LXIX

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El día de hoy llegó la persona encargada de confeccionar nuestros trajes a la academia. Es la fase de la temporada más divertida de las chicas del grupo ya que les encanta probarse los atuendos que van a usar, ahora me doy cuenta que Ji Sung también se vuelve loco por ello.

—¿Qué opinas? ¿Parezco galán del siglo dieciocho? —me dice vistiendo la camisa y el gorro de Edmondo.

—Qué guapo.

—Amigo, ¿qué dices si dejas a Manon y te invito una copa?

Río con soltura sintiendo la cinta métrica apretándome por el abdomen.

—Ciento dieciséis centímetros, subiste una talla, solías estar muy delgado —comenta la sastre.

Tch.

Subí de peso...

La señorita se va anotando mis medidas en su libreta y procuro no reír al ver a Ji Sung sacándole la lengua.

—No la escuches, para mí sigues estando igual de sexy.

—Gracias, eso me reconforta mucho.

Guiña un ojo hacia mí y sonrío.

—Voy a quitarme esto —anuncia y se da la vuelta yéndose a dejar la parte superior de su vestuario a la gabeta de la sastre.

Mientras tanto busco en donde sentarme, encuentro un lugar en un fila de sillas abandonadas, exceptuando por las prendas de los chicos arrojadas por su suerte y por Hyun Jin sentado en la esquina más lejana con la mirada en el suelo y la cabeza apoyada en el puño. No puedo creer que esté haciendo esto, pero voy a sentarme a su lado. De principio sólo tomo lugar en silencio, me extraña que ni siquiera reaccionara rodando los ojos como era usual.

—Hey —Mi intención no es provocarle por más que lo deseara.

—Hey —responde con la misma energía.

—Felicidades por obtener el papel de Lescaut.

—Gracias —Hwang Hyun Jin, ¿por qué luces como un muerto en vida?—. ¿Va todo bien con Han?

—Sí, bastante. Gracias.

Casi puedo decir que te extraño.

—Lamento lo de Yang Min.

—¿Uh? Oh. Está bien. No era buena para mí de todos modos. Mira a qué extremo llegué, tuve que tener sexo con Ji Sung buscando una excusa para terminar con ella, lamento que tengas que escuchar eso.

—Descuida... Uhm... Hyun Jin, yo te vi teniendo sexo con Ji Sung en las duchas.

—Lo sé, tú me dijiste.

—¿Te dije? —Volteo hacia él anonadado— No, no lo hice.

—Lo hiciste. Me llamaste hace un par de días, estabas ebrio o algo así.

Ah, mierda.

—Oh...

—Yang Min estaba conmigo, escuchó la llamada.

—Pero yo no tengo tu número.

—Por Facebook, me llamaste por Facebook —Asiente. Empujo la lengua en el interior de mi mejilla tratando de recobrar algo de entre mis lagunas de memoria.

—No tenía idea de que conocieras a Han, él se fue a Malasia como a los trece años.

—Ah, sí. Ingresó al grupo un año después de que te fuiste, nos hicimos amigos y luego se volvió a ir.

—Oh. Ya veo.

—Mhm...

Silencio. Nunca había llegado ha tener un momento de silencio tan largo con Hyun Jin, es un poco incómodo.

—¿Sabes? Extraño que nos peleemos —digo tratando de destensar el ambiente y lo logro por unos segundos hasta que veo su sonrisa pequeña de deformarse y empezar a temblar—. Hey, ¿por qué lloras? ¿También estás enojado porque volví a robarme todos los papeles?

—Hablaba en serio cuando te dije que me alegra que estés aquí.

—Oye... —No sé exactamente qué hacer al verlo derramar lágrimas, es tan extraño— No es tu culpa lo que pasó —alcanzo a decir en modo de consuelo. Niega con la cabeza.

—Yo vi el autobús y no te dije nada.

—Ninguno de los dos reaccionó, fue muy rápido.

Sorbió por la nariz. Dios, nunca me imaginé en esta situación con él.

—Sentí como si hubiese sido yo quien te arrolló.

—Hyun Jin...

—Sé cuántos años has estado en esto, sé cuan duro trabajaste y yo sólo tenía envidia de ti. Me pregunté cómo me sentiría si hubiese estado en tu lugar.

—Hey, basta —le hablo suave.

—Sentí como si te hubiese asesinado.

—Ven aquí —Me sorprende ser yo quien lo dice, y lo es aún más cuando lo atraigo a mí y le abrazo.

—En serio lo siento.

—Sé que lo haces —reconforto sobándole el hombro—, pero mírame, estoy aquí, estoy bien y tú también lo estás.

Nos tomó largos minutos volver a tranquilizarse. Hannie regresó en medio de esos minutos, en señas le dije que esperara y él confundido sólo retrocedió.

—Quería ir a visitarte al hospital.

—¿Lo hiciste?

Juega nervioso con sus dedos

—No, lo pasaba de largo. Me daba vergüenza hacerlo.

Río calmadamente revolviéndole los cabellos y le palmeo la espalda.

—Me habría gustado verte.

—¿En serio?

—Bueno, habría sido raro... pero sí.

—Debí hacerlo —Se restriega las manos por el rostro limpiando hasta la última de sus lágrimas—. ¿Puedo darte mi número?

Extrañado asiento.

—Claro —Saco mi teléfono y se lo tiendo listo para que marque su número en contactos.

—Si alguna vez necesitas hablar con alguien —Teclea su número—, o lo que sea, no dudes en buscarme.

—Lo haré —aseguro recibiendo mi teléfono de vuelta.

—Dejemos de odiarnos.

—Pero en serio extraño pelearme contigo.

—Sigue hablando, consentido.

—Te voy a enseñar, sin talento.

—¿En serio así eran nuestras peleas? Qué ridículo —Se levanta listo para irse.

No es tan malo como pensaba.

ManonWhere stories live. Discover now