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Volkacio en octubre. No hay más, esa es la descripción de este capítulo, sólo cosas soft.

(El contexto es diferente al canon en algunas cosas, entre ellas que Gustabo está vivo y que Volkov y Horacio ya llevan un tiempo siendo pareja.)

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Volkov gruñó y se dio la vuelta entre las sábanas para evitar la luz que entraba por la ventana ahora que Horacio había corrido las cortinas. Por lo normal, él era el primero en levantarse por las mañanas, pero en su día libre quería descansar.

Pero, al parecer, Horacio tenía planes diferentes.

Lo sintió tumbarse a su lado y abrazarlo por detrás, y él se dejó hacer. Volkov acariciaba el brazo que le rodeaba y Horacio le daba besos suaves en la nuca. La situación sería idílica si su pareja no hubiera abierto las cortinas y la luz no interrumpiera su paz.

—Horacio... —pronunció, con la voz grave de dormir—. ¿Qué hora es?

—Las nueve —respondió. Su voz destilaba paz, y a Volkov le encantaba verlo tan tranquilo. Aún así, no le encantó tanto escuchar la hora que era.

—¿Y qué haces despierto a esta hora? —protestó, dándose la vuelta para abrazarlo mejor. Horacio enseguida encontró el lugar perfecto entre sus brazos, ambos tan acostumbrados que sus cuerpos ya parecían reconocerse a la perfección—. Ven, métete en las sábanas y vamos a dormir más.

La risa de Horacio vibró contra su piel, pero lo sintió negar con la cabeza.

—He hecho chocolate caliente —informó, ignorando su petición y levantando la cabeza de su escondite para mirarlo a los ojos—. Además, tenemos que hablar de algo importante.

Volkov abrió los ojos tras esa frase, enarcando una ceja. A pesar de lo solemne que sonaban esas palabras, la sonrisa divertida en el rostro de Horacio le decía que no era nada grave.

—¿En serio me vas a hacer despertarme a las nueve en mi día libre? —rezongó, frunciendo el ceño y cerrando de nuevo los ojos.

—¿Te recuerdo que antes salías a correr a las cinco de la mañana? —dijo, besándole las mejillas con suavidad.

Volkov reprimió una sonrisa, negando despacio con la cabeza y buscando una respuesta que no lo dejara más en evidencia.

—Era... otra época, Horacio, ya... no soy tan joven —se excusó. Horacio puso los ojos en blanco, le dio un beso rápido en los labios y volvió a hablar.

—Te has llamado viejo a ti mismo, no he sido yo —sus dedos ascendieron por los brazos de Volkov, dibujando líneas imaginarias que le erizaban la piel. Suspiró, cerrando los ojos ante la sensación.

—Bueno... —consiguió articular, entrecerrando algo los ojos, por el cansancio y las caricias de su pareja—. Te recuerdo que tú antes hacías yoga.

La sonrisa de Horacio se agrandó, y negó con la cabeza.

—Que ya no lo haga no significa que haya dejado de ser flexible —provocó, reduciendo su sonrisa lo suficiente como para poder besar de nuevo a Volkov sin desbaratar completamente el ritmo.

—Soy... consciente de ello —continuó el juego el ruso, tras separarse.

Horacio rió y se levantó de la cama tras pedirle que esperara ahí. Volkov se estiró, resignado a no poder dormir hasta tarde en su día libre. Ya estaba demasiado despierto como para quedarse en cama por más tiempo, y Horacio tenía algo que decirle, así que no le quedaba otra opción.

↳;; ❝Volkacio AUs♡Where stories live. Discover now