LIII

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La combinación del sabor agridulce que la paleta Chupa Chups aporta a mis papilas gustativas me hace pasar un buen rato mientras Chan y yo hacemos inventario de la mercancía en la tienda. El hombre termina por marcar las cantidades de cada producto agrupado en su portapapeles y termino de contar el dinero de la caja con las ventas de hoy.

—Falta una botella de licor de las vitrinas.

—Esa te la llevaste.

—Ah, es verdad —Anota la cifra correcta sin dejar de mirar a la hoja—. Y tres cajas leche entera.

—Las tiré porque estaban vencidas, las desconté en el sistema.

—De acuerdo... Ah. ¿Qué es ese olor? —decía arrugando la nariz. Olfateo el aire, pero no noto nada extraño— ¿Cómo está el dinero de la caja?

—Exacto.

—¿Seguro que no falta nada?

—Está todo, y en el registro no hay muchas diferencias.

—Me están faltando como seis barras de chocolate, de esta caja que ponemos aquí enfrente.

Extrañado me saco la paleta de la boca y me inclino sobre el mostrador viendo la caja con las piezas ordenadas, como creo siempre verlas.

—No pueden faltar.

—Pues están faltando, pero no sobra dinero de los cortes —continua diciendo revisando las hojas impresas del registro en la computadora.

—No lo sé, tal vez un cliente se las llevó sin pagar, un niño, alguien...

—Min Ho, entiendo que estas cosas sucedan, pero llevas dos años aquí, esto no debería estar pasando.

—Lo sé.

—No te lo voy a descontar de tu sueldo porque son simples barras de chocolate, ¿pero que pasará el día que se llevan más de un botella de alcohol de la vitrina o te roben todo el dinero de la caja sin que te des cuenta? Sólo diré que nos perjudica a los dos.

—Lo sé, lo sé —Vuelvo a asentir.

—Ponte atento, si estás ocupado y llega un cliente inmediatamente deja lo tuyo. Debemos ser precavidos.

—Entiendo.

—Como sea, ya me voy a recoger a mi esposa de su examen médico. Hoy revelan el sexo del bebé —comenta con una deslumbrante sonrisa.

—Suerte.

—Gracias. Oh, y revisa de dónde viene el olor. Alguna máquina averiada, la ventilación, mercancía vencida, el baño, lo que sea, y me avisas.

—Lo haré —aseguro limpiando el desastre del mostrador.

—De acuerdo, hasta mañana.

—Hasta mañana.

Termino por formar una bola con el plástico de los empaques de agua embotellada y los boto en la basura junto con mi palito de paleta. De paso ojeo la lista de inventario que Chan dejó sobre la mesa y checo la mercancía faltante, trato de hacer memoria, rebusco en mis recuerdos alguna venta que no registré o algún posible sospechoso. Qué raro.

Enseguida voy a la bodega en busca de los utensilios de limpieza para asear el suelo cuando noto el olor extraño del que hablaba Chris antes. Es verdaderamente malo, no descifro qué es, pero es repulsivo. Me paseo por el cuarto moviendo cajas de paquetes de comida y cartones de jugo. La búsqueda se vuelve un frío y caliente haciendo utilidad de mi nariz como herramienta, mientras más intenso el olor sé que estoy más cerca. Encuentro un punto donde el olor se concentra de modo que me hace llorar los ojos. Muevo el escritorio hasta el final de la habitación levantando polvo y tierra, una oleada de moscas salta de su escondite en la esquina de la pared y entonces lo veo. Hay algo muerto ahí detrás.

Busco un par de guantes y un cubre bocas del baño y vuelvo hacia aquel rincón de la bodega, tiro del mueble hasta que el espacio es despejado y casi me doblo en una arcada. Es una rata muerta y ensangrentada en descomposición.

Min Ho: Hay una rata muerta en la bodega.

Chris: ¿Una rata? ¿De qué tamaño?

Min Ho: Es enorme.

Chris: Dios mío... Sácala de la bodega, llevaré trampas para mañana. Y no olvides checar que en las cajas no haya agujeros, si los hay las separas de las otras.

Min Ho: Okay.

Acato las órdenes de mi jefe y hago uso de una pala para meter a esa desafortunada amiga en una bolsa de basura y llevarla afuera, después de ello trato de limpiar la pared sucia y lo consigo luego de horas siendo interrumpido más de una vez por algún cliente. Para el final del día tengo escamas en las manos por las veces que utilicé ácido clorhídrico y jabón para manos. Finalmente me deshago del cubre bocas y arrojo los guantes usados a la basura.

—Hola, bebé.

Pego un ligero sobresalto y veo a Ji Sung del otro lado del mostrador ondeando su mano en modo de saludo.

—¿Cuándo llegaste?

—Acabo de llegar —En repuesta a su saludo me apoyo sobre el mostrador y le beso en los labios—. ¿Qué tal el día? ¿Tranquilón?

—Agotador, hoy hicimos conteo del inventario.

—¿Cómo hacen eso? ¿Puedes cobrarme una de estas? —En relación a su pregunta, señala hacia las paletas Chupa Chups sobre el mostrador que siempre compra.

—Claro —asiento e imprimo el recibo—. Uh... Básicamente es contar todo lo que hay en la tienda, hay un registro de la mercancía que llega cada mes y de lo que ya tenemos, se suma todo y vemos si coincide con lo que tenemos en físico.

—Soy muy malo en matemáticas, hyung. Todo lo que dices suena muy Einstein para mí.

—Einstein era físico.

—¡¿Usan matemáticas también, no?! —exclama y río por su exaltación— Min Ho, te quiero, pero no me dañes en el orgullo, ¿sí? —Finge un llanto con la mano en el pecho al estilo Magdalena y río nuevamente. Te quiero. Una etiqueta pegada a una barra de chocolate, barras de chocolate desaparecidas. No, Ji Sung no tomaría nada sin pagar, ¿cierto?— Me diste justo en el no-sé-cómo-me-gradué-de-la-primaria.

—Oye, bebé, ¿de casualidad no tomaste algo de aquí sin pagar? —interrumpo su diálogo con mi interrogante, de su parte recibo un confundido entrecejo fruncido.

—Tú siempre pagas por mí, cada que te ofrezco mis monedas las rechazas.

—Cierto, pero, no lo sé... pudiste haber tomado algo y olvidaste decirme.

—Pero siempre te aviso cuando quiero llevar algo.

—El otro día encontré una barra de chocolate en mi bolso, reconocí tu letra en el mensaje, son como estas —Señalo los empaques sobre el mostrador—, hicimos inventario y nos están faltando seis.

—Esas cosas las venden en cualquier tienda, yo solamente quería hacer algo lindo para ti. ¿Qué estás insinuando? ¿Qué te robé?

—No, no. Solamente digo que pudiste haber hecho algo por equivocación.

—Pudo haber sido cualquier cliente y pones todas tus sospechas en mí.

—¡Ji Sung, yo no sé lo que estás haciendo cuando no estoy! —No esperaba alzar la voz, pero al hacerlo se queda callado. Se saca la paleta de la boca y la tira en el cubo de basura tras el mostrador.

—Tienes razón —dice en voz baja y pega media vuelta rumbo a la salida.

Mierda, mierda, mierda.

Abandono mi puesto detrás de la caja y antes de que pudiera dar un paso más lo atrapo en un abrazo.

—Lo siento.

—No robé nada, Min Ho —susurra contra mi pecho.

—Lo sé, te creo.

ManonWhere stories live. Discover now