XXXVIII

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Me eriza la piel el oírte entonar un tembloroso gemido. Jadeo al degustar tu interior, tan caliente y húmedo. Te sientas por completo en mi pelvis y apoyando las manos en mi pecho empiezas a moverte, comienzas con un lento vaivén en círculos, tienes los ojos cerrados y la boca semiabierta. Mi diafragma sube y baja bajo tus manos, me tienes tan prendido a tu dulce imagen. Exhalas un jadeo y formas una abierta sonrisa.

—Buen tamaño —me dices provocando que mi miembro se tense dentro tuyo.

Me estoy desmoronando en un ardor insufrible, cerrar los ojos sensibiliza cada exquisita sensación, pero verte y escucharte me hace perder el sentido. Viéndome paseas las manos de atrás hacia adelante por tus caderas apoyándote en mí de nuevo, sólo atino a encajar las uñas en tus muslos haciéndome de los escalofríos que me provocas. Tus movimientos cambian y te meneas sobre mi cuerpo formando una tersa y sensual ola con el tuyo, haciendo que el chicloso sonido de nuestros genitales chocando inunden la atmósfera.

Tus murmullos me derriten, mis músculos se contraen cada que aprietas con esmero. Quiero respirar de ti, amarte bajo la piel. Dejo de decretarme cuerdo a tu causa, Han Ji Sung. Aumentas el ritmo inclinándote y cambiando la posición de una de tus piernas, tus manos dejaron de apoyarse en mi torso y ahora las tengo a los costados sobre la cama. La vista que me ofreces es magnífica, la apertura de tus piernas me permiten ver mi miembro penetrándote, tu glande erecta me es tan tentadora, tal cual tus hinchados labios que recuperan su brillo cada que los relames. Han, llegaste a este mundo siendo un ser tan divino.

Tus lascivos gemidos no se pierden junto al sonido del rechinar de la cama. Te veo cegado en placer y tú mismo me haces caer en el delirio, siento el roce de un punto que te estimula como loco y al cabo de unos minutos eres golpeado por el calor abrasador del orgasmo, tu propia reacción me hace alcanzarlo al instante.

Los dedos de mis pies se tuercen junto con mi espalda, la siento resquebrajarse, mis uñas se han perdido en tu tensa piel. Respiro rápido y con profundidad recuperando el aliento, noto mi rostro bañado en sudor así que refriego las manos en él secándolo. Estoy totalmente débil, pero enseguida siento recargadas mis energías. Veo que ya te has bajado de la cama y te colocas de nuevo la ropa. Eso estuvo completamente de locos.

ManonWhere stories live. Discover now