↳;; ❝Volkacio AUs♡

don't you remember? [2]✨

Donde Volkov va recuperando su memoria poco a poco.

(Parte 2/2)
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—¿De vacas? —Volkov se ruborizó un poquito más, y carraspeó, incómodo.

—Sí, a ver- - no... no sé si fue así —repitió. Tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación—. No estoy muy seguro de... si pasó de verdad. Tal vez lo he soñado.

Su psicóloga anotó un par de cosas, y luego levantó la mirada de nuevo hacia él, sentado frente a ella. Se notaba la tensión en sus hombros y en la manera en la que estaba sentado, como si no se permitiera a sí mismo relajarse.

—Puede preguntárselo a Horacio —la simple mención de su compañero hizo que Volkov sintiera algo parecido a una descarga eléctrica en el centro de su pecho, como si su piel empezara a vibrar.

Negó con la cabeza repetidas veces, convenciéndose más a sí mismo de no hacerlo que a ella.

Había tenido una gran mejora. No recordaba con exactitud su pasado, pero sí que empezaban a aparecer en su mente ciertos recuerdos más próximos en el tiempo, sobre todo desencadenados gracias a la cercanía con Horacio. Al principio recordaba frases o imágenes, que ni siquiera tenía claro si habían sucedido o si las había soñado. Poco a poco comenzó a ser capaz de evocar situaciones, conversaciones completas, algunos momentos.

Pero no se lo había dicho a Horacio, porque eso implicaría tener que lidiar con el tema del beso, y, sinceramente, Volkov estaba acojonado. Nunca le había gustado tanto nadie. Nunca le había gustado nadie, a secas. Y, aunque su parte más visceral le pedía enfrentarse a la situación y vivir de una vez por todas esa vida que siempre había soñado con tener -pero que siempre había visto tan lejana como para siquiera desearla-, otra parte de él sólo quería evitar la situación lo máximo posible. Era su parte más dañada, la que más había sufrido a lo largo de los años, la que estaba en una constante búsqueda de autodestrucción inconsciente, porque seguía sintiendo que no merecía ser feliz, porque tenía grabado a fuego ese pensamiento.

Y lo más cercano que había tenido nunca a la felicidad tenía nombre y apellidos, y esperaba una respuesta de su parte. Ocultarle que poco a poco volvía a ser él mismo parecía la peor decisión de todas, pero Volkov estaba perdido.

—No... él no sabe nada de... esto —acabó confesando, avergonzado. Jugueteó con los puños de su camisa, colocándolos y recolocándolos innecesariamente en una demostración clara de sus nervios.

Su psicóloga era muy profesional, una de las mejores, pero esta vez no pudo contener una expresión de sorpresa, aunque comedida.

—¿No se lo ha contado? —le sorprendía, habiendo escuchado lo importante que era Horacio para Volkov. Lo común en sus casos era que el paciente, al notar su mejoría, lo comunicara de inmediato con la gente de su entorno que lo estaba ayudando más a seguir adelante.

—Eh... bueno, a ver... No exactamente... —Volkov, que solía ser una persona que explicaba las cosas demasiado para dejarlo todo claro y no dar lugar a dudas, estaba sin palabras por primera vez, abrumado por tener que hablar de eso.

Pero, al mismo tiempo, sentía que debía hacerlo. Y, además, quería hacerlo. Quería hablar de ello con su psicóloga porque era más fácil que con alguno de los que eran sus amigos, o con el propio Horacio. Carraspeó, se recolocó sobre la silla y bajó la voz, aunque no hubiera nadie más en la habitación.

—Pasó... algo, y... no sé si- - —viendo lo reacio que se mostraba a hablar, y notando que el asunto parecía serio, ella lo instó a seguir, pero con precaución.