices que tienes una presentación pronto, no es así? El trabajo de un atleta es muy duro, yo lo entiendo, quizás esta presentación te está ofuscando de tal manera que no afecta sólo tu cuerpo, sino también tu mente. Bien dicen por ahí que la mente es muy poderosa, ¿no es cierto? —Asiento— Yo recomiendo que en algún momento que tengas libre lo utilices para relajarte: lee un libro, sal a pasear, sal con tu pareja, medita, mantén esa mente ocupada —Vuelvo a asentir—. En todo caso, si las alucinaciones persisten te recomiendo que acudas con un especialista. Puedo anotarte el número de algunos camaradas...

—¿Puede recetarme algo?

—Yo, uhm... Puedo. Puedo recetarte algún antidepresivo en tu nota.

—¿Algo para dormir?

—¿Insomnio? —Asiento con vigor, el médico suspira— Somníferos, siempre vienen con efectos secundarios.

—No importa.

—Ah, de acuerdo.

ManonWhere stories live. Discover now