XLIV

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Al finalizar la clase y salir del complejo me decido por irme directo al trabajo, no esperé por Ji Sung, realmente no sabía si quería enfrentarlos, pero tan pronto como salí él salió detrás de mí.

—¡Min Ho! ¡Hey! Lo siento. Lo siento... —escucho su sonoro correteo a mis espaldas y cuando menos me los espero me taclea rodeando sus brazos alrededor mío— Perdón, no creí que se comportarían de esa manera.

—¿Les dijiste algo? —Me giro hacia a él luchando por no verme débil ni quebrado, pero es que en mi corazón duele tanto.

—¿Qué? No. No —repone inmediatamente—. No. Lo que pasa entre nosotros se queda  entre nosotros solamente, puedo ser una zorra que le da las nalgas a todo el mundo, pero yo no voy por ahí divulgando que me acosté con el chico más frío y distante de la élite —me dice con la mirada baja, puedo ver sus dedos removiéndose inquietos bajo las mangas de su chaqueta—. No suelo besar a los chicos a los que “les doy el trasero” —Hace comillas con sus dedos—. Y-yo... Uh. No lo sé. Creo que en serio me gustas —Una punzada me ataca directamente al pecho cuando su última oración llega a mis oídos—. Lamento todo esto, besarte enfrente de todos, haber dicho que somos novios. No lo somos si no quieres, pero no pienso devolverte la rosa —Levanta su mirada hacia mí—, se ve muy bien en mi ventana —ríe con suavidad agachando la vista de nuevo.

¿Por qué me es tan difícil molestarme contigo?

—Ven aquí —Abro los brazos y una calidez reconfortante me envuelve en cuanto se sumerge en ellos. Luego le acaricio los cabellos inhalando el aroma que desprende.

—¿Me perdonas?

—Sabes que siempre estarás perdonado —sincero sobándole la espalda. Ríe una vez más.

—Entonces —Se separa de mí alzando la mirada—, novio —Y me empuja en el pecho con el hombro—, ¿quieres salir en una cita?

Han Ji Sung pidiéndome una cita, llamándome novio, el corazón me golpea en el pecho tan fuertemente que podría gritar, pero pronto la realidad me golpea.

—Tengo que ir a trabajar.

—Oh —Sus ojos se ensombrecen, pero no le toma mucho recomponerse—, ¿puedo ir contigo?

—¿No tienes que volver a casa?

—Nah, nadie me espera en casa, entonces... —Lo siento colar su mano en la mía, casi estoy intimidado por su mirada.

—Será un camino largo.

—Eso no importa.

ManonWhere stories live. Discover now