XXXIV

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Observo el agua caer en las frías baldosas y su repiquetear es el único sonido que me rodea. Dejo que mis músculos se relajen e inhalo con profundidad. Suelo estar acostumbrado al silencio que ambienta el cuarto de las duchas del complejo una vez que todos se van, por lo que no me espero ser asaltado por las espaldas.

Me es difícil tener mi mente en otro lugar cuando todo lo que tengo es a Ji Sung mamándome la verga. Se me calienta el cuerpo entero de sólo pensarlo. Cada sonido retumba en mis oídos como si volviese a ese momento, recuerdo sus ojos cristalinos clavados en mí, tan oscuros. Llevo la mano a mi entrepierna. Cada palabra que me soltó, sus dientes mordiendo sus labios, su sonrisa. Todo de él se impregna a mí. Dejo escapar un suspiro. ¿Qué significó realmente para ti?

—Hey.

Pego un brinco y alcanzo a ver a Ji Sung colándose a mi cuadro por sobre el hombro, me giro rápidamente evitando que me vea.

—¿Qué haces aquí? —grazno alejándome lo más posible de su cuerpo, pero el espacio es tan chico que no puedo ir muy lejos.

—Mi ducha está rota —contesta.

Como si no hubiesen más duchas que usar.

No tengo idea de lo que hace, pero puedo suponer que está bajo el chorro de agua a juzgar por el sonido de las gruesas gotas cayendo al suelo.

¿Qué haces aquí realmente, Ji Sung?

Pienso en irme, pero sigo tan bloqueado que mis pies de no se mueven. Antes de siquiera pensar otra cosa, Ji Sung ya me había abrazado por la espalda, estoy preso en sus brazos, su presión es ligera y suave al igual que los besos que deja en mi cuello. Es delicado. Puedo sentir su miembro entre mis nalgas lo que hace mis glúteos contraerse débilmente. Sus dedos recorren con gentileza mi línea alba y bajan con lentitud en dirección a mi pubis, me sobresalto con ligereza cuando muerde el lóbulo de mi oreja y me tengo que obligar a apartarlo nuevamente.

—¿Qué haces aquí en realidad? —trato de decir con serenidad aun teniendo mi pulso como loco.

Sigo negándole la mirada y vuelvo al chorro de agua, puedo escucharlo tratar de articular una oración. Resopla una risa.

—Ya me estoy cansando de buscar una excusa para besarte, no quiero tener que buscar otra para estar así contigo —dice con desespero.

Me volteo solamente para encontrarme con su rostro ruborizado y una mirada lánguida que derrocha honestidad.

Ji Sung en serio quiere estar conmigo.

Me giro completamente, no tengo que dar más de dos pasos para lanzarme a sus labios. Me besa con urgencia y desesperación y hago lo mismo. La intromisión de su lengua y el vapor de la ducha me incrementan la temperatura, pronto siento un refrescante contrataste al ser pegado contra los azulejos de las paredes. Tengo que tomar sus manos cada que bajan por mis muslos y están por encontrarse con mis cicatrices, como no lo dejo opta por colarlas en mi entrepierna. Me está tocando con tanto esmero.

Hiperventilo incrustando los dedos en sus caderas, me hace gemir luego de enganchar una de sus piernas a mi cintura y restregar su duro miembro contra el mío, lo tengo jadeando abrazando mi cuello. En mi vida imaginé tener sexo con Han Ji Sung de esa forma, ahí mismo en las duchas, sin tiempo a hacer algo más una voz en los vestidores nos interrumpe.

—¿Hay alguien ahí?

De inmediato detiene sus movimientos e intento quedarme callado apaciguando mi respiración, voltea a verme y me palmea el pecho esperando a que diga algo.

—U-uh. Sí. Todavía me estoy duchando —respondo.

—Uh, bien. No quiero apresurarlo, pero el complejo está por cerrar.

—Sí. Sí, está bien, sólo un minuto.

—De acuerdo —Y se va.

Sus pasos resuenan por la habitación hasta reducirse a una nada. Sí, creo que ya se ha ido.

Suspiro de alivio dejando caer la cabeza en la pared, pero el momento no deja de parecerme embarazoso. Ji Sung ríe aún en mis brazos y recibo un pico de él en los labios.

—Terminaremos esto después —susurra en mi oído antes de marcharse.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora