Capítulo 67

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—He pasado la noche aquí, no quiero dejar a Harry solo.

—Oh, que tierno eres Lavell, pero debes descansar, si quieres puedes venir a mi hogar, no habrá problema —decía Rashida muy amablemente.

—Gracias, pero prefiero quedarme, no quiero que esté solo aquí...

El padre de Harry escuchó la conversación y bajó su mirada tristemente, sus sospechas habían sido confirmadas.

Justo en ese momento fueron llamados por el médico, les dió la noticia de que Harry seguía estable, no había mejoría, ni siquiera había despertado.

Todos pudieron entrar, pero solo por media hora.

Farrah no paraba de llorar, no podía creer ver a su amigo de toda la vida en ese estado.

Cuando todos salieron fuera del lugar, luego de la visita, Lavell se percató de que estaba Al esperándolo, el joven se veía triste mientras fumaba algo nervioso.

—Lavell, debo hablar contigo a solas —le dijo sin rodeos.

Los dos se apartaron del grupo, Al comenzó a llorar.

—Demonios hermano lo siento mucho... Lo lamento tanto Lavell.

—¿Qué mierda pasa Al? Dilo ahora.

—Jammelah dejó esta maldita ciudad, la pusieron en libertad, yo personalmente la entregué y la maldita huyó, solo bastó con decir que ella se había defendido de un homosexual que quiso atacarla...

—¡Mierda! ¡Malditos hijos de perra no pueden hacernos esto! —exclamó con lágrimas en los ojos.

—Este maldito pueblo es un asco, lo lamento Lavell, hice lo que pude, ayer la crucé y me contó todo eso, traté de detenerla, pero además me amenazó con un arma, ni siquiera sé de donde las consigue esa maldita perra.

—¿Qué podemos hacer?

—No lo sé Lavell, solo perdóname hermano.

—No fue tu culpa, este maldito pueblo nos odia. En cuanto pueda dejaré todo a la mierda.

—¿Ocurrió algo? —les preguntó Rashida acercándose a ellos.

—Sí, algo muy grave, dejaron libre a mi ex novia, debería estar presa, pero la policía de este maldito lugar la dejó en libertad.

La mujer se horrorizó. Todos allí se molestaron por el suceso. El padre de Harry no dudó y decidido partió hacia la comisaría a poner su queja.

Una cosa era clara, que ese pueblo estaba en contra de los homosexuales.

Una vez más Lavell decidió quedarse, no sin antes avisar a su trabajo que se ausentaría por unos días, sin quejas su jefe aceptó.

Solo necesitaba que su novio se recuperara. Pero eso estaba por verse.

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Una semana después:

Lavell vivía entre su casa y el hospital, solo acudía al hotel para bañarse y cambiar su ropa, luego volvía, casi no comía. A pesar de los intentos de Rashida por hacer que el chico descanse bien, incluso ofrecerle su hogar, Lavell se mantuvo firme junto a su novio, sentía mucha culpa e impotencia.

Era de mañana, las 10:30 h cuando el médico llamó a Lavell, todos en el hospital sabían de la fidelidad del muchacho por quedarse allí, así que decidieron darle una noticia.

Disco Studio (LGBT)Where stories live. Discover now