↳;; ❝Volkacio AUs♡

you help me turn off the lights✨

Basado en el tweet de la multimedia⬆️

O donde al fin se dicen lo que llevaban tiempo necesitando decirse♡︎

*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•*´¨'*•.¸¸.•

Entraron en el CNI practicamente jadeando debido al cansancio. Michelle iba primera, con el ceño fruncido y la cara seria, seguida por Freddy, que se quejaba en alto por todo el esfuerzo que habían hecho. 

Conway no había hablado en todo el camino, tenía la mirada perdida y no paraba de pensar en la mafia y en lo que podía pasar los próximos días. 

Horacio estaba igual de enfrascado en sus pensamientos, pero, a diferencia de Conway, a él lo distraía cierta mirada en su espalda. No sabía si se lo estaba imaginando, pero últimamente notaba a Volkov buscarle la mirada todo el tiempo, e, incluso, seguirle. Pero no le había dirigido la palabra (o, al menos, no a solas), por lo que Horacio estaba sumamente confundido. 

Volkov entró el último, sin apartar la mirada de Horacio. Estaba muy preocupado por él desde que se había enterado de lo que le había hecho Gustabo, y le hervía la sangre con solo pensarlo. Horacio estaba tan diferente a como lo había visto la última vez, en comisaría. Y no sabía por qué, pero le dolía. 

Aunque nunca lo había admitido, había acabado acostumbrandose a la personalidad extrovertida y explosiva de Horacio, y encontraba cierto confort en él. Su alegre voz acallaba todos los pensamientos negativos que tenía el ruso a diario, y era tan facil olvidarse momentáneamente de todo lo que estaba mal en su vida cuando Horacio estaba a su lado. 

Y ahora que Horacio era callado y taciturno, Volkov tenía ganas de que volviera a sonreír e iluminar toda la estancia. 

—¿Puedo retirarme a descansar? —la voz del chico en el que estaba pensando lo sacó de su mente. 

—Sí —Conway suspiró y sacó una cajetilla de cigarrillos del bolsillo. 

—Quédese aquí a pasar la noche —ofreció Volkov, sin siquiera pensárselo dos veces.

Le aseguró que estaba todo lo que necesitaba, comida, bebida y mantas, así que Horacio aceptó, porque no había traído coche y no tenía dinero para pagar un taxi. 

-

Horacio se quitó la sudadera y los zapatos, quedándose solo con sus pantalones de chándal y una camiseta negra. Colocó una manta y un par de cojines en el suelo de uno de los despachos vacíos, donde había decidido pasar la noche. 

Se tumbó sobre la manta y abrazó uno de los cojines, apoyando su cabeza en el otro. Su mente se dividía en dos pensamientos: uno de ellos, la mafia y el peligro que corrían cada vez que salían a la calle; el otro pensamiento era Volkov. 

Creía que lo había superado, creía que tras el rechazo de Volkov se había olvidado de él, pero cada vez tenía más claro que no había sido así. La primera vez que lo había visto en el vestuario, a pesar de llevar la máscara de Dan, había sentido mariposas en el estómago. Y ahora, en el CNI, pasaban casi todo el día juntos. 

Y no ayudaba que Volkov pareciera seguirlo todo el tiempo allá donde fuera. ¿Acaso él le gustaba? No quería hacerse ilusiones, no otra vez, pero Volkov le había pedido tiempo, y él se lo había dado. 

Escuchó unos golpecitos en la puerta, y después la voz de Volkov decir su nombre, ¿se había quedado dormido y estaba soñando o estaba allí de verdad? La puerta se abrió, confirmando que no se trataba de su imaginación. 

—¿Horacio? ¿Está despierto? —se incorporó y se sentó sobre la manta, mientras le decía que pasara.

Volkov se acercó con cautela, y le tendió algo a Horacio.