IV. ¡Bésame!

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Carlota

Su mirada en mi cuerpo, aunque me sonroja un poco, es más lo que me prende, ni siquiera Emiliano causa algo así en mí y eso que siempre me ve con cara de deseo, es más, muchos lo hacen y no me causa algo por dentro, como su mirada embelesada en mi cuerpo, sonrío a mis adentro y finjo que le hablo para que reaccioné.

-¿Me escuchaste? – dije sonriente y ella negó –
- No, perdón ¿Qué me decías? – me reí porque no hablé aparte del querer ayudarla y ella suspiró –
- Que si quieres voy a lavar los platos – asintió y me dio la espalda, estaba embobada con su trasero, siempre he admitido que tiene un gran trasero – por cierto – estaba dándome la espalda pero quería intentar algo – lindo trasero – seguí mi camino después de aquellas dos palabras y sé que se quedo petrificada, sonreí al llegar a la cocina y me mordí el labio inferior para luego negar – Estoy realmente loca – susurré –

Me puse a lavar los platos, y todos los utensilios usados, limpié la cocina y luego la vi a ella sentarse en la barra, estaba pérdida en sus pensamientos y yo sólo podía mirarla y perderme en ella, no entiendo que es lo que me sucede, pero sus ojos color café me transmiten tanto, me pierdo en mis pensamientos, que todos caen en ella para ser sincera.

Luego me levanté para despedirme de ella y una fuerza que no conozco, quería darle un beso lento en la mejilla, la vi cerrar los ojos fuertemente y nuestras manos se rozaron al oírla despedirse de mí, me estremecí de punta a punta después de ese pequeño contacto, subí lentamente hasta la habitación de invitados donde estaba Emiliano totalmente dormido, sonreí de lado, mi marido siempre ha sido lo suficientemente guapo para sentirme satisfecha y no mirar a los lados, pero esos ojos marrones viendo todo mi cuerpo no sale de mi mente, suspiré pesadamente y me acosté, a los segundos me quedé dormida.

-¡Bésame! – susurró como queriendo que nadie nos escuché y mí cuerpo temblaba –
- ¿Estás… Estás segura? – pregunté titubeante y asintió –

Me levanté de golpe, era sólo un sueño, miré a mi lado y no estaba Emiliano, pero se escuchaba la regadera, así que me apoyé en la cabecera de la cama y estaba viendo a la ventana, ¿Qué fue todo eso? Iba pérdida en mis pensamientos, cuando un casto beso me saco de aquel trance, sonreí y Emiliano me sonreía mostrando sus perfectos dientes blancos, me levanté y vi lo guapo que iba mi esposo.

-¿ya nos vamos? – pregunté caminando hacía el baño –
- sí, le pedí una muda de ropa a Fernanda para poder ducharme y así desayunar e irnos –
- está bien, me iré a duchar – cuando iba a abrir la puerta del baño, Emiliano me agarró de la muñeca y me pego a él, enredando sus brazos en mis caderas –
- te amo mi rubia hermosa – sonreí de lado y lo besé –
- Te amo castaño precioso – le di un beso en la nariz y se reía – me baño rápido y bajo – asintió y entré al baño cerrando la puerta detrás de mí –

Ese sueño no salía de mi mente, estaba frente al espejo y podía recordar su mirada, su susurro, y cerré los ojos para recordar aquello, pero moví la cabeza de un lado para otro varias veces negando aquella situación, no entiendo y tampoco quiero entender estas cosas que me están pasando.

Media hora después en tiempo récords ya estaba fuera de la ducha, salí con la toalla enredada a mi cuerpo y tocaron la puerta pensé que era Emiliano y por eso pedí que entraran cuando me quité la toalla, como estaba de espalda no vi quién era, grave error.

-¡Mierda! – la oí susurrar y me volteé enseguida –
- Fernanda – susurré, realmente no tengo ninguna palabra que decir y otra vez su mirada en todo mi cuerpo, Maldición - ¿Qué querías? – pregunté para aplacar todo lo que quizá pasaba por su mente –
- Alzó la mirada y asintió – Te traje ropa – subió la blusa y un pantalón deportivo –
- Gracias, de verdad, infinitas gracias por la atención – sonreí y ella negaba riéndose –
- Son nuestros compadres, estamos a la orden – Por alguna razón que desconozco esas palabras me hirieron –

Me vestí luego de verla salir del cuarto, colorada como un tómate, sonreí al recordar su mirada y me puse a vestirme, luego de estar lista bajé a desayunar. Desayunamos los cuatros entre risas, mis hijos ya estaban en casa, y mis ahijados estaban arriba dormidos. Una hora después partimos a nuestro departamento, pero es raro, Fernanda y yo no nos pudimos mantener la mirada, menos una sonrisa de despedida y antes de irme no pude ni acercarme a dejarle un beso en la mejilla, no podía me ponía nerviosa su simple cercanía.

Llegamos a casa y todo estaba en silencio, dejé mis cosas en el sofá y fui a ver que hacían los chicos, Juan Carlos dormía y Paolo comía una pizza que había pedido, lo saludé y me fui a mi habitación, no podía más y apenas eran las 11 de la mañana, me acosté por cinco minutos y me quedé profundamente dormida.

-¡Mamá! – aquella voz se me hacía conocida – despierta tenemos hambre – refunfuñe y escuché la puerta cerrarse después de una risa –

Me levanté y fui al baño a lavarme la cara y terminar de despertarme, al salir revisé la hora “9:30 p.m.” me asombra lo tanto que dormí, ni me avisaron para hacer el almuerzo, cuando salí me recibió Emiliano entre risas y avisándome que pidieron de comer sushi, mis ojos brillaron pero más mi hambre, amo el sushi, es algo maravilloso y perfecto.

Comimos entre risas y malos chistes de Paolo, me contaron la tarde de película que vivieron los tres y me molesté porque no me llamaron, sin embargo no podía vivir molesta con mis tres hombres después de llenarme de besos y cosquillas, a las 11 de la noche revisé mi celular y tenía un mensaje de Josh, me sorprendió pero aún así lo abrí.

Josh: “Hola flaca ¿llegaron?” 12:00 p.m.
Carlota: “Hola Josh, al llegar me quedé dormida, lo siento, sí, llegamos a las 11 a.m.” 11:00 p.m.
Josh: “ja ja ja Fernanda todo el día me preguntó si les escribí y le dije que sí ya le digo que si llegaron bien, feliz noche corazón” 11:01 p.m.
Carlota: “salúdamela, y gracias por la atención, feliz noche cariño" 11:02 p.m.

Bloquee el celular y me fui a echar una ducha para colocarme mi pijama e irme a dormir, mañana tenía un juicio y debía estar lista a las 7 de la mañana. Me duché, me vestí y cuando salí Emiliano me esperaba sentado en la cama, le sonreí y me hizo señas para acercarme, le hice caso y me acerqué, rodeó mis caderas con sus manos y me subió a él ahorcajadas, nos empezamos a besar y sus manos entraron por mi blusa hasta llegar a mis pechos y gemí. Hicimos el amor hasta quedarnos totalmente agotados y profundamente dormidos.

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