XLVIII

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El chapoteo del grueso chorro de agua de la ducha y una voz cantarina son los protagonistas que toman lugar en el sepulcral silencio entre mis padres y yo en la mesa de comedor, se escucha incluso las botellas de champú chocando contra el piso y con ello sólo recibo una mirada extrañada por parte de ambos.

—Cariño, uh... ¿Quién está en nuestra ducha? —pregunta mi madre.

—Un amigo —contesto de prisa.

—¿Tus amigos te suelen pedir que no pares? —interfiere mi padre mezclando su taza de café con una cuchara.

—¡Hyuk! —le regaña mi madre y después voltea en mi dirección— Lo que queremos decir es que no hay problema si inicias tu vida sexual, pero podríamos decirnos, ¿sí? Somos tus padres, puedes hablarnos de cualquier cosa —simpatiza con una sonrisa. Asiento a sus palabras, pero eso no cambia lo avergonzado que estoy por habernos escuchado anoche.

Revuelvo el arroz y las piezas de huevo hervido en mi plato con los palillos torciendo ligeramente la boca hasta que siento un par de brazos rodearme los hombros y un corto y fresco beso en la mejilla. Ji Sung ya se encuentra abajo con el cabello húmedo, vistiendo los pantalones cortos y la camisa dos tallas más grandes que le presté y con toalla en el cuello. Un carraspeo de garganta por parte de mi madre fue lo que volvió a llamarme la atención.

—Uh. Mamá, papá, él es Han Ji Sung.

—Un gusto, lindo. Ahn Chae Young.

—Lee Min Hyuk, es un placer.

—Lo mismo digo —responde con un ligero asentamiento de cabeza y lo invito a sentarse.

—¿Qué tal tu noche? ¿Dormiste bien?

—Creo que tuvo una muy buena noche.

—¡Hyuk! —Mi madre le reprende golpeándolo por el hombro.

—¿Por lo menos usaron...?

—¡Papá, ya!

—Estoy limpio, lo prometo.

Han, por favor. Quiero morir.

—Perdónalo, Sungie, entiendo si ya no quieres volver a nuestra casa —decía con una mirada feroz a mi padre.

—¿Cómo no seguirá volviendo? Disculpa la pregunta, ¿pero ustedes dos están saliendo?

—Uh...

—Llevamos un día —contesta.

A veces eres muy honesto.

—Pero nos conocemos desde antes —repongo.

—Sí —dice enseguida—, desde... la primaria —responde viéndome, me es imposible no esbozar una sonrisa.

—Y pertenecemos al mismo grupo en la compañía.

—¿De veras? Qué lindo, eso es excelente —exclama mi mamá.

Veo a Soonie merodeando por debajo de la mesa, ve que mi atención fue dirigida a ella y escapa.

—¿Es algo así como algo... oficial? —vuelve a interferir mi padre con un gesto de manos.

¿Oficial? Mis nervios están en punta. Miro a Ji Sung luego de la pregunta, y me relaja toparme con una tierna sonrisilla. Le acaricio uno de sus muslos.

—Sí.

—¡Dios mío! Mi hijo en serio vio algo especial en ti, por lo usual no sale con nadie.

Sí. ¿Ya terminamos de exponernos en público?

Escucho a Hannie reír a mi lado.

—Bueno, ya que quedó confirmado, ¿qué dices de invitar a tu novio a la fiesta que la compañía hará por su aniversario número cincuenta y siete? Este sábado.

Mis cejas se alzan en asombro no esperando aquella petición.

—¿Quieres ir?

—Si no molesto —Se encoge tímidamente de hombros.

—Para nada —dice mi madre—, siéntete cómodo. Nuestra casa es tu casa.

—Se lo agradezco.

Mi casa es tu casa, Han. No me molesta que seas parte de mi hogar.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora