Capítulo 83

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Era la hora de partir, todos los jóvenes se despidieron del Sr. Casey con un fuerte abrazo, Harry aún permanecía llorando en los brazos de su padre.

—Papá, no quiero ir... —decía entre sollozos.

El hombre que también lloraba, tomó el rostro de su hijo con ambas manos y lo miró a los ojos.

—Escúchame hijo, ve allí a cumplir tu sueño, sé que puedes hacerlo y confío en ti, te amo Harry, nunca lo olvides, siempre ve con la cabeza bien en alto y seguro de ti mismo.

El chico asintió con la cabeza, y secando sus lágrimas, abrazó a su padre una vez más, luego tomó un pequeño bolso y fue con sus amigos. Antes de ingresar por un largo pasillo que conducía hacia el avión, mostraron sus pasajes a una mujer. Ella les ordenó amablemente que siguieran hasta sus asientos. Harry volteó una vez más y observó a su padre, lo saludó levantando su mano, el hombre hizo lo mismo.


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Elizabeth y Rashida habían llegado al aeropuerto, luego de bajar del taxi corrieron con todas sus fuerzas, llevándose todo por delante y esquivando a las personas.

Vieron a Harold de espaldas y corrieron hacia él.

—¡Liz! ¿Qué haces aquí! —exclamó el hombre más que sorprendido.

—Harold, vine a despedir a Harry ¿él ya se fue? —preguntó agitada.

—Se fue por aquel pasillo. —le señaló—. Quizás lo alcances, ve rápido.

Elizabeth corrió desesperada, la mujer de la entrada quiso detenerla pero no pudo, allí de espaldas pudo ver a su hijo al final del pasillo.

—¡Harry... Harry mi amor! —comenzó a gritar la mujer desesperada.

El joven que iba cabizbajo, levantó su rostro con sus ojos abiertos sobremanera, reconoció claramente que era la voz de su madre, aun sin poder creerlo volteó y a mitad del largo pasillo, vio a su madre.

La mujer lo vio y comenzó a llorar, abrió sus brazos hacia él.


—¡Ven mi amor, ven a los brazos de tu madre! —exclamó ella sumamente emocionada.

Harry lanzó su pequeño bolso al suelo y con lágrimas en los ojos, corrió con todas sus fuerzas. Era como en aquel video que había visto, su pequeño hijo yendo hacia sus brazos. Ahora era todo un hombre, pero nunca dejaría de verlo como su pequeño bebé. Se abrazaron fuertemente, el joven se acurrucó en los brazos de su madre.

—¡Oh mi amor, perdóname por favor!

—No mamá perdóname tú a mi, quiero quedarme contigo...

La mujer tomó el rostro de su hijo.

—No mi amor, escúchame bien, perdóname tú nunca debí tratarte como lo hice soy una idiota, pero debes ir a cumplir tu sueño, estoy muy orgullosa de ti, eres mi bebé y siempre lo serás.

—Gracias mamá, te amo.

—Y yo a ti mi amor, nunca renuncies a tus sueños, ve a volar, es tu momento de mostrar tu talento al mundo, te amo Harry, y nunca dejaré de hacerlo.

El abrazo duró unos minutos en los que ambos no paraban de llorar.

Una azafata los interrumpió, el avión ya estaba próximo a despegar.

—Ve mi amor, llámame cuando llegues, nunca olvides que te amo y estoy orgullosa de ti.

—Adiós mamá, también te amo, cuida de Toby, volveré pronto, lo prometo.

—No te preocupes, él estará conmigo, abre tus alas hijo mío, y cumple tu sueño, nos veremos pronto.

El chico volvió emocionado con sus amigos. La Sra. Casey los saludó desde lejos. Ellos felices hicieron lo mismo y todos abordaron el avión.

Elizabeth fue directo a abrazar a su marido.


—¿Y, pudiste despedirlo? ¿Te perdonó? —le preguntó el hombre.

—Si querido, fue tan emocionante, vi como corrió hacia mí, lo vi allí tan pequeño y frágil, fue como en el video, no dejamos de abrazarnos un segundo.

—¡Oh Elizabeth, eso es hermoso! —profirió Rashida.

—Así es querida amiga, gracias por apoyarme.

Los tres se abrazaron emocionados. Luego se dispusieron a ir hacia la camioneta.

—¿Sabes? Estaba pensando —dijo Liz—. Ahora que tú y yo estaremos más tiempo solas sin nuestros hijos, ¿Qué tal si hoy pasas la noche en mi casa?

A Rashida le agradó la idea.

—¡Claro es genial! Yo me quedaré en tu casa y luego tu en la mía, así no estaremos tanto tiempo solas, la pasaremos excelente.

—mmm... Buena idea. —opinó el Sr. Casey.

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Mientras tanto, el avión estaba despegando. Todos estaban nerviosos menos James que iba muy animado.

—¿En serio tienen miedo? No sean tontos —decía el adolescente riendo.

—Claro que si, nunca hemos viajado, al menos yo —le contestó Harry.

—Adivinen, dentro de mi bolso está mi gran estéreo...

—¿En serio lo trajiste? —sonrió Harry.

El chico que estaba sentado en el sillón contiguo al de Harry y Farrah, rodó sus ojos.

—Claro que si, ¿acaso crees que me separaría de él? Quiero llevar mi música a todos lados.

Todos rieron. Ahora les esperaba seis horas de viaje hasta la gran y majestuosa cuidad de San Francisco.

Disco Studio (LGBT)Where stories live. Discover now