↳;; ❝Volkacio AUs♡

lo vas a olvidar✨

Basado en la canción de multimedia porque me enamoré al escucharla en Euphoria (hablando de Euphoria, estoy escribiendo un socialmedia en twt basado en esa serie, spam spam spam).

(Poneos una playlist sad de fondo, y la canción del título cuando veáis este emoji 🎶)

Donde Horacio cuida a Volkov durante el coma. O donde intenta olvidarlo cuando despierta. ♡︎

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Guardó en su maleta las prendas de ropa que quedaban tiradas descuidadamente sobre la cama. Un jersey violeta, unos pantalones vaqueros y una camisa color crema arrugada. Se dio cuenta de que no era suya al instante en que la tuvo entre las manos, pero para ese momento ya fui imposible luchar contra el recuerdo que traía con ella.

Esa camisa no era suya, y debió de acabar en su armario en uno de sus muchos viajes al hospital para ver al dueño de la prenda. La acarició entre sus dedos, valorando si debía devolverla. Lo pensó unos segundos, y, egoístamente, decidió quedársela. Si no iba a volver a verlo jamás -cosa que no asimilaba, y no era capaz de sentir tristeza al pensar en ella, porque su corazón no lo sentía como algo verídico, algo que pudiera pasar- podía, por lo menos, quedarse con ese recuerdo.

Volkov no echaría en falta la camisa, o por lo menos no tanto como Horacio lo echaría de menos a él.

Mientras la doblaba cuidadosamente con una delicadeza que parecía que estuviera tratando con el objeto más frágil y más valioso del mundo -porque, para él, lo era- y la guardaba en la maleta como oro en paño, los recuerdos de esos últimos meses asaltaron su mente y lo dejaron paralizado, arrodillado en el suelo de su habitación -o, por lo menos, su habitación durante esas últimas horas que pasaría en la ciudad-, sin aliento y con los ojos húmedos.

La realidad lo golpeó. No volvería a ver a Volkov. En todo lo que le quedaba de vida. Ansiosamente, intentó recordar el último momento que lo vio sonreír, porque necesitaba guardar ese recuerdo en su corazón. No le costó acordarse de cuándo fue. De camino a las oficinas del CNI, gracias a él. Volkov había reído porque él había robado un patrulla. Lo había hecho reír él.

Llevaba sin ver sus sonrisas, escasas pero sinceras, desde ese momento, y no volvería a verlas nunca, porque esa noche cogería un avión a un destino lejano, y no pensaba comprar billete de vuelta.

Ahora que sabía que estaba bien, ya había cumplido su misión. Podía seguir con su vida.

Meses antes...

Aire frío, sirenas de ambulancia, y ese olor escalofriante -demasiado limpio, demasiado vacío- de los hospitales. Estaba mareado, nunca le había gustado ver sangre. Y menos si brotaba de la persona a la que le había entregado su corazón. Y menos si había sido él el que había provocado ese sangrado.

Alguien le apartó para entrar en el hospital, y se dio cuenta de que era Conway, que corría para ver si la persona a la que consideraba su hijo estaba bien. Él avanzó unos pasos detrás, siguiéndolo hasta la puerta, pero no llegó a rozar el cristal para abrirla.

—No puedo entrar... —susurró para sí mismo, a un volumen tan bajo que apenas necesitó mover los labios.

Se dio la vuelta. Caía una fina lluvia, las gotas eran casi imperceptibles, pero notaba la humedad en la piel. Caminó en dirección contraria al hospital, en una dirección que no sabía a dónde llevaba, pero una dirección que necesitó seguir. Se sentía muerto, apagado, privado de toda clase de sentimientos.

Pero el viento le azotó el rostro e hizo brotar las lágrimas que llevaba tiempo reteniendo. Le enrojeció la mirada, se la oscureció, se la cambió. Pero no dejó de correr porque no quería pensar, porque necesitaba alejarse de todo. A cada paso que daba se alejaba más del hospital, y su mente se nublaba hasta que sólo podía pensar en seguir avanzando, sólo podía centrarse en el suelo firme bajo sus zapatos, en la manera en la que su garganta ardía al luchar por conseguir oxígeno, como sus músculos dolían y como todas sus prendas de ropa se empapaban con la lluvia.