↳;; ❝Volkacio AUs♡

don't marry her [3]✨

Dónde Volkov al fin se casa con quien de verdad quería casarse <3

(Parte 1 porque no me daba tiempo a acabarlo y lo dividí en dos, la parte 2 para la semana que viene, lo siento por tardar, gracias por esperar siempre por mis aus💗)

(el pasado de Horacio en este au me lo he inventado un poco)

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Horacio le acarició la cabeza mientras Volkov tragaba un ibuprofeno, acompañado de un poco de agua.

—¿No hay nada más que pueda hacer por ti? —preguntó Horacio, todavía repartiendo caricias suaves en su cabello. Volkov negó con la cabeza, sonrió como pudo y le cogió la mano que no estaba acariciándolo para entrelazarla con la suya.

—Gracias —Horacio le sonrió también. No tenía que darle las gracias por cuidar de él, era incapaz de no hacerlo.

Volkov sufría migrañas, aunque por suerte no solían durar mucho ni aparecer con tanta frecuencia como para interferir en su vida. Pero, de vez en cuando, tenía dolores muy fuertes y náuseas, y debía quedarse en cama.

Era una de esas ocasiones, con la diferencia de que esa vez tenía a Horacio para cuidar de él, y así todo parecía más llevadero. Había corrido las cortinas para dejar la habitación en penumbra, y le había obligado a beber mucha agua.

—Entonces te dejo descansar —quiso ponerse de pie, pero Volkov lo sujetó de la cintura. No dijo nada, pero Horacio entendió lo que pasaba y lo que quería, así que se recostó junto a él bajo las sábanas. Volkov estaba tumbado hacia arriba, y él se colocó a su lado, sobre su costado, para poder abrazar su cintura con una de sus piernas y pegarse a él.

Notaba lo caliente que estaba su rostro, pero se había negado a ponerse un paño mojado porque decía que tenía frío, así que prefería dormir hasta que se le pasara el dolor y le bajara la fiebre. Y quería que él durmiera a su lado.

Horacio evidentemente aceptó. Haría cualquier cosa que pudiera hacerle sentirse mejor porque odiaba verlo sufriendo. Cumpliría todas y cada una de sus peticiones si eso aliviaba el dolor del ruso.

La vibración de su móvil en uno de sus bolsillos le obligó a moverse levemente para apagarlo. Se fijó en el nombre de su hermano en la pantalla, pero decidió que lo llamaría después. Sabía que no le molestaría que ignorara una de sus llamadas, pues su relación era así. No hablaban todos los días, de hecho se habían distanciado desde su marcha de la ciudad, pero estaban siempre para lo que el otro necesitara.

Hacía tiempo que no pisaba la ciudad, pero, exceptuando a un par de amigos, tampoco había mucha gente esperándolo allí.

Había hablado poco de su relación con su familia, tan sólo con Gustabo y con Volkov. Y sólo con éste último había sido completamente sincero. Nunca se había llevado muy bien con ellos. Su madre había empezado a beber después de perder el trabajo, y él por aquel entonces no tendría más de diez años. La cosa se volvió inestable en su casa, y su padre decidió divorciarse de ella, porque sabía que no era bueno que estuviera alrededor de Horacio.

Después del divorcio, él intentó rehacer su vida. Encontró una nueva pareja, se mudó lo más lejos posible, y comenzó a salir más. Olvidando el detalle de que su hijo de entonces doce años seguía allí, y seguía necesitando un padre. No pensó que sus nuevas relaciones le afectarían. No pensó que le dolería alejarse de la ciudad en la que había nacido, en la que había hecho sus primeros amigos. No pensó que dejar de pasar tiempo con él le haría tanto daño.

No pensó en Horacio. En que había sufrido tanto como él, con la diferencia de que era tan sólo un niño que lo único que buscaba era alguien al que aferrarse. Alguien que le diera cariño, que le fuera a buscar después del colegio. Que viniera a ver sus funciones escolares, que le ayudara con los deberes, que le guiara en la vida ahora que estaba entrando en la adolescencia. Alguien que le hiciera sentirse protegido, que le hiciera sentir que tenía un hogar.