teacher's pet [2]✨

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Donde Volkov y Horacio son profesores de literatura parte 2

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Hacía mucho tiempo, demasiado, que no sentía la presencia de otra persona en la cama con él. No se abrazaban, pero sentía la espalda de Horacio pegada contra su pecho, y el calor que irradiaba era cómodo. 

Se separó hacia atrás para retirar el contacto, extrañando la calidez de su cuerpo, pero siendo consciente de que era mejor así. Se abrochó los botones de su camisa que estaban abiertos, probablemente porque anoche se le hicieron incómodos. Ni siquiera tuvo ganas de cambiarse, así que había dormido con la misma ropa con la que había salido la tarde anterior. 

A Horacio, en cambio, le había dejado una de sus camisetas. Había tenido que aguantar -con el ceño fruncido y un profundo sonrojo- las bromas acerca del estampado otaku de su ropa cómoda. Se le escapó una sonrisa recordando la noche anterior. 

La sábana estaba casi enredada a sus pies, porque la calefacción de la casa del ruso hacía que las mantas sobraran en invierno. Sin el estorbo, pudo observar la forma en la que los músculos de los hombros de Horacio se marcaban acompasados a su respiración tranquila. Recorrió con su mirada su columna vertebral, bajando hasta la piel morena y suave de su cintura, que la camiseta dejaba a la vista porque se había levantado levemente. La curva pronunciada de su cadera hacía imposible que Volkov pudiera apartar la mirada de su silueta, y de repente sentía más calor aún que antes. 

Se removió incómodo entre las sábanas ante el repentino calor que recorría su cuerpo, alterando sin explicación su sistema nervioso. El movimiento, junto con la luz del amanecer, terminaron por despertar a Horacio. El chico se estiró y frotó sus ojos, antes de darse la vuelta y sonreírle a Volkov. 

—Buenos días —Volkov percibió lo ronca que sonaba su voz al despertarse, la camiseta dejando ver sus clavículas marcadas. 

—Buenos días —respondió, y se aclaró la garganta para disimular el temblor nervioso en su voz. 

No sabía qué le estaba pasando, pero no solía sentirse así con nadie. 

—¿Por qué estamos durmiendo juntos? —y sonó demasiado tranquilo como para acabar de hacer esa pregunta. 

—Me arrastraste a la cama contigo —Horacio abrió mucho los ojos y sus orejas y pómulos tomaron un tono rojizo.

—¿C-cómo? 

—No querías que durmiera en el sofá —aclaró, sin percatarse de las posibles malinterpretaciones que tenía su frase, y Horacio respiró aliviado. 

—¿Qué hora es? ¿No tenemos que hacer un examen hoy? —preguntó Horacio, apoyándose en su codo para incorporarse y mirar el reloj en la mesita de noche del ruso. El movimiento hizo que uno de sus mechones de pelo cayera sobre su frente, y que su camiseta se levantara más aún, dejando a la vista de Volkov parte de su abdomen marcado—. Creo que deberíamos irnos ya a la ducha. 

—Ajá —respondió, distraído, y se obligó a sí mismo a mirarlo a los ojos—. V-ve tú primero, yo puedo hacer el desayuno.

—No te preocupes por eso, tenemos tiempo. Podemos ir a desayunar a la cafetería de ayer —sonrió y se tumbó de nuevo, sin ganas de levantarse, cerrando los ojos y tirando de la sábana para taparlos a ambos. 

Volkov no se quejó, a pesar de que sabía que debían vestirse y prepararse para las clases. Ignoró lo poco incómodo que se sentía con su presencia, a sabiendas de que apenas lo conocía hasta la noche pasada. Bajo las sábanas, Horacio se acercó para abrazarlo, como si la tela pudiera impedir que la situación se malinterpretara, como si pudiera funcionar como escudo. 

↳;; ❝Volkacio AUs♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora