Capítulo XLII - Arión

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—¿Sabes quién soy? —gritó y dio un puñetazo tan fuerte que trizó la barra.

El algoritmo del hypertren le siguió negando otra copa: los niveles de alcohol que envió la pulsera de Arión eran muy elevados y, en este y otros transportes privados, el estatus social no era trascendente.

—¡Quiero otra copa!

Pero el bar se la volvió a negar. El guardia de seguridad apareció por la entrada del vagón. Arión estaba borracho, pero no era tonto. Indignado, volvió a su asiento y fulminó con la mirada a quien se atreviera a establecer contacto visual.

Era el tercer día de farra. El primero lo había comenzado con una gran pelea entre padre e hijo. Y esta vez su padre tenía la razón. Edward se sintió completamente traicionado por lo que hizo con Sophie. Arión intentó explicarle qué era lo que quería conseguir, pero su padre no lo escuchó. La riña volvía siempre a lo mismo en donde ninguno de los dos escuchaba al otro. A Edward nunca le importó el porqué de sus investigaciones con el agujero negro, ni el para qué. Jamás se interesó en sus proyectos y nunca supo qué era lo que hacía. Por eso, Edward, no entendió las verdaderas intenciones, ni ese inmenso deseo de ingresar al centro del laboratorio. Entonces, Arión se largó de la discusión interminable con su padre, dedicando lo que quedaba de su primer día para olvidar su realidad familiar con la mayor cantidad de productos químicos que su cuerpo podía absorber. Su mente, las emociones, los colores y los sonidos estaban fuera de su control. Y el sexo, eso sí había sido algo distinto. Pasó la noche en el Maison de Fantaisie, donde satisfacían cualquier deseo y el límite quedaba en los bits que el cliente estaba dispuesto a derrochar.

Ceres lo llamó y le envió varios mensajes, pero Arión desactivó su neckcall y activó el modo incógnito de la pulsera, permitiéndole utilizar únicamente las funciones que no requerían enlazarse a la red, como por ejemplo transferir los bits que necesitaba y en cantidad.

Tomó la habitación más lujosa del lugar. Estuvo con Sheila, la mejor prostituta de la mansión. Ella le retribuyó con placer cada bit que se iba transfiriendo. Luego invitó a dos mujeres más, dos exquisiteces. Más tarde entró un delicioso individuo, alto y mucho más marcado que él. La transpiración pasó de cuerpo en cuerpo entre los integrantes de la orgía. El exceso de PLS no faltó y si llegaba a escasear no tardarían en volver a traerle.

En el segundo día visitó a Alexander y pagó por una suite que destrozó por completo. Entraron y salieron personas durante todo el día. Algunos estaban desparramados por el lugar completamente fuera de sí, mientras que los demás bailaban o fornicaban en cualquier rincón del piso, incluso dentro de la piscina.

Al tercer día salió a beber a Le Voyage. Comenzó con cerveza de arroz, licores suaves y terminó con licores fuertes. Continuó bebiendo extravagantes cócteles que le preparaban en la barra. Recordaba haber tenido una larga charla con el magnate ruso, pero no sobre qué. Tenía flashes de discusiones de economía, historias de amoríos y otras infinidades de conversaciones en la que un par de borrachos podían desperdiciar largas horas. Arión no era un gran bebedor. Vomitó un par de veces y algo lo hizo continuar bebiendo. Luego quedó en blanco sobre un amante potencial justo antes de liarse nuevamente. Despertó con una terrible jaqueca sobre un hypertren que no sabía a dónde se dirigía. Quiso otra copa, pero el algoritmo del bar se lo negó.

Cuando volvió al asiento, una joven a su lado lo miró con lástima. Tenía unos ojos tristes que lo enfocaron por un momento y luego giró la cabeza sin miedo para observar la imagen que proyectaban en su ventanilla.

—¿Hacia dónde vamos? —le preguntó a la chica.

—Hacia el muro —respondió.

Ahora recordó qué hacía en ese transporte. No solo despejar su conciencia de la culpa que sentía por arrebatarle ese nuevo amor a su padre: la pobre joven no tenía la culpa de haber caído en una familia tan destrozada. Fue la curiosidad lo que lo había montado en el hypertren. Las palabras de Alexander se le grabaron en el inconsciente. No existía nivel de alcohol que borrara esa frase. «El agua. El agua es la clave para deshacernos de toda esa gente». 

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now