↳;; ❝Volkacio AUs♡

don't marry her [ending]✨

Dónde vuelven para cerrar heridas viejas.

Parte final de este au. :(

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—Vamos, Vik —instó Horacio, tirando de su mano para hacerle caminar—. ¿Estás nervioso?

Descartó la idea de mentirle. Horacio lo conocía demasiado bien.

—Sí —admitió, y Horacio frenó sus pasos.

Hacía mucho calor, sobre todo parados bajo el sol como estaban, en mitad de la calle. Su destino, un pequeño bar al que solían ir antes de haberse mudado, estaba a unos cuantos metros de distancia, pero el ruso no parecía capaz de recorrerlos.

—¡Pero si son nuestros amigos! —rebatió Horacio, todavía agarrando la mano de Volkov—. ¿Qué crees que va a pasar?

—No lo sé —respondió el ruso, mordiéndose el labio—. Sé que nada malo, pero... no sé, Horacio. Estoy nervioso. Hace bastante que no los vemos, no sé qué van a decir.

Horacio bufó. Volkov colocó la mano sobre sus ojos para evitar el sol. Quizás era por tenerlos tan claros, pero la luz siempre lo molestaba y empeoraba sus migrañas. Horacio se dio cuenta, así que lo tomó de la mano y caminó unos cuantos pasos hasta un portal a la sombra.

—Viktor. Son nuestros amigos —enfatizó esa última palabra, mientras se cruzaba de brazos y miraba al ruso.

—Lo sé —repitió, intentando justificarse de nuevo—. Sé que no va a pasar nada.

Horacio sonrió. Se puso de puntillas para robarle un beso casto y rápido, refugiados bajo la sombra del portal. Por unos segundos fue como si volvieran tiempo atrás, escondiéndose para compartir pequeños e insuficientes roces, camino a encontrarse con las únicas personas que aceptaban su ardiente y juvenil amor.

Se separó de Volkov, mirándolo desde su posición unos centímetros más abajo, con esa mirada intensa y brillante -enmarcada con el delineador oscuro y sus largas pestañas- que era capaz de causarle escalofríos y de erizarle la piel.

—Vamos —acabó pidiendo el ruso, intentando evadir sus ojos. Se apartó del atractivo cuerpo de su pareja, y escuchó su risa detrás de él, antes de volverlo a sentir poniéndose a su lado.

Recorrieron los pocos metros que había de distancia, y entraron al bar. Estaba tal y como lo recordaban, con las mesas separadas entre sí y las botellas de alcohol colocadas tras la barra.

—Hombre, la parejita —antes siquiera de que pudieran poner un pie en el interior, la reconocible voz de Gustabo llegó a ellos. El rubio ya se estaba poniendo de pie y acercándose, y Horacio le sonrió.

Ellos también dieron unos cuantos pasos para acercarse al grupo, que observaban la escena con una sonrisa desde su mesa. Horacio se separó del lado de Volkov para acercarse a Gustabo, y abrió los labios para abrazarlo, pero fue rechazado.

—¿Piensas que te voy a abrazar después de la traición que me has hecho? —Horacio sonrió, pero fingió un puchero, mientras su mejor amigo también intentaba no reír—. Huiste con el novio de una boda, y no me avisaste.

—Era una cuestión de vida o muerte, Gustabo, no tuvimos mucho tiempo para decidir —Volkov se situó a su lado, saludando al rubio con la cabeza. Ambos eran hombres de pocas palabras, y ese era el motivo principal por el que se llevaban tan bien—. La próxima vez que interrumpa una boda para huir con el novio, te mandaré una invitación.

Gustabo sonrió. Volkov frunció el ceño.

—Espero que no haya próxima vez —dijo el ruso, acariciando la espalda de Horacio, mientras éste reía. Gustabo los observaba con una sonrisa. No lo diría en alto, pero la relación que tenían sus dos amigos lo enternecía.