Capítulo VIII - Edward

171 19 3
                                    

Los guardias, apostados en la entrada de la discoteca, otearon por encima de las cabezas de los que aguardaban en la fila para identificar a la persona que bajaba de la limusina. De inmediato, apartaron a la gente para dejar paso a Edward. Su entrada triunfal evocaba la ceremonia de entrega de los Premios Bono, un galardón anual que distinguía a los mejores músicos de SIFA en homenaje a Paul David Hewson, artista y activista irlandés.

—Lo siento, señor Neptuno —se disculpó el guardia—, pero debe dejar su pistola en el locker. Si lo desea, puedo guardársela.

Edward, conocedor de las normas del lugar, la entregó sin rechistar, aunque no sin cierto recelo. Se trataba de una Browning de 9mm, bañada en oro y con un tridente grabado en la empuñadura.

En ciertos lugares estaban vedadas: la combinación de alcohol y armas no eran buena combinación. No obstante, en la mayoría de los locales de SIFA se toleraba la portación de armas de bajo calibre. Al principio se habían autorizado, pero cinco años atrás, en un caluroso día de verano que incitaba al consumo excesivo, se desató una reyerta que desembocó en tragedia: veinte heridos y cinco muertos. Se rumoreaba que la mayoría de ellos pertenecían a la Mano Negra. A partir de ese fatídico día, se prohibió el ingreso con armas a la discoteca.


El magnate cruzó el umbral con la frente en alto, ostentando una arrogancia nacida del poder y la riqueza A su alrededor, un mar de rostros expectantes se mojaba bajo la lluvia tenue que acariciaba la noche. Las miradas de rencor hacia Edward se iluminaban por el reflejo de los anuncios y propagandas que saturaban la urbe.

Las luces intermitentes de la discoteca generaban una atmosfera oscura y siniestra. El espacio era amplio, pero la multitud abarrotaba los dos niveles disponibles. Algunos bebían cócteles con indolencia, mientras otros bailaban en una burbuja ajena al mundo exterior. A su lado, dos mujeres se besaban apasionadamente: una de ellas deslizaba su mano por debajo del top translúcido, mientras la otra le frotaba la entrepierna con lascivia. En la barra principal, rodeado como una celebridad, se encontraba su no tan querido amigo Alexander Mars. Le decían "el joven ruso" por su piel tersa que desafiaba el paso del tiempo y por su ascendencia rusa. Aunque le encantaba presumir de sus raíces, la realidad era que su padre Dmitri había nacido en la exRusia y él era simplemente un nativo de C.C.

—¡Tovarishch (camarada) Edy! —gritó en cuanto lo vio.

Edward se acercó despacio, procurando presentarse con un aire de importancia frente al individuo más ambicioso de las cuatro familias. Alexander era el director de Juegos y Entretenimientos, empresa heredada por el negocio de su difunto padre.

Ciudad Capital estaba compuesta por cuatro familias principales que vivían alrededor del Black Hole Vacuum, antes conocido como CERN. Cada uno de estos linajes tenía un edificio, desde el cual no solo habitaban, sino que también dirigían sus empresas. Las colosales estructuras se hallaban equidistantes del agujero negro, meticulosamente dispuestas para aprovechar al máximo la dilatación temporal que este generaba.

Dos eran de la familia de Neptuno. El primero de ellos era el opulento Edificio de Aguas de SIFA, potabilización del agua que abastecía tanto a la ciudad como a Europa Exterior. Este negocio había vuelto a ser exclusivamente de Edward tras el divorcio. El segundo, dedicado a la Agricultura y Ganadería, había pertenecido a la familia de Ceres hasta el momento de contraer matrimonio. Tras la disolución del mismo, la empresa regresaba a manos de su exesposa.

Seguido a esos dos edificios, se erguía la imponente y paradójica construcción de la familia Lovis: un rascacielos en forma de bobina de Tesla que no solo albergaba una central eléctrica, sino que también era la sede de las numerosas oficinas encargadas del sector eléctrico en SIFA.

DOS MUNDOS - Black Hole IWhere stories live. Discover now