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Donde intentan lidiar con el hecho de estar en el cuerpo del otro, al mismo tiempo que lidian con sus sentimientos.

(Basado en el directo en el que se cambiaban de cuerpo, porque si no escribía nada basado en eso me daba algo)

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—¿Me puedes explicar por qué cojones tienes una foto mía sin ropa en la galería? —habla Horacio, interrumpiendo el silencio que había en el interior del coche hasta ese momento. Eleva el tono de voz y gesticula mucho con las manos, como si estuviera verdaderamente molesto.

Volkov aparta la mirada del frente sólo unos segundos, para dirigírsela a Horacio, pero enseguida centra su atención de nuevo en la carretera.

—Horacio, te- - te he dicho que dejes mi móvil, coño —frunce el ceño, desviando de nuevo la mirada hacia él, aunque ahora Horacio no se la devuelve porque está ocupado mirando la pantalla del móvil de nuevo.

—Técnicamente ahora es mi móvil —enfatiza el posesivo, con una sonrisa casi maliciosa en las comisuras de su boca. Y lo peor de todo es que tiene razón. Le pertenece a él desde que se ha despertado en su cuerpo, hasta que lo que sea que está sucediendo desaparezca.

Hasta que la maldición se revierta, hasta que despierten del sueño, hasta que la realidad vuelva a la normalidad. Hasta ese momento, sea cómo y cuándo sea, no pueden hacer nada más que pretender que todo está bien para que la gente a su alrededor no se extrañe.

—Bueno... pero para que atiendas... mis llamadas y mensajes, y... por si...—detiene sus propias palabras, resumiendo sus discurso en un:— Para cosas importantes, Horacio, no para tonterías.

Horacio se gira para mirarlo de nuevo. Es extraño escuchar venir de su boca, con su voz, esas frases tan alejadas de lo que él diría y tan cercanas a la manera de hablar de Volkov. Igual de extraño es pensar una respuesta, y escuchar la voz del ruso al verbalizarla.

—Sí, sí.. lo que tú digas, pero no me cambies de tema —insiste. Volkov frunce el ceño, y Horacio ve la expresión en su propio rostro, y piensa que es probablemente lo más bizarro que ha vivido jamás. Y, aún así y sorprendiéndose a sí mismo, le preocupa más la conversación que está teniendo con Volkov en ese momento—. ¿Me explicas por qué en la galería sólo tienes fotos mías y de gatos?

Volkov se pone rojo. Probablemente el tono de piel bronceado impediría que nadie más se diera cuenta, pero Horacio, que claramente conoce sus propias expresiones más que nadie, lo nota.

—Bueno, yo qué sé... porque... —"Porque probablemente son las únicas cosas que me importan ahora mismo" piensa, pero no lo dice. No lo dice por tres motivos. El primero, porque sabe las implicaciones que tendrían esas palabras, y sabe que harían pensar demasiado a Horacio, y no cree que un patrulla sea el lugar adecuado para tener una conversación de ese estilo. El segundo, porque incluso él mismo se ha sorprendido de que esa frase haya sido lo primero que ha aparecido en su cabeza, casi sin pensar demasiado en ello. Y el tercero porque le asusta que, habiendo pensado en ello, siga estando de acuerdo. Pero está tardando en responder, así que acaba diciendo:— Pues porque... me gustan los gatos.

Horacio se queda en silencio. Volkov ni siquiera procesa sus propias palabras, y, cuando consigue hacerlo, se arrepiente profundamente. Se arrepiente porque sabe qué va a decir Horacio, y se lo confirma en cuanto abre la boca.

—¿Y yo también? —Volkov, que definitivamente no está listo para abordar ese tema en el patrulla, estando de servicio, y en la situación en la que se encuentran desde esa mañana, busca cambiar de tema.

↳;; ❝Volkacio AUs♡Where stories live. Discover now