Capítulo VII - Sophie

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El anciano se encontraba despierto y con una notable mejoría. Los analgésicos habían logrado aliviar el dolor de cadera que lo aquejaba, y su falta de conocimiento sobre el cáncer lo impulsó a levantarse de la cama y salir de la habitación con la intención de marcharse.

—¡Aborrezco este sitio! ¿Podrías comunicarle a "ese individuo" que desista de seguirme? —le rogó a su hija mientras pugnaba por librarse del doctor.

—¡Señor Payne, no está en condiciones de marcharse! —vociferaba el médico al anciano, que ya se encontraba a punto de franquear la puerta principal del hospital. Sophie, sin la menor intención de contradecirle, contempló la cómica escena y admiró cómo su padre se movía con celeridad hacia el exterior del recinto, una agilidad que no se había visto desde la época en que era capaz de trabajar. Era fútil oponerse a la voluntad férrea de un hombre como él.

La mañana era radiante y la temperatura, sofocante. Sin embargo, la densa capa de esmog la teñía de un tono grisáceo, como si de un día brumoso se tratase. Su padre se encontraba de nuevo en casa, bajo el cuidado de su amiga, mientras ella se dirigía a la planta para obtener la ración diaria.

Tras el pinchazo, se dirigió directamente al sector de entrega. La multitud era densa y hostil, incluso más de lo habitual. El calor sofocante exacerbaba la tensión, y empujones y pisadas intencionales se convertían en armas para impedir el paso a cualquier intruso. «¿Qué especie tan violenta es la humana?», se preguntó Sophie mientras recibía la segunda ración. «¿Es acaso el hombre malo por naturaleza? ¿O tal vez es bueno, pero hay algo que despierta su lado más salvaje?». Un golpe seco en las costillas la sacó de su ensoñación. El impacto le había hecho perder una de las raciones, pero con un ágil movimiento la atrapó en el aire antes de que tocara el suelo.

Un hombre alto y escuálido, rondando los cincuenta años, la fulminó con una mirada recelosa.

—¿Por qué lleva dos raciones, jovencita? Me temo que una de ellas me pertenece —le dijo con una sonrisa torcida.

En ese instante, Sophie encontró la respuesta definitiva. El ser humano, en su esencia, tal vez albergue bondad, pero esta se diluye ante la avidez que despierta en él la posesión. Un simple "esto es mío" en boca de otro hombre bastaba para desencadenar su lado más salvaje. O tal vez, la maldad anida en su interior desde el principio. Fuera como fuese, el hombre siempre terminaría por convertirse en la peor especie del planeta.

—Lo único que va a ser tuyo es este acero en tus tripas —señaló el cuchillo con un gesto amenazante—. ¡Suéltalo, es mío!

—¡Perra! ¡Dame uno! —rugió el atacante.

La gente se abrió paso, retrocediendo paulatinamente hasta crear un ruedo vacío donde pudieran apreciar el espectáculo. Nadie movería un dedo para ayudarla. Es más, sus miradas reflejaban un ansia enfermiza por presenciar la pelea.

El hombre la zarandeó con una mano mientras con la otra pugnaba por arrebatarle la preciada ración de agua. En un acto reflejo, Sophie dejó caer una de las bolsas lejos de su atacante y se apresuró a desenfundar su cuchillo, pero ya era tarde: el puñetazo se dirigía veloz al centro de su rostro.

Por azar del destino o designio divino, un joven de gallarda estampa, notable altura y fornido cuerpo, había interceptado el golpe antes de que este besara su rostro. La perspectiva o la posición la confundían, pero la estatura de su salvador la superaba por casi dos cabezas. Su barba espesa y la coleta trenzada en su cabello rubio le conferían un aire de bárbaro.

El bárbaro levantó la bolsa de agua con una facilidad pasmosa, como si de una pluma se tratara, en lugar de los pesados litros que contenía. Sophie, a punto de expresar su agradecimiento, se percató del regreso del insensato que buscaba revancha. Sin perder tiempo, alertó al bárbaro, quien en un giro veloz como el relámpago desenvainó el cuchillo del cinturón de Sophie y, con un único movimiento fluido, derribó al atacante, dejando la afilada hoja apoyada sobre su cuello.

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now