Capítulo XL - Sophie

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Tuvo que caminar por un par de horas hasta llegar a su edificio. Antes de ingresar se detuvo y lo analizó con una mirada nostálgica. El lugar realmente daba lástima y parecía que en cualquier momento se vendría abajo. Las paredes estaban gastadas y la pintura era un asco. Cuando lo comparó con el edificio de Alexander o el de Edward sonrío con ironía. Subió los incontables y tediosos escalones hasta llegar a su piso. Saltaba de dos a tres por vez los primeros diez pisos; luego, por más de estar cargada de ansiedad, tuvo que ir de uno en uno como solía hacer de niña para poder contarlos. Ya en su nivel, se detuvo frente a la puerta para recuperar el aire. Mientras, pensó cuáles serían las palabras que le diría a su padre en cuanto abriera la puerta: «Te he extrañado. ¿Cómo te sientes, papá? ¿Qué ha sucedido en mi ausencia?». O, tal vez, mejor no debería decir nada y solo darle un gran abrazo. Para ella habían sido solo unos días, pero para el pobre viejo, quien había esperado casi dos meses, seguramente fue demasiado tiempo lejos de su hija.

Todas esas preguntas se desvanecieron cuando sintió que la sujetaban desde atrás. Una mano femenina le tapó boca y la arrastró hacia el departamento de enfrente.

Sophie se dio vuelta y vio a su amiga.

—¡Yvonne! —exclamó con felicidad.

—Shhh... —le chitó su amiga. El miedo destellaba en su mirada.

—¿Qué sucede? —susurró Sophie, agachando su cabeza como si estuviera esquivando algo, para luego acercarse a su amiga.

—Los agentes del PAS están en tu casa —le susurró.

—¿El PAS? —Sophie abrió tanto los ojos que entraría un balón de futbol.

—Sí. Te han estado buscando. Es la tercera vez que vienen. Tu padre no sabía qué hacer. La primera vez que llegaron estaba en tu departamento cuidándolo. Gracias a Dios estaba en sus momentos lucidos e inventamos una tonta excusa que pareció convencerlos. Casi no lo creí, pero funcionó. Pensé que nos fusilarían allí mismo. En la segunda visita —continuó— supe que no podía usar otra excusa por lo que escondí a tu padre en mi departamento. Pude sacarlo a tiempo gracias a los silbidos de los vecinos que anticiparon la presencia del PAS en el edificio. —Yvonne se tomaba la cabeza mientras susurraba—. Pero parece que hoy tuvieron la cautela de no llamar la atención.

—Debo ir a ver a mi padre...

Yvonne interrumpió con un grito:

—¡No! —Tomó a Sophie del brazo impidiendo acercarse a la puerta.

Un silencio nervioso se oyó desde el departamento de Sophie.

—¡Ve a revisar! —ordenó una voz autoritaria.

—¡Sí, señor!

Sophie miró asustada a su vecina y ambas se quedaron inmóviles. Yvonne reaccionó con rapidez y con un empujón lanzó a Sophie detrás de la puerta justo en el momento que el soldado la abría de una patada. La puerta golpeó en los pies de Sophie y rebotó en el uniformado quien la detuvo con su codo. Por suerte no la descubrió.

—¿Qué hace en mi casa? —gritó Yvonne arrojándole un almohadón. El hombre lo esquivó y avanzó con pasos medidos sin dejar de apuntar con su fusil mientras registraba el lugar con pequeños movimientos de cabeza. La distancia entre ellos se achicaba e Yvonne retrocedía cada vez que la mirada del soldado intentaba girar hacia donde se encontraba su amiga.

—¡Quédate quieta! —ordenó el hombre sacudiendo el fusil.

Yvonne levantó las manos y lo fue rodeando hasta colocarse en la entrada. Cuando el soldado entró a la cocina Yvonne abrió la puerta suavemente con el pie intentando ocultar completamente a Sophie.

DOS MUNDOS - Black Hole ITahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon