Capítulo 80

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Harry escuchó un canto muy hermoso, pensó que estaba soñando pero luego abrió lentamente sus ojos, sintió caricias en su frente, estaba junto a Lavell en la habitación de Davon, ambos estaban desnudos bajo las sábanas. El ojiverde lo observó con cariño y le regaló una sonrisa.

—Buenos días mi amor.

—Buenos días amor —se sentó apoyando su espalda sobre el respaldar de la cama—. ¿Cómo llegué aquí?

—Bueno... bebiste tanto que no pudiste mantenerte en pie, tomamos un taxi hasta aquí, tuve que pagar de más al conductor porque vomitaste el taxi.

Harry se sonrojo.

—¡Oh por Dios, qué vergüenza! ¿Hice algo más? No lo recuerdo.

—Si, al entrar aquí te quitaste toda la ropa y te entregaste a mí como nunca —dijo Lavell pasando su lengua por sus sensuales labios—. ¡Uff! Fue magnífico.

Harry tapó su cara con ambas manos, sentía mucha vergüenza, pero se dio cuenta que su novio no mentía ya que el cuello de Lavell estaba lleno de marcas de sus besos.

—Dime por favor que no pasó nada más —profirió con miedo al ridículo.

—Bueno... Mientras lo hicimos gritaste demasiado, yo traté de callarte pero no me hacías caso, no es por alarmarte pero Farrah, Marcus y su novia se quedaron a dormir aquí, la Sra. Rashida los ubicó en la sala, con unos colchones.

—¡No puede ser, seguro me escucharon gritar, demonios, espero que James no haya oído! —se alarmó el pobre chico muriendo de vergüenza.

—Espero que no, no te preocupes nadie nos habrá escuchado. —lo abrazó y besó dulcemente.

Ya eran las dos de la tarde y podían escucharse a sus amigos hablando en el comedor. Los novios tomaron una ducha juntos y luego de vestirse, se presentaron en el comedor.

—¡Buenas tardes dormilones! —les dijo Rashida de forma simpática—. Vengan a la mesa, tienen su comida.

Los jóvenes le agradecieron, pero Harry se sentía incómodo.

—¿Dónde está James? —indagó preocupado.

—James se quedó en la iglesia, ya sabes, luego de la misa se queda a practicar canto, tal y como siempre lo hacía Davon.

—¿A que hora fue la reunión en la iglesia?

—¿Qué ocurre Harry, por qué preguntas tanto? —sonrió Rashida.

—Me preocupa que me haya oído gritar —profirió incómodo, nadie dijo nada—. ¡Vamos, no actúen como si nada hubiera pasado! —levantó la voz.

—Harry no te preocupes James durmió profundamente, no oyó nada pero me alegra que se amen tanto —le dijo Rashida sirviendo jugo en los vasos.

—¡Dios qué vergüenza, les pido disculpas...!

—Ya Harry, no pidas disculpas se nota que la han pasado de maravilla —dijo Marcus simpático—. Pero que no te de pena, al fin y al cabo todos pasamos por experiencias similares, ¿recuerdas a Farrah cuando estuvo tan borracha que casi orinaba la entrada de una casa? Si no fuera por nosotros, ella lo hubiera hecho.

Todos rieron.


—¡hey! Y tú Marcus, ¿recuerdas cuando una vez volvíamos en taxi de Disco Studio y te tiraste una flatulencia dentro del automóvil? —le respondió Farrah entre risas.

—¡Demonios, eso si lo recuerdo, el taxista nos odió a los tres porque no parábamos de reírnos! —recordó Harry.

Todos rieron y contaron anécdotas graciosas que les habían pasado cuando estaban borrachos y todo ello hizo que Harry ya no tuviera vergüenza.

Luego de pasar toda la tarde juntos y cuando James ya estaba en casa, Harry y Lavell se apartaron, fueron a la habitación de Davon y allí discutieron una vez más sobre el destino de su relación, estaba más que claro que Lavell no quería dejar sus proyectos.

—¡Por favor no te vallas Harry, te ruego que te quedes! —le decía el ojiverde.

—No puedo hacerlo, ya todo está arreglado, el próximo martes viajaremos a San Francisco y Davon nos esperará en el aeropuerto, por favor ven conmigo Lavell.

—No puedo hacerlo, y no lo haré Harry, es definitivo.

El chico blanco comenzó a llorar.

—¡Bien! ¿Sabes qué? Vete y quédate con tu trabajo, está claro que no me amas, largo de aquí —vociferó el chico.

—Yo te amo de verdad Harry, me duele que no entiendas, me iré de aquí, pero recuerda que estaré siempre aquí esperándote.

—¿Y si ya no vuelvo? ¿Qué acaso no te importa? —indagó más que triste.

Lavell suspiró.

—¿Entonces este es el fin?

—¡No lo sé maldición, te odio Lavell! ¿Por qué me haces esto? Vete de aquí —dijo cubriéndose su rostro con ambas manos, no paraba de llorar.

El ojiverde agachó su mirada.


—Adiós mi amor, recuerda que te amo. —tras estas palabras, el chico partió de allí, no sin antes despedirse de sus amigos.

Una vez que Lavell abandonó la casa, todos corrieron al cuarto para ver cómo estaba Harry, lo vieron realmente triste. James no lo pensó dos veces y fue tras Lavell, quería intentar convencerlo aunque sabía que eso sería difícil.

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