Manon

LI

¿Por qué estás enamorado mí?

Las semanas corrieron una tras otra en lo que pareció un parpadeo. Fueron semanas en las que los tiempos se volvieron dorados y las relaciones más estrechas. Podría considerarme en el cielo sin la necesidad de haber muerto, porque su sola presencia ya me tenía en el paraíso.

Ji Sung y yo somos pareja.

No era necesario que el resto lo supiera porque sólo nos teníamos el uno al otro. Nos convertimos en los mejores cómplices para noches en vela y tardes eufóricas. Sólo nosotros entendíamos las miradas que nos mandábamos a la hora de la cena o en la sala de ensayos. Perderme en sus pupilas era un gran método para buscarme una reprimienda por parte de la instructora y que me alzara una pierna a 180° con una vara.

Éramos partidarios de la competencia, mientras uno realizaba casi 30 fouttes sin pausas, el otro ya le estaba metiendo el pie interrumpiendo su récord. Bailar era nuestra forma más íntima de hacer el amor. Cada minuto, cada hora, cada día de la semana; temprano antes del desayuno o a medianoche al llegar la casa; cualquiera era una oportunidad para compartir una pieza y hacernos de los dos. Inclusive en la ducha mientras desperdiciábamos tiempo y agua en besos y caricias.

Disfrutaba de él desde tomar su mano hasta el correr implacable de la adrenalina en nuestras venas, de los besos inocentes y más apasionados, desde las travesuras hasta la acción más noble y sincera.

Sentía mis sueños siendo el aire que inflaba una burbuja, mientras más le soñé más grande se hacía, hasta que reventó y se volvieron realidad.

Porque tal vez es mi destino estarlo.

Han Ji Sung, eres el único sueño al que me quiero aferrar.