Capítulo XIV - Sophie

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Se despertó bruscamente al sentir que la camioneta se detenía de golpe. Al asomarse por la ventanilla, se encontró con una serie de carteles que proyectaban publicidad holográfica. Una figura femenina tridimensional, que anunciaba lencería de una marca desconocida para ella, captó su atención de inmediato. A su lado, un anuncio más pequeño mostraba a un hombre vestido de vaquero, sacando y guardando una pistola que cambiaba de modelo en cada exhibición; claramente, era la publicidad de una tienda de armas. Al fondo, divisó edificios resplandecientes, lo cual la llevó a la conclusión de que ya no se encontraban en la USEE. La exagerada iluminación de la metrópolis era algo que no había experimentado en su lugar de origen. Sin embargo, lo que más la desconcertó fue darse cuenta de que habían cruzado la muralla sin que ella se percatara.

Al observar a través del parabrisas, finalmente descubrió la razón por la cual la camioneta se había detenido abruptamente: una decena de linternas brillantes, que deslumbraban a los pasajeros, bloqueaban el camino. Sophie no lograba distinguir con claridad lo que sucedía más adelante. Después de unos segundos, algunas de esas luces se desplazaron hacia los costados de la camioneta y una voz robótica comenzó a hablar con autoridad:

—¡Esto es una redada! ¡Salgan del vehículo con las manos en alto!

El corazón de Sophie latía tan rápido como el redoble de tambores. Las otras cuatro mujeres comenzaron a gritar y a moverse frenéticamente, como una bandada de pájaros asustados por un disparo. El único que permaneció inmóvil, sin hacer ningún gesto, fue el muchacho robusto que estaba sentado junto a Sophie.

El joven miraba a través del vidrio, intentando identificar quienes estaban al otro lado. Tuvo que entrecerrar los ojos para protegerse del resplandor que casi lo cegaba. Lamentablemente, descubrió que cada una de esas luces brillantes eran armas apuntando hacia ellos. Se volteó rápidamente para avisar a los demás, pero se encontró con el caos reinante en los asientos traseros. Fue entonces cuando vio a la única mujer que permanecía calmada.

—¿Cómo te llamas? —preguntó el joven con urgencia.

—Sophie —respondió ella rápidamente.

—Sophie, nos tienen en la mira y parecen dispuestos a disparar en cuanto detecten que llevamos armas.

—¿Armas? —exclamó Sophie, alarmada, al ver al conductor y al copiloto recargando armas automáticas.

—¡Maldición!

Sophie intentó tranquilizar a las mujeres que estaban en el asiento delantero para poder avanzar. Con determinación, se estiró lo más que pudo y asomó la cabeza entre los asientos. Con una súplica genuina, imploró a los militares que bajaran las armas.

—¡Desciendan con las manos en alto! ¡Este es el último aviso! —advirtió nuevamente la voz robótica desde fuera.

Sophie volvió a mirar hacia el exterior del vehículo, ahora con mayor detenimiento, y logró distinguir claramente quienes les apuntaban. Estaban uniformados, pero no eran militares. Vestían de negro, portaban chalecos antibalas y llevaban un saco largo del mismo color que les confería una elegancia única. En sus pechos destacaban las iniciales "ARS". Aunque no comprendía por qué lo sabía, su cerebro identificó esas siglas: Agentes Rastreadores de SIFA. Estaban rodeados por un grupo de rastreadores altamente capacitados, equipados con tecnología de avanzada.

El conductor y su acompañante, convencidos por el razonamiento de la joven, comprendieron que no tenían otra opción y ocultaron las armas debajo del asiento del vehículo.

—Descenderemos uno a uno con las manos en alto —anunció el conductor a los pasajeros mientras abría la puerta del vehículo.

Salieron del vehículo con movimientos precisos y sin provocar reacciones en los agentes de negro. Estos los alinearon en fila contra el vehículo, con las piernas semiabiertas y las manos detrás de la nuca.

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now