XXIX

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Pienso en perdonar a Han por todo el daño y confusión que me ha provocado, más porque quiero dejar de estar enojado con él. Como ofrenda de paz le obsequio la barra de chocolate que me empacó mi madre al mediodía que va a visitarme a la ventana del tercer piso. Deslizo el chocolate por el suelo hasta dejarlo junto a su mano y me coloco en mi lugar, giro la cabeza a la ventana y cruzo los brazos sin estar consciente de su reacción.

Bueno, miento, estoy consciente de su reacción. De reojo veo lo desorbitado que está por mi obsequio y puedo notar una minúscula sonrisa en sus labios, relamo los míos no dejándome dominar por el inminente sonrojo que me invade. Desenvuelve el chocolate y le pega una mordida cual niño entusiasmado. Quiero reír.

Le doy la mirada viéndolo comer su chocolate, sus ojos se sostienen de los míos, me mira de la misma forma en que me miraba aquel día en el salón de ensayos, de aquel día en las duchas.

Con la pieza restante en la boca gatea lentamente hasta mí, si creí que mi corazón estaba tranquilo, ya no lo estaba más. Lo tengo justo enfrente, respiro rápido y reprimo cualquier suspiro. Tengo su rostro tan cerca, no sé dónde tiene sus ojos porque los míos están clavados en sus labios. Respira justo por debajo de mi tabique nasal, me toca con la nariz, me siento a desfallecer en el momento en que me hace morder la otra punta del chocolate, sus labios están rozándome, su cabello me cosquillea.

Muerdo la punta del dulce y finalmente pega los labios con los míos. Me está besando, y le devuelvo el beso. Temo ser inexperto ante sus movimientos, su boca sabe exactamente a cómo lo imaginé.

ManonWhere stories live. Discover now