↳;; ❝Volkacio AUs♡

a place in all this✨

Parte 2 del OS llamado "nothing's gonna stop us now"

Donde han pasado seis meses de la pedida de mano de Volkov, y deciden que es hora de casarse♡︎

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Al final, el avión que habían cogido los había llevado a Hawaii. Había sido decisión de Horacio, porque, ¿qué había mejor para relajarse que grandes playas de arena blanca y suave al lado de un océano azul turquesa, bajo el cálido sol? Para Horacio, no existía plan mejor. 

Y Volkov sólo quería que Horacio fuera feliz, así que aceptó. Alquilaron una pequeña casa cerca de la playa, y comenzaron una rutina de pareja que, con tiempo y mucho amor mutuo, consiguió cicatrizar algunas de las heridas del pasado. No se habían borrado, y nunca lo harían, pero ya no dolían tanto como antes. Habían aprendido a vivir con ellas, Horacio había aprendido a volver a brillar, y Volkov había aprendido a ser feliz. 

Hablaban prácticamente todos los días con Conway, para saber si todo iba bien por allí. El superintendente era el único que sabía del paradero de los dos chicos, pero le había dicho a Michelle y a Greco que estaban bien donde estaban para que no se preocuparan. 

Para poder pagar su piso, habían buscado trabajos tranquilos, en los que su vida no corriera peligro cada día. El ruso había encontrado trabajo en una floristería. Horacio no lo supo hasta ese momento, pero Volkov sabía mucho de flores y plantas pues, en su infancia en Rusia, había vivido en una granja y su madre le había enseñado a cuidarlas. En la floristería trabajaba todos los días salvo sábado y domingo, y siempre cogía un par de flores para llevarle a Horacio, porque sabía que al chico le hacía mucha ilusión. 

Horacio, por su parte, encontró trabajo en una cafetería. Al principio se le daba fatal, rompía cientos de tazas y se equivocaba con los pedidos, pero un chico muy amable que trabajaba con él le ayudó a aprender el oficio. Volkov venía a verle cuando no estaba trabajando también él, y siempre conseguía que Horacio se distrajera. Le escribía mensajitos en las servilletas que le daba con el café, y Volkov se las guardaba siempre, y siempre se las apañaba para "equivocarse" con el cambio para que Volkov pasara un ratito más hablando con él. 

Pasaban las tardes libres en la playa, por lo que ambos se habían puesto algo más morenos. Sobre todo Horacio, que tenía un suave color caramelo en la piel que volvía loco a Volkov. El ruso también había cogido algo de color, ya no era tan pálido como antes, pero seguía estando bastante blanco en comparación con su novio. 

Aún así, si querían privacidad en la playa, iban de noche. No hacía frío, y la luna daba la luz suficiente para poder ver bien. El mar estaba calmo, y bañarse junto a Volkov en la oscuridad era la actividad favorita de Horacio desde que habían llegado a Hawaii. Algunas noches, Horacio era capaz de convencer a su novio para salir de fiesta con él, aunque muy a regañadientes. Como allí no los conocía nadie, tenían menos vergüenza para salir a bailar juntos o, incluso, besarse en público. 

Esa noche no fue muy diferente a cualquiera de sus noches de sábado. Se habían dado un baño en el mar, jugando infantilmente y dándose besitos, y ahora descansaban en la arena mirando el cielo nocturno sobre la toalla oscura de Volkov. No hacía mucho frío, pero tenían el cuerpo todavía algo húmedo, así que Horacio temblaba levemente. Volkov lo abrazó contra su pecho para darle calor, y se estremeció al sentirlo respirar contra su pecho desnudo. Le acarició el pelo, que se lo había teñido a morado hacía unas semanas, mientras cerraba los ojos. 

Volkov llevaba un un rato pensativo. Ese día, sin saber por qué, se le había venido a la cabeza la promesa que se había hecho con Horacio, la de casarse. Habían hablado de hacerlo en un futuro, pero, ¿qué entendía Horacio como futuro? ¿Futuro dentro de un año? ¿O futuro dentro de diez? ¿Seguiría queriendo casarse con él? ¿O se habría echado atrás? No había vuelto a sacar el tema, ¿eso era una mala señal o sólo quería darle espacio?