LXXXI

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—Hoy es el gran día.

—Hoy es el gran día.

Día cero.

El gran estelar de la obra.

Me levanté temprano ese día, estiré cada vértebra de mi columna y tomé una ducha antes de sacar a Han de la cama. Este día es uno de los más atareados y emocionantes, Manon será presentado en la casa de la Academia Real de Seúl y después de tres años puedo pisar el escenario de nuevo. La vida me ha dado una segunda oportunidad.

—¿Crees que mis padres vayan a vernos?

—Tienen que ir, esas entradas no son nada baratas.

El ensayo general y los preparativos darían comienzo al punto del mediodía, pedí ese día libre en el trabajo e inclusive invité a Chan a asisitir y dijo que haría lo posible por llegar temprano.

Las últimas semanas Ji Sung y yo habíamos llegado a un acuerdo en que él cocinaría en el día y yo haría el trabajo de la lavandería —porque él detesta hacerlo—, entonces esa mañana él fue el encargado de preparar el desayuno y yo de alistar nuestros bolsos para irnos a la compañía.

—¿Preparo la mesa?

—Sí, ya voy para allá.

Le beso cortamente en los labios y pellizco su nalga antes de llevarme los platos y cubiertos a la mesa recibiendo un quejido de su parte.

Él también era el encargado de darme mi medicamento. Era como si estuviésemos casados ya. Poniendo la mesa le miro de reojo de vez en cuando cuestionándose cuál era cuál, leyendo y releyendo las cajas, sacando y metiendo botellas de los gabinetes, arrojando las píldoras a la basura...

¿Qué...?

Le veo reemplazar las píldoras del vaso por otro par que no estoy seguro que sean, me volteo cuando noto que está por salir de la cocina. ¿Por qué está cambiando la medicina? ¿Qué es lo que está haciendo? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué es lo que me está dando?

En mi vida me había sentido tan... traicionado.

Finjo que estoy revisando los mensajes en el teléfono y él deja los platos en la mesa.

SinTalento: ¿Listo para hoy? Lee Min Ho está devuelta al ruedo.

Vuelve con un vaso de agua y deja la pequeña copa con las píldoras cambiadas en la mesa. Me besa la cabeza antes de sentarse.

—Come, no dejes que se enfríe —El día que fui arrollado un destello me cegó—. ¿Min Ho? —Es como si hubieses estado del otro lado del camino.

—¿Qué es eso?

—Tu medicamento. Tómalo.

—Te vi cambiando las píldoras.

—Son las mismas de siempre.

—Las arrojaste a la basura.

—Come de una maldita vez.

—¿Por qué las cambiaste?

Resisto, no quiero sentir mi corazón herido.

—No las necesitas.

—Las necesito.

—No es verdad.

—¡Las necesito!

—¡Tú-no-las necesitas! —exclama pausado— No estás enfermo.

—Me hiciste creer...

—Nada. No te hice creer nada porque tú estás bien. Sí, cambié las píldoras —Me interrumpe antes de que hable—, y mírate, estás bien aun cuando tu cerebro pensaba que estabas tomando las correctas.

—Me mentiste.

—Apúrate, se nos hace tarde —Se levanta de la mesa y tengo que seguirlo para que no evada la discusión.

—Estuve confiando en ti todo el tiempo.

-Vístete, toma tus cosas.

—Te di todo y me respondes así.

—Yo nunca te pedí nada.

—¿Por qué lo hiciste? —Intento tomarlo del brazo y entonces se voltea.

—¿Por qué? ¿Quieres saber por qué? Porque eres un maldito necio. Estoy harto. Te he estado presionando para que sigas, pero lo único que haces es retenerte, dices que puedes hacerlo cuando eres débil. Eres una maldita piedra. Hasta una rata merece el papel que se le fue dado a un bailarín tan mediocre.

Lo abofeteo.

Ni siquiera lo pensé antes, sólo...

No, ¿qué estoy haciendo? Yo no...

—Han... —Me está temblando la mano.

—No me toques.

Pasa de mí y rápidamente le alcanzo por el brazo.

—Han.

—Estoy tan malditamente cansado de ti —Me señala con el dedo—. ¿Qué más tengo que hacer? Dime. ¿Qué más tengo que hacer para que veas que no eres capaz de hacer las cosas? —En el espejo detrás de él no es a Ji Sung a quien veo. Me manda esa arrogante, demente y puñetera sonrisa— ¿Qué más debo de hacer para verte derrotado?

Ya había acabado contigo.

Tomo a Ji Sung por los hombros y lo empujo hasta que su espalda choca con el espejo rompiéndolo en pedazos. Gime de dolor por el impacto. Han... Voy hasta su lado. Dios, esto está tan mal. Me acerco para ponerlo de pie y al tender la mano recibo un rasguño en la palma con un pedazo de espejo. Retrocedo quejándome del dolor, al ponerse de pie me patea el estómago y su puño en mi mandíbula me derriba al suelo. Tengo los ojos llorosos y me falta el aire.

Reacciono lo suficientemente rápido cuando lo tengo sobre mí y le doy la vuelta por el suelo estrellando su cabeza contra éste, le pego un puñetazo en la nariz, él me devuelve una bofetada y toma ventaja de mi distracción para sacarme de encima suyo. Forcejeo contra él y lo lanzo fuera de mi cuerpo. Al ponerme de pie él ya me está lanzando contra una encimera, grito de dolor al sentir mi columna partiéndose por mitad, creo tomar una estatuilla del mueble y le golpeo la cabeza con eso. Trastabilla hacia atrás y aprovecho para taclear su cuerpo con intención de empujarlo, pero terminamos por caer en la mesa rompiendo todas sus patas.

Hiperventilo, tengo el cuerpo tan adolorido. Han me quita de encima suyo haciéndome caer a su lado, la espalda me mata. Nuestra ropa se ha cubierto de la comida de nuestros platos, los vasos y platos se han roto, en nuestros cuerpos yace la sangre del otro. Me queman los nudillos. Lo veo levantarse de mi lado con dificultad y se pone de pie, cojeando se retira.

ManonWhere stories live. Discover now