XLIII

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Al mediodía día, cuando es hora de descanso, estoy por dirigirme al tercer piso hasta que Han me impide el paso al llamarme desde atrás.

—¿Qué sucede?

Abre la boca para hablar.

—¿Qué dices si... si hoy nos sentamos con los chicos? —sugiere señalando con la cabeza a un grupo de seis personas sentados sobre el suelo en uno de los rincones del salón.

—Ah. No, no —Nego con la cabeza siendo retraído por mi timidez.

—¿Por qué no? Son agradables.

Esa misma timidez me impidió acercarme a hablarte años atrás.

—No debería, Ji Sung.

—Vamos, será divertido —trataba de convencerme agitando mi muñeca.

—Ve tú con ellos, yo estaré bien.

—Pero quiero que vengas conmigo —se queja formando un puchero con sus labios—. ¿Sí? Por mí —Su gesto es tan infantil, puro y adorable que quiero comerle la cara a besos.

—De acuerdo.

—No te arrepentirás —asegura llevándome de la mano. Me encanta ver su emoción—. ¡Amigos! He traído compañía.

Pronto me doy cuenta que el grupo se gira a nosotros y suelto su mano antes de que alguien lo note, sin embargo, Hyun Jin lo hace, pero no responde de ninguna forma más que desviando aburrido la mirada sin dejar de abrazar a su novia.

—¡Min Ho! Ven aquí, háganle un espacio.

Llegamos a ellos y me veo en el puesto de sentarme junto a Han.

—Hermano, ¿qué pasó contigo? Desapareciste —exclamaba con impresión el chico de pecas sentado frente nuestro—. Lo último que supimos fue que tuviste un accidente.

—Ah. Sí. Una fractura en la columna, no fue nada.

—¿No fue nada? Amigo, tres años es mucho para mí —afirma alzando una ceja.

Fractura de columna, perdidas excesivas de sangre, una cadera y pierna rotas, torcedura de cuello, vidrios incrustados en las extremidades, secuelas, coma.

—Estoy bien, en serio.

—Si tú lo dices —Se encoge de hombros medianamente convencido.

—Hermano Min Ho, te extrañamos con todo el corazón —dice un chico a mi lado tomándome del hombro—, pero, debo ser honesto, lo positivo de tu ausencia fue que ya no había nadie que nos robara los papeles principales.

—¡Oh, sí! —exclama otro.

—Amigo, ¿cuándo me tomará volver a protagonizar una obra como El Cascanueces del año pasado? —alegaba soñador con una mano en el pecho— Nunca me sentí tan feliz por que la instructora Choi me presionara tanto, por una vez se fijó en mí.

—Estamos hablando de su novia enfrente de él —Codearon al chico murmurando aquello entre dientes—. Es una broma. ¡Ríete un poco! Estás muy serio.

Y traté de acompañarlos entonando una risa sin verme muy incomodado.

—¿Es por él por quien nos abandonas, Hannie? Y yo todo este tiempo pensé que andabas revolcándote con alguien por ahí.

—Chúpamela, Felix.

—Dime cuándo y dónde y ahí estaré. ¿Estás disponible el martes? —El círculo en su mayoría ríe por el comentario— No, en serio, estoy intrigado, ¿qué clase de relación tienen ustedes dos? —interroga juntando sus manos con los índices pegados a la boca. Hyun Jin parece recobrarse a la conversación.

—Somos amigos.

—Es mi novio.

Dice al mismo tiempo que yo. El silencio nos recubre por un momento hasta que una sonora y escandalosa carcajada rompe la barrera siendo secundada por los otros.

—No...

—Esto ya parece ese viejo cliché de salir con el ratito de la escuela por una apuesta.

—Como sea —vuelve a hablar Felix—, todos aquí sabemos que Han se la vive dándole el trasero a cualquiera y creo que es obvio quien le come la vagina a la instructora...

Las risas fueron arrancadas de tajo cuando Ji Sung me tomó por el cuello y unió los labios con los míos. Su lengua ingresa ferozmente en mi boca encerrándome en un beso apasionado que soy incapaz de seguir, todo lo que me bloquea son los resuellos de asombro del público, risas, aplausos y silbidos. Han se separa de mí manteniendo una expresión seria e inquebrantable. No sé cómo debo verme para los demás, pero juraría estar pálido.

ManonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora