Capítulo LII - Black Hole

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Cuando llegó a la entrada del BHV la inmensa puerta de vidrio se abrió automáticamente. El vestíbulo estaba desierto, el horario laboral había terminado y por suerte, la posibilidad de que alguien lo reconociera disminuía bastante, aunque siempre quedaba algún rezagado aficionado de su trabajo que no le molestaba hacer un par de horas extras. Arión tuvo que dirigirse a la recepción, no tenía otro camino. Una mujer algo obesa y de mediana edad lo recibió toscamente. Su semblante mostraba disgusto por la presencia del joven que interrumpía la proyección de su holopad personal. Desde abajo de su escritorio, escondido, se alcanzaban a ver las imágenes de la famosa holonovela que era furor entre las mujeres mayores de la ciudad. Sin quitar la vista de su programa y ocultando el poco interés por el hombre que llegaba, lo miró de reojo y le preguntó

—¿En qué puedo ayudarlo?

—Buenas tardes... —Escaneó con su RRA la información de la mujer— ¡Betsy! —Utilizando sus encantos, apoyó los codos sobre el escritorio y su mentón, casi perfecto, sobre sus manos—. Soy Arión Neptuno y trabajo para el señor Hans Lovis. Estoy autorizado para ir a la Laboratorio ISCO.

La mujer, más interesada en continuar con su novela que en el coqueteo vano del joven, buscó esos datos en el holopad de su escritorio. Esta era una versión más vieja y grande en comparación de la que estaba por debajo reproduciendo la holonovela. Mientras deslizaba su dedo en la pantalla proyectada, buscando el apellido Neptuno, lanzaba un doble chasquido con su lengua acompañándolo con un movimiento rápido de cabeza que iba de izquierda a derecha y viceversa.

—No tengo ninguna autorización para hoy. Lo siento.

—Podría fijarse bien. Puede ser que esté en otro lado, preciosa. —Y le mostró sus dientes perfectos con una sonrisa cautivadora.

—No. No puede ser —contestó la mujer—. Sin autorización nadie ingresa, a menos que trabaje aquí.

Y girando su silla, la cual crujió por el exceso de peso que estaba soportando, de inmediato volvió a sumergirse en su programa dando por finalizada la lacónica conversación con el desconocido.

Arión, totalmente frustrado, caminó hacia la salida. Fue con paso lento y dubitativo, esperando que surgiera alguna idea en su cabeza. Entonces vio la oportunidad en una solitaria puerta que podría llevarlo al interior del lugar. Comprobó rápidamente que la recepcionista continuara "ocupada" y sin pensarlo dos veces se coló por la misma. Cuando cruzó el umbral, encontró una oficina de juntas con una única salida: la misma por la cual había ingresado.

—¡Diablos! —exclamó decepcionado.

Pensó quedarse allí hasta que la recepcionista tuviera que ir al sanitario, pero era muy probable que no se movería por un buen rato. Y la paciencia no era una de las virtudes de Arión.

El joven recorría la oficina de un lado a otro y cada tanto abría la puerta dejando un espacio suficiente para poder espiar a través de la abertura. Se recostó en el único sillón de la sala y se puso cómodo para que su cabeza pudiera dedicarse al problema que estaba teniendo. Mientras, mordía sus uñas para luego escupirlas, y restregaba sus ojos con ambas manos. Un momento de lucidez llegó mostrándole lo que debía hacer. De inmediato buscó el número de la recepción en su pulsera y lo envió hacia su neckcall. Cuando la llamada ingresó, Arión colocó su ojo entre la puerta y el marco, y alcanzó a ver que la mujer pausaba su programa y, lanzando un bufido tan potente que retumbó por todo el vestíbulo, encendió su neckcall.

—Buenas tardes. Laboratorio BHV. Habla Betsy, ¿en qué puedo ayudarlo?

Arión no asoció la voz que escuchaba a través del neckcall con la mujer que había hablado minutos atrás. Betsy se oía más delicada y atenta: ahora su tono era mucho más fino y agudo. No cabía duda de que era ella, la estaba viendo mover sus labios con cada palabra que escuchaba, por lo que supuso que usaba algún tipo de aplicación para sintetizar su voz.

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now