↳;; ❝Volkacio AUs♡

dark paradise✨

Dónde el mejor agente del FBI se infiltra en la mafia más peligrosa de la ciudad, sin saber que acabaría enamorado de uno de sus miembros.

(Aclaro que en este AU el único policía es Horacio, y no conoce de antemano ni a Volkov ni a Gustabo, ni a Conway)

*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•.¸¸.•

—¿Quién se supone que es ese? —Volkov se cruzó de brazos. Estaba apoyado en la pared, en el callejón de atrás de la tienda, junto a Gustabo. Mientras fumaban habían visto, por casualidad, a un chico desconocido entrar en la tienda por la entrada trasera, siguiendo a Conway.

—El nuevo —respondió, escueto.

—¿Cómo que nuevo? —Gustabo se encogió de hombros—. ¿Y por qué Conway no nos dijo nada?

Se encogió de hombros de nuevo. Le dio una calada a su cigarrillo, tomándose su tiempo para responder.

—Creo que era algo secreto, no podía ni decírnoslo a nosotros —observó el humo salir de entre sus labios delgados y mezclarse con el aire frío, y después siguió hablando—. Creo que es francés, o de algún sitio de por ahí. Nos va a ayudar con la venta de droga. Al parecer un contacto de Conway le ha dicho que es muy bueno y de confianza.

—¿Y cómo sabes tú todo eso si se suponía que era algo "secreto"? —Gustabo apartó la mirada.

—Conway me lo comentó —apagó el cigarrillo en el suelo, pisándolo, y después suspiró.

—¿Y por qué a ti y a mí no? —Volkov llevaba trabajando con Conway más años que Gustabo. Al rubio lo habían encontrado de adolescente, solo y perdido, sin saber qué hacer con su vida. Ellos habían decidido darle una familia. Quizás no era la más legal, pero sí la más fiel que podría haber encontrado.

—No seas celosa —bromeó, dándole un codazo, y Volkov puso los ojos en blanco—. Escuché una conversación por casualidad y luego le pregunté a Conway.

—¿Cuándo? —inquirió el ruso, y Gustabo se mordió el labio.

—¿No sé? ¿Qué importa? —estaba empezando a actuar un poco raro, así que Volkov decidió cambiar de tema y dejar salir un pensamiento que llevaba tiempo guardando dentro de él.

—Os advierto que yo no quiero tener absolutamente nada que ver con lo que sea que vaya a hacer el nuevo —dijo Volkov, apagando también su cigarrillo—. No voy ni a hablarle, ni a conocerlo, ni siquiera a saber su nombre. No me va a interesar su existencia.

Gustabo rió sarcástico. Volkov estaba siempre tan cerrado a conocer a gente que le resultaba hasta gracioso.

Por su parte, Volkov lo tenía claro. Estaba bien con las personas que tenía en su vida, y no quería hacer más amigos. En aquel momento estaba completamente convencido de que el nuevo no supondría nada en su vida, sin ser consciente de las vueltas que acabaría dando el destino.

—Voy a hablar con él —dijo Gustabo, abriendo ya la puerta trasera para entrar—. ¿Vienes?

—да. Pero no pienso hablar —lo siguió adentro, notando el cambio de temperatura ambiente cuando dejó fuera el frío de la calle y entró en el local.

—Puedes fingir que sólo sabes hablar ruso —bromeó Gustabo.

A Volkov no le dio tiempo a responder. Greco les hizo un gesto para que se acercaran. Estaba hablando con el chico nuevo, que portaba una sonrisa confiada como si ya fueran amigos desde hacía años. Vestía unos pantalones vaqueros oscuros y una sudadera informal que dejaba a la vista un tatuaje en su clavícula.