XLIX

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¿Quieres tener esa cita que decías?, fue lo que sugerí a Han esa mañana ya que era mi día de descanso y tampoco íbamos a la compañía. Entonces nos vestimos, perfumamos e hicimos una reservación en Giorgio's para las 7 p.m. Mientras tanto pasaríamos el día recorriendo las calles de la capital.

—¡Vamos ahí, vamos ahí!

Nuestra primer parada fue en el karaoke. Rentamos un cubículo, encendimos las luces y escogimos de entre el gran repertorio de canciones del libreto Heartbeat de 2PM. Al principio me sentía tímido de abrirme con Ji Sung, pero toda esa energía vigorizante y explosiva era contagiosa; canté hasta que las cuerdas vocales me dolieron, saltamos y bailamos al ritmo de Bang Bang Bang hasta que se nos desaliñaron los cabellos y nos mecimos en los brazos del otro entonando A Daily Song.

—¡Ja ja ja, te gané!

Queriendo gastar nuestras últimas gotas de energía nos fuimos a la pista de hielo del centro comercial.

—¿Estás bien? —exclamé preocupado cuando Han cayó de espaldas sobre el hielo, pero no obtuve más que una risa acalorada en su rostro sonrojado. Y resbalamos más de una vez intentando levantarlo.

Decidimos también subir por el teleférico, pero esa opción fue inmediatamente descartada cuando los dos concordamos en que no somos muy amigos de las alturas, entonces paseamos por el barrio Gangnam, mezclándonos entre la gente y tranquilizando nuestros acelerados corazones.

—Tus padres son lindos —me dice abrazado a mi cintura mientras que le rodeo los hombros con un brazo—. ¿Por qué no habías salido con nadie antes?

Alzo los hombros en conjunto a mi respuesta.

—No hay razón.

O quizá tenía la esperanza de que volvieras.

Y aquí estás.

Aquí estamos los dos. Nunca deseé tenerte de otra manera. Aprecié tu sonrisa tantas veces en un día, daría lo que fuera por que las mantuvieras en tu lindo rostro y con eso me siento pleno.

Su cabeza gira hacia sus espaldas y lo noté cuando casi tira de mí, su mirada recayó en las vitrinas de una tienda de moda masculina y volvió cuando pasamos de ella.

—¿Quieres ir? —pregunto deteniéndonos.

—No, ya es muy tarde —dice haciendo ademán de que siguiéramos con nuestro camino.

—Aún tenemos tiempo antes de la reservación —aseguro revisando mi reloj de mano y sólo así vi sus ojitos brillar.

—¡Bam! ¿Te gusta? —Sale del probador con un traje negro que me recuerda a Kingsman— Puedes llamarme Bond; Ji Sung Bond —Finge una voz pomposa y grave para luego hacer un par de pistolas con sus manos y efectos de sonido de disparos, lo que me hace reír desde mi asiento. Ríe conmigo y lo veo quitarse el saco para colocarlo en su perchero.

—¿No lo vas a llevar?

—No tengo dinero —responde quitándose los zapatos. Me levanto de la silla.

—Yo lo pago —digo seguro.

—¿Bromeas? Es muy costoso.

—Llévalo —repito sacando mi tarjeta de crédito de la cartera elevando las cejas hacia él y ríe.

—¿Eres una especie de banco humano o algo así?

Compramos el traje a doce pagos mensuales y salimos de la tienda con Ji Sung cargando una enorme bolsa de cartón con el logo impreso y enganchado a mi brazo, volvimos a las oscuras calles de la ciudad, luego volvió a distraerse en una joyería. Se probó desde anillos de plata hasta acero y fantasía, de oro blanco y grabados.

—¿Quieres llevar algo? —insinué sosteniendo la bolsa con su traje recargado de espaldas en el mostrador y me lanzó una mirada quitándose los anillos que se había probado.

—Terminaré eternamente en deuda contigo. ¿Qué posición quieres escoger hoy?

Reí echando la cabeza hacia atrás.

No me debes nada porque te lo quiero dar todo.

Al final lo convencí de que escogiera algo y se decidió por una argolla de plata muy sencilla que coloqué en el dedo anular de su mano izquierda, esperando algún día cambiarlo por una promesa diferente.

ManonWhere stories live. Discover now