Capítulo XLV - Emma

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Los años le habían pasado rápido. Su altura era apenas algo mayor, pero su carácter se había forjado de la misma manera que sus creencias. Le faltaba poco para dejar el orfanato y poder servir en las líneas del Líder. Siempre se esforzó para poder pertenecer a la guardia personal de Salvador, pero ya le habían adelantado su primera misión para cuando saliera de allí. Ingresaría en el pelotón encargado del rescate de Marcus. Ella prefería proteger a su líder en vez de salir a buscar al hijo, pero ser elegida para una misión tan importante la alegraba. Todas las jóvenes deseaban conocer a Salvador el Grande una vez fuera del orfanato, aunque pocas lo lograban. Salvador era la persona dela cual habían aprendido tanto, a quien idolatraban en cada clase y por quiendebatían en las tediosas rondas nocturnas. Era el hombre que las inspiraba a recitar canciones improvisadas en las aburridas y gélidas marchas de castigo, resultado del descuido de alguna jovencita al quedarse dormida en su guardia.

Emma era perfecta en todo lo que hacía y esto la transformaba en un soldado completamente dedicado al Partido Libertad. Solía ser la persona que se ofrecía para coordinar todas las actividades extracurriculares, los ejercicios de entrenamiento, los juegos de guerra y, lo que más le gustaba, liderar la marcha matutina de cada día.

—Te voy a extrañar, Shiori.

—¿Qué? —Esas palabras la distrajeron del "izquierdo, derecho, izquierdo, derecho" que iba recitando durante su marcha.

—Estoy feliz por ti que ya tienes que irte, pero voy a extrañarte —confesó Emma después de suave carraspeo.

—¿Estás bien? ¿Desde cuándo dices cosas tan sentimentales? —Shiori sonrió y le dio un empujoncito con la cadera que le hizo perder la marcha por un momento—. Seguro que te has golpeado la cabeza en estos días. —Y largó una carcajada que se oyó hasta lo último de la fila.

—¡Calla, Shiori! —Afinó los labios y frunció el ceño—. ¡Debemos dar el ejemplo!

Emma, avergonzada, miró sus pies regulando la marcha a ciento veinte pasos por minutos y una longitud de sesenta y cinco centímetros. Le encantaba contar cada paso para comprobar su exactitud. Se destacaba en cada una de las actividades que se realizaban, por eso estaba al frente de la marcha.

—¿Qué te preocupa? —le susurró Shiori—. En un mes saldrás de aquí también.

—Aunque solo me quede un mes, no sé cómo será dormir sin tus ronquidos.

—Discúlpeme, señorita perfecta —murmuró Shiori para que solo Emma pudiera oírla. Después le enseñó la lengua, burlándose.

—Tienes que madurar Shiori si quieres ingresar a las FES. ¿O prefieres ser un simple guardia de seguridad de algún escondrijo de mala muerte?

—Sabes que no me interesa ingresar en ningún sitio en especial. Solo quiero salir de este lugar. Tantas mujeres me tienen fatigada —aseguró, y luego negó con la cabeza.

—¿Y qué es lo que quieres? No me digas que desertarás una vez que salgas de aquí. De ser así sabes que tendría que denunciarte.

—No lo harías, pequeña.

—Sabes que sí.

—No te atreverías. —Le lanzó una mirada desafiante.

—Mmm... —Por más que su entrenamiento y su personalidad no la dejasen quebrantar las reglas del orfanato, a excepción de la vez que rompió la rodilla de Malenka y la nariz a Lerka, Emma jamás entregaría a las autoridades a su única amiga.

—De todas maneras, no te preocupes que no desertaré. ¡Puedes quedarte tranquila, pequeña! —Se quedó con la mirada perdida en sus pasos y añadió—: Solo quiero conocer a un hombre para que me haga compañía. Hemos oído tantas historias de las superiores que tal vez, esa idea ha ido anidado en mi cerebro con el tiempo... —Shiori con una mirada enfrascada miró hacia el cielo y recitó—: Tocar una piel extraña, sentir el olor del otro sexo, descubrir esa extraña sensación de enamoramiento que dicen que recorre todo el cuerpo...

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now