↳;; ❝Volkacio AUs♡

somebody else✨

Donde las citas que tiene Horacio no son con el psicólogo. O donde Volkov se arriesga por la última oportunidad de ser feliz que le presenta la vida.

(Basado en la canción de multimedia)

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"—✨So I heard you found somebody else
And at first, I thought it was a lie"

("—✨Escuché que encontraste a alguien más
Y, al principio, pensé que era una mentira")

Volkov suspiró cansado antes de bajar del coche. Había sido un día agotador, y lo único que quería era darse una ducha larga y dormir hasta tarde.

Bueno, y hablar con Horacio. Charlar con él de los que fuera mientras cenaban algo y veían la televisión. Siempre conseguía hacerle sentir mejor, por muy cansado o de mal humor que le hubiera dejado la jornada laboral.

En cuanto abrió la puerta principal supo que había algo raro en el ambiente. Olía como si hubieran encendido velas aromáticas, y escuchaba voces de fondo que no pertenecían a la televisión. Se adentró en la casa, confundido, y avanzó hasta la única habitación que tenía las luces encendidas, la cocina.

Abrió la puerta, justo al mismo tiempo que recordaba algo que había ido olvidando con el paso de la noche.

El mensaje de Horacio. Su cita.

Cuando lo había leído había sentido una presión incómoda en su pecho, como si algo le apretara hasta impedirle respirar. Se había sentido mal, incluso decepcionado. Ni siquiera entendía el motivo, pero en ese momento sólo había querido tener a Horacio a su lado, patrullando con él. No había recibido respuesta a su propio mensaje preguntando por la cita, y al final se había acabado olvidando.

Pero en ese momento, viendo a Horacio y ese hombre desconocido levantarse rápidamente de las sillas de la cocina, la presión en su pecho volvió, acompañada de un hormigueo desagradable en su estómago que le hizo sentir náuseas.

—¿Qué hora- - ? Creo que se nos ha pasado el tiempo —dijo Horacio, con una risa suave e incomoda.

Volkov no dijo nada, estaba demasiado ocupado procesando la situación que se presentaba frente a él.

—Es mejor que me vaya —escuchó al otro hombre decir, pero su mirada seguía fija en Horacio. Él, al contrario, parecía hacer todo lo posible por no mirar a Volkov.

Volkov quería ser educado y decir que no pasaba nada, que no pretendía molestarles, pero no tenía ganas de mentir en ese momento. La situación le había pillado desprevenido.

—¿Te acompaño a la puerta, Noah? —preguntó Horacio, mientras su acompañante pasaba al lado de Volkov sin mirarlo y se encaminaba hacia la salida.

—No hace falta —dijo, secamente. Se comportaba como si de repente tuviera mucha prisa, y Volkov sospechaba que él lo había puesto incómodo.

No lo culpaba. Sabía que su apariencia era intimidante, y más después de un largo día de trabajo. Pero le daba igual. No iba a intentar ser amable cuando estaba deseando que se fuera de su casa.

—Pues... ya hablaremos —se despidió Horacio, pero no se acercó para darle un beso o hacer el mínimo contacto físico.

En ese punto Volkov fue capaz de reaccionar. Se giró, dirigiéndose a la nevera y abriéndola, estudiando su interior como si le interesara en lo más mínimo, aunque todos sus sentidos estaban puestos en la escena que debía de estar sucediéndose a sus espaldas.