Capítulo 64

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El padre de Harry despertó de un golpe, sumamente exaltado.

—¿Qué demonios te ocurre Harold? —le preguntó su esposa despertando al escuchar que su marido despertó casi gritando.

—no lo sé, sentí un mal presentimiento, ¿Harry estará bien?

—no te preocupes, Harry a esta hora estará volviendo de la discoteca, como siempre lo hacía, ya vuelve a dormir —decía la mujer al tiempo que se acomodaba para dormir un poco más.

El hombre ya no pudo volver a dormir, fue a la cocina por una taza de café, la casa se sentía silenciosa.

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Mientras tanto en el hospital, Al y Lavell seguían esperando noticias que nunca llegaban, el ojiverde le rogó a su amigo que avisara a sus familiares y a la Sra. Rashida. Tras darle las direcciones, Al partió de allí urgentemente.

Se apresuró a salir del Hospital, sin perder un segundo viajó para avisar lo acontecido. Al llegar al hogar de James, el adolescente atendió dormido, se desesperó cuando Al le comentó lo sucedido, prometió que en cuando se hiciera presente su madre, irían al hospital.

El hombre luego se precipitó hacia la casa de los padres de Harry, allí fue atendido por su progenitor.

—¿Quién eres? —preguntó el hombre arrugado el entrecejo.

—mi nombre es Al, ¿usted es el padre de Harry Casey?

—si, soy su padre ¿ocurrió algo? —el hombre intuía algo malo y comenzó a sentirse nervioso. 


Tras él, su esposa escuchaba todo.


—verá, yo soy amigo de su hijo —mintió—. Vine a avisar que él...

—¿Qué demonios pasó? —se alteró Harold.

—A la salida de la discoteca, él fue baleado, en este momento está en el hospital, solo quería avisarle eso.

—¿Qué? Pero, ¿mi hijo está bien? —preguntó más que nervioso.

—realmente no lo sé...

La mujer quedó petrificada ante la noticia, no movía un solo dedo. El Sr. Casey tomó las llaves de la camioneta y corrió, todo su cuerpo le temblaba.

—Liz ¿vendrás conmigo? —le gritó desde afuera, pero la mujer no se movió ni contestó nada, estaba en un shock absoluto.

Ante la actitud de su mujer, el hombre arrancó la camioneta, y pisó el acelerador a fondo. Comenzó a llorar, rogando a Dios que su hijo estuviera bien.Al llegar al hospital, lo dirigieron hacia el mismo pasillo donde se encontraba Lavell sentado con lágrimas en sus ojos. El Sr. Casey no hizo otra cosa que tomarlo de las ropas y atacarlo.

—¡maldito hijo de perra! ¿Qué le pasó a mi hijo? ¡Se supone que debías cuidarlo! —le gritó.

Algunos enfermeros se acercaron para separarlos.

—¡lo siento señor, sé que fue mi culpa, pero fue mi ex novia, lo siento...! —se disculpaba Lavell entre sollozos.

Al instante apareció un médico.

—¿Qué demonios ocurre aquí? —se molestó el galeno.

—lo siento mucho, mi hijo es Harry Casey, lo trajeron aquí, ¿tiene noticias de cómo se encuentra? —preguntó.

—primero que nada, cálmense, no queremos pleitos aquí, segundo su hijo está estable pero en grave estado, pudimos extraerle la bala que se alojó en su hígado, realmente tuvo suerte, sus signos vitales están siendo monitoreados en todo momento...

—¡maldición no... Mi querido hijo... Noo...! —se lamentaba el hombre llorando.

—¿podemos verlo? —preguntó Lavell.

—¡ni se te ocurra, tú no volverás a ver a mi hijo...! —exclamó a viva voz.

—¡es mi novio, necesito verlo...! —decía desesperado sin parar de sollozar.

—¡por favor, calma! —levantó la voz el médico—. Podrán verlo dentro de media hora y será solo por cinco minutos.

Ante esto, ambos salieron fuera del nosocomio, Lavell encendió un cigarrillo, sus manos le temblaban como nunca. Su suegro lo miraba con odio, también encendiendo un cigarrillo. Ambos cruzaban miradas sin decirse nada.

Disco Studio (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora