Capítulo XLIV - Rita

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Los ojos de Rita comenzaron a humedecerse delante de Chess antes de poder decir alguna palabra.

—Nunca quise abandonarte, hijo —fue lo primero que dijo, y con sinceridad.

—¿Entonces? ¿Por qué no volviste? —Chess se apoyó contra el respaldo de la silla, alejándose.

Ella se acercó a la mesa, estiró sus manos ásperas y acarició el brazo del Vikingo.

—Déjame contarte desde el principio, y si no logro convencerte puedes irte. Lo entenderé. —Chess, con delicadeza, deslizó su brazo liberándose de la mano de su madre, para cruzar los suyos. Arrugó la frente y con un pequeño movimiento de cabeza le indicó que comenzara.

Rita bebió un poco de agua y tragó con dificultad, casi atragantándose.

—Sabes por qué me fui —comenzó—. Necesitábamos bits, tu padre nunca podía estar en casa y no había mejor lugar que este para conseguirlos...

—Si tanto te preocupabas por mí o si tenías tanto miedo de que pasara hambre, ¿porque nunca volviste? —inquirió Chess furioso.

—Tienes razón, claro. —desvió la mirada con vergüenza— Sabes que no podemos transferir bits desde este lado del muro hacia...

—Sí, lo sé. Todos lo saben —interrumpió irritado, aunque sonó más parecido a alguien que se encontraba cargado de resentimiento por tantos años de abandono—. El bloqueo financiero.

—Exacto. Y tenía prohibido cruzar el muro para avisarles —se excusó—. Déjame explicarte desde el principio —dijo con voz suave, aunque disgustada por tantas interrupciones.

Chess notó el reto, con algo de vergüenza descruzó los brazos y bajó la mirada.

—Disculpa, hijo. —Le parecía raro llamarlo hijo cuando aparentaban la misma edad—. Necesito que me escuches y luego tú decidirás que hacer... —Hizo una pausa y respiró profundo—. En cuanto llegué a Ciudad Capital me tomaron para trabajar en el Edificio de Agricultura. Allí me trataban bien, tenía buenas compañeras y ganaba suficientes bits como para que pudiésemos llevar una vida cómoda dentro de la USEE. Mi investigación se centraba en mejorar las condiciones poco propicias para el crecimiento de las plantas, con el objetivo de obtener alimentos más saludables y utilizando la menor cantidad de agua posible. Dadas las condiciones a las que están expuestas y el estrés ambiental que sufren, las plantas reajustan su metabolismo y su desarrollo, reprogramando su expresión génica...

Rita se detuvo al ver la cara de su hijo y esbozó una amable sonrisa. Con una ceja levantada y la otra fruncida, Chess demostraba el escaso o nulo entendimiento de lo que le estaba explicando. Lo suyo era la informática y la lucha. Él siempre pensó que era más parecido a su padre que a ella. Y ahora podía confirmarlo.

—Bueno —continuó Rita—. En realidad, fue lo que descubrí en el laboratorio lo que cambió todo. Un día, a través de estrategias experimentales genéticas y genómicas, me encontraba modificando los mecanismos moleculares que regulan la adaptación de un cultivo bastante raro, y sin querer, ocurrió algo que desencadenó todo este lío en el que estoy metida. Inadvertidamente, me lastimé el dedo —señaló su dedo meñique como si quedara algún vestigio del pasado—. Y sin darme cuenta, una gota cayó dentro del matraz. Continué con el experimento sin saber lo que había sucedido. Noté un color inusual, un tono extraño, diferente, lo que me dejó intrigada. Había realizado innumerables experimentos y conocía al detalle las muestras, por lo que me di cuenta de que sin duda había algo fuera de lo común, pero no logré identificar la razón —se recriminó a sí misma. Parecía preocupada, como si estuviera reviviendo aquel momento.

Rita amagó a tomar el vaso de agua, pero desistió cuando vio que estaba vacío.

—Espera, mamá —Chess alzó el brazo y le hizo una seña al mozo—. ¿Podría traernos dos vasos de agua, por favor?

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now