↳;; ❝Volkacio AUs♡

flowers✨

7-> forehead kiss

Soulmate AU en el que en el lugar donde hieren a tu soulmate a ti te salen flores🌸

(perdón por ser pesada con los Soulmate AUs es que soy demasiado fan) 

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La profecía de las flores azules era extremadamente delicada cuando ambas partes de la relación eran policías. Tanto Horacio como Volkov registraban su cuerpo frenéticamente cada vez que el otro salía a patrullar, por miedo a que salieran esas flores azules en su piel que simbolizaban las heridas en el mismo lugar de su alma gemela. 

El día en el que habían disparado en las piernas a Horacio fue el día en el que se dieron cuenta de que eran almas gemelas. Era demasiada coincidencia que, de la nada, en medio de la comisaría, Volkov notase dos pinchazos de dolor en sus muslos. Fue al vestuario, a asegurarse de que era lo que el creía y, efectivamente, al bajarse los pantalones comprobó que habían salido dos flores azules en sus piernas. Las rozó con las puntas de sus dedos, rogándole al cielo que su alma gemela estuviera bien. 

Poco después, Gustabo le envió un mensaje contándole lo que le había pasado a su amigo y no necesitó más pistas para averiguar lo que estaba pasando. Cuando fue a verlo le enseñó las flores y Horacio le confesó que él ya lo sabía, pero que no había dicho nada. 

A partir de ese momento los dos se volvieron muy protectores con el otro, y, cada vez que una flor salía en cualquier parte de su cuerpo, llamaban desesperadamente por teléfono a su pareja para comprobar que estuviera bien. 

Las flores se iban marchitando conforme la herida cicatrizaba, pero el miedo a perder a tu alma gemela seguía ahí por mucho, mucho tiempo. 

-

Ese día habían tenido una jornada sencilla. Fred y Dan habían hecho horas extra ordenando denuncias y demás papeleo, y habían coincidido con Volkov y Greco, que, junto al superintendente, habían cubierto el turno de noche. 

Estaba siendo una noche tranquila para todos. Mientras unos oficiales patrullaban, los dos comisarios atendían la denuncia de un hombre alto y moreno que parecía bastante nervioso. Dan miraba de lejos cómo Volkov anotaba en una libreta lo que el denunciante le decía. Estaba apoyado en sus codos sobre el mostrados de recepción, y el pelo caía sobre su rostro. Escribía rápidamente, con una letra descuidada pero legible. 

—¿Puedes hacer algo por mí? —le preguntó el hombre, con voz temblorosa. Volkov levantó la cabeza. 

—Eh… bueno, supongo que para eso estoy aquí, ¿no? —dijo, algo confundido. El hombre tenía la mano metida en el bolsillo, y palpaba un objeto. A Volkov ni siquiera le había dado tiempo a preguntar qué era cuando el hombre sacó una pistola y la puso en su frente. 

—Llama al superintendente —pidió. Le temblaba la mano que sujetaba el arma. 

—Caballero —intentó tranquilizarlo Volkov con las manos levantadas—, baje el arma y hablemos tranquilamente, porfavor. 

Horacio, que había visto la escena y había sentido el pánico recorrer su cuerpo, entró apuntando con su propia arma al hombre que tenía amenazado a su novio. 

—Baja el arma, hijo de puta, o te vuelo la cabeza —Horacio estaba notablemente alterado, y Volkov trató de calmar la situación, sabiendo que añadir más presión al hombre no iba a ayudar a que se calmara y bajara el arma. 

—Dan, calma. Podemos con esto —lo miró a los ojos y le transmitió tranquilidad con su mirada azul pálido. Horacio no dijo nada más, pero no bajó el arma—. ¿Cómo se llama usted, caballero?