Capitulo cincuenta y nueve.

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Capitulo cincuenta y nueve.

Cogí el plato con una hamburguesa completa, más  papas y la cerveza de la heladera. Preocupando que mi dedo cubierto por una venda no sufriera más daño del que ya había sufrido con el cuchillo. Camine rectamente hacia la cocina, sin dejar que una lagrima cállese de mis ojos. A él no le gustaba que yo llorase, por eso, debía verme fuerte justo en este momento, sino quería recibir más golpees de los que me había proporcionado cuando me negué a cocinarle.

“Bueno nena, ya era hora.” Alargo con pereza. Se enderezo en el sillón y se acercó a la mesa ratonera que teníamos en el pequeño living para mirarme mientras, tiritando, dejaba cada cosa en su lugar. Dejo el mango de la tv a un lado, con el volumen bajo.

“Es-esp- espero que te guste.” Murmure tan bajo como pude. Mi garganta dolía tanto gritar, por poco no había quedado difonica.

“Sabes que no debes tartamudear cuando estás conmigo, _____. Espero que se te vaya quitando esa maldita costumbre mientras estas cerca de mí. Tal vez el hecho de estar al lado de un hombre te haga actuar de esa forma, aunque, ¿Qué harás si algún día tienes novio? A ningún hombre le gusta que las mujeres tartamudeen.” Me observo por debajo de sus pestañas con firmeza.

l  ¿Qué se supone que debía decir a continuación? ¿”Esta bien lo siento? ¿”No volverá a ocurrir”? No lo sabía, y tenía tanto miedo a decir algo incorrecto que llegase a molestarle que solo atine a asentir sin decir ni una palabra. Mejor prevenir.

Me miro unos segundos más, escaneando mis pequeños pantalones de flores en fucsia con celes  y mi remera blanca de tirantes. Junte las manos en frente de mí cuando me sentí cohibida por la mirada codiciosa que me estaba dando.

“Bien, veamos que tal cocinas.” Hablo después de segundos y cogió una papa para llevársela a la boca. Mordió y mastico durante segundos, para luego largar todo sobre la servilleta de papel. “Esto esta asqueroso, ¿Por qué le has agregado sal? Sabes que detesto la sal” Gruño. Vi sus manos hacerse puños y temí por lo que podría llegar a hacerme. Sentí mis piernas flaquear.

“Lo-Lo- sien…”

“¡Te he dicho que no tartamudees, maldita sea ¿acaso eres una puta sorda?!” Cogió el plato y pronto lo vi hacerse trizas contra la pared. Lagrimas brotaban de mis ojos, una tras otras, sin intención de detenerse. Las limpie cuanto antes con el dorso de mi mano y me dispuse a mantenerme firme.  John suspiro dejándose caer sobre el respaldo del sofá mientras pasaba las manos por su rostro. “Tú eres la culpable de que me ponga de esta manera” Me acuso viéndome.  “Ábreme la cerveza.” Indico con un movimiento de cabeza la botella de corona sin destapar. Maldije por no haber pensado en ello y con pasos pocos decididos trote hacia la cocina procurando que mis pies no se enredase por el miedo. Cogí el abridor y volví al living.  “¿Qué esperas? ¡Ábrela! “Esta vez su tono de voz había aumentado y el hecho de que sus puños estaban cerrados era un indicio de que no tardaría mucho en golpearme.

Me hinque y tome la botella para intentar abrirla. Para ser completamente sincera no tenía ni idea de cómo demonios se podría abrir una puta cerveza, y  realmente no me sentía apenada por ello, ¿Qué niña con solo nueve años estaría abriendo una botella de cerveza envede estar jugando con sus muñes? Exacto, ninguna. 

Sentí la mano de mi padrastro recorrer mi espalda y brinque por el susto, pero él me sostuvo en mi lugar antes de que pudiese pararme. ‘Quietecita, nena’ murmuro por lo bajo. Apreté los ojos escondiéndome detrás de la cortina que mi cabello hacía. Coloque el pico del abridor sobre la botella y haciendo presión logre destaparla, entonces las manos de John bajaron aún más apretando mi trasero. Mis manos volaron con susto y la cerveza se derramo sobre sus pies descalzos. Abrí los ojos con temor cuando le vi levantarse de su sitio maldiciendo una y otra vez.  Me miro, tenía las pupilas dilatas y supe que esa era mi señal para huir.

Give me a chance. -Justin Bieber y Tu- -FanFiction- (Terminada.)Where stories live. Discover now