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—Es todo por hoy chicos, nos vemos mañana temprano.

—¡Gracias!

—¡Hasta mañana!

Un alivio relajante me abrazó al salir de las duchas, mis músculos me lo agradecían. El dolor del día siguiente del entrenamiento me era el más satisfactorio. Decidí no colocarme mi uniforme del trabajo aunque lo cargara en mi bolso, de algún modo me avergonzaba que supieran qué hice en mi ausencia. Guardé mi prendas sucias en el bolso y terminé por atarme las cintas de mis tenis, cerré el zíper de la bolsa y conservé la toalla rodeando mi cuello al menos hasta que saliera del complejo.

Ser solitario es algo más a lo que estoy acostumbrado, no precisamente porque deteste relacionarme con otras personas, sino que disfruto mucho de la soledad. Es por eso que opto por esperar a que las duchas y vestuarios masculinos queden completamente vacíos al final de cada clase.

Crucé por los pasillos frente a los vestuarios femeninos, no noté las voces que murmullaban en medio de la soledad del establecimiento hasta que retrocedí confirmando mis sospechas. Quedaba un par de chicos en el lugar, una pareja. Hyun Jin se hallaba en el solitario vestuario de las chicas atrapando a su novia Oh Yang Min contra las taquillas, Yang Min aferraba una toalla blanca a su pecho desnudo, las manos de Hyun Jin apresaban a la chica por los lados de la cabeza, le besaba lento pero con voracidad. Una de sus manos la tomó por el cabello húmedo mientras que la otra se colaba por debajo de sus bragas, repegó el cuerpo, besó su cuello y Yang Min se permitió gemir contrayendo todos los músculos.

Me retiré de mi esquina. Mientras tanto, yo no compartía la misma experiencia y ambición que ellos. No me había dado el lujo de disfrutar los placeres del sexo para entonces.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora