Disco Studio (LGBT)

Capítulo 4

Harry sintió que alguien revolvió su cabello por detrás, volteó riendo y ahí estaban sus amigos.

Ellos eran Marcus y Farrah, ambos jóvenes de tez morena y peinados afro que les quedaba genial. La sonrisa de Marcus era hermosa y radiante, tanto que hacía resaltar su bigote muy bien cortado; ambos chicos vestían atuendos para bailar, Farrah un vestido negro acampanado y Marcus un Oxford de Jean junto a una camisa celeste arremangada y ajustada al cuerpo. La joven traía una pequeña botellita con agua.

—¿Hey Harry estas listo para el boogie? —le preguntó Marcus. 

—¡Más que listo! —le contestó saludándolo con la mano.

Le dio un pequeño abrazo a la chica e ingresaron al lugar.

Fueron al mostrador.

—Hola Tony, ¿Cuál está desocupada? —le dijo Harry simpático.

—Hola chicos, la número 12 está desocupada, ¿Cuanto tiempo estarán?

—Creo que con una hora y media estaremos bien —le dijo Farrah al tiempo que le pasaba dinero; los dos chicos hicieron lo mismo, juntaron dinero y pagaron el alquiler del salón.

Luego se dirigieron relajados y riendo hacia allí, abrieron la puerta corrediza y la chica apresuró su paso hacia el tocadiscos.

Colocó un simple y reprodujo la canción de Tavares, "heaven must be missing an angel".

Al instante ella comenzó a bailar yendo al lugar donde estaban sus compañeros.

—¿Saben? Estaba pensando en un nuevo paso que involucre subir y bajar, ya saben, como una ola —decía Marcus empezando a bailar.

Los tres comenzaron a improvisar al principio.

Sus delgados y ondulantes cuerpos se movían al son de la música.

—Bien Marcus, no es mala idea, enseñanos el paso —le dijo Harry alzando el tono de su voz, ya que la música se oía un tanto alta.

—Ok, solo deben bajar así —decía mientras su cuerpo bajaba cruzando sus piernas, dio un giro y volvió a subir lentamente.

—¿El giro es siempre a la derecha y debemos subir de nuevo? —preguntó Harry. 

—¡Exacto! 

Harry cruzó sus piernas pero tropezó en el intento, casi caía pero por suerte no lo hizo.

Los tres rieron a carcajadas.

No se percataron que la puerta corrediza de su salón estaba un poco abierta.

Siguieron practicando el paso junto a otros más, mientras se observaban por los grandes espejos.

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Mientras tanto, en la vereda de Disco Studio, se encontraba una joven de tez morena y peinado afro; delgada y muy hermosa, junto a ella estaba su novio un joven llamado Lavell, moreno de ojos verdes que resaltaban en su triste mirada. También junto a ellos se encontraba Al, un joven también con peinado afro y de tez más oscura que la de Lavell.

—Al ¿Estás seguro de que es aquí? —dijo ella mirando la fachada del edificio.

—Si es aquí, podremos practicar un poco y mañana por la noche se hará una discoteca.

—¡Perfecto, entremos! —dijo ella altanera.

Tomó fuerte de la mano a su novio y los tres ingresaron observando el lugar, era hermoso. Fueron al mostrador y alquilaron un salón por una hora.

Caminaban lentamente hacia el Salón número 9.

—¿Practicaremos los tres? —preguntó Lavell. 

—Solo yo y Al practicaremos baile, tú ya no tienes arreglo, bailas pésimo cariño te dedicarás a mirar —le dijo sintiéndose superior. Si había algo que caracterizaba a Jammelah era que su tono de voz y su actitud era de altanería.

Al rio.

Lavell bajó su mirada.

Entraron al Salón espejado, y Al se abalanzó al tocadiscos. Comenzó a sonar una canción de Bee Gees.

—¡Oh por Dios, blancos cantando disco, yo no voy a bailar esa cosa cambia de música Al!  —exclamó la chica.

Al cambió de música.

Lavell observaba el lugar, se miró en el espejo de cuerpo entero, de abajo hacia arriba y pensó dentro de su mente, que no se veía tan mal como Jammelah siempre le decía, aunque su hermosa mirada era triste y se podía ver que en su mentón tenía algunos moretones, aún se podía ver atractivo.

—Voy a echarle un vistazo al lugar —le dijo a su novia. Ésta, engreída, le hizo seña con su mano de que se fuera, sin importarle.

Luego comenzó a bailar con Al, su supuesto primo.

Lavell salió del salón y encendió un cigarrillo.