XLIX. ¿Sabes algo papá?

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Adrián

-Bueno y ¿si vamos al comedor? Al menos yo ya tengo hambre – comenta mi madre sonriente y todos asentimos felices –
- Vamos – asentí ante las palabras de Paolo –

Y lo seguí mientras mis nervios aumentaban por millones, la cena iba transcurriendo amena, mientras todos contaban sus anécdotas de estos dos meses sin reunirnos, excepto mi mamá, quién estaba sumergida en sus pensamientos, aunque puedo descifrar quién es la dueña de esos pensamientos.

-¿Carlota? – todos miramos a mi madrina –
- ¿Qué? – preguntó confundida –
- ¿Cómo te ha ido? – mi madrina se quedó en silencio y por segundos miró a mi madre y sonrió –
- No me quejo, mucho trabajo Josh – mi padre asintió y la cena prosiguió –

Paolo y yo decidimos decir todo al finalizar la cena, ya que no queríamos que alguien terminará con alguna embolia o algo cercano a ello. Al finalizar la cena todos nos fuimos al jardín trasero y fue allí donde mis nervios regresaron, después de haberme calmado en la cena.

-¡Familia! – dijo Paolo levantándose y me miró, suspiré pesadamente y asentí, me levanté junto a él –
- ¿Qué sucede hijo? – pregunta mi padrino y volteé a ver a mi madre quien sonreía nerviosa –
- Debemos decirles algo – dije yo esta vez, vi a mi madrina removerse en su silla y Sara me miraba confundida –
- Habla Adrián – dijo mi padre exasperado y miré a Paolo –

Todo fue como una cámara lenta, Juan Carlos nos miraba atentamente sin soltar a su novia, Sara no dejaba de mirarnos confundida, mi tía sonreía orgullosa, mi madrina ni parpadeaba, mi madre suspiró y me dio fuerza, mientras mi padrino y mi papá no entendían nada, Paolo agarró mi mano y la entrelazamos.

-¡Somos novios! – oímos una copa quebrarse y era la de Sara –
- ¿Qué? – preguntó mi madrina en un susurro –
- Me dio náuseas – dijo Juan Carlos corriendo hacia el interior de la casa –

Miré a mi padre quién estaba boquiabierto y miré a mi padrino quien estaba confundido, su rostro pasaba de fruncir el ceño a negar, pero no decía ni una palabra, mi madre se levantó y me abrazó fuertemente.

-¡Estoy orgullosa de ambos! – dijo al separarnos y mirándonos a ambos con una mano en la mejilla de ambos, sonreímos aunque Paolo tenía los ojos cristalizados –
- ¡Felicidades! – se levantó mi tía y nos abrazó a ambos – cuídense y ámense muchísimo siempre, pero sobre todo compréndanse bastante – asentimos y Paolo sonrió de lado pero sé que tiene muchos nervios –
- ¿FELICIDADES? – gritó mi padrino al salir del shock –
- Emiliano – susurró mi madrina y esté la fulminó con la mirada –
- Emiliano mis cojones, mi hijo no es un maricon – Paolo se tensó y apreté más fuerte nuestras manos –
- Papá – susurró Paolo con la voz entrecortada y mi madrina se puso roja de la rabia –
- No soy tú – oímos un estruendo y cerramos los ojos fuertemente, al abrirlos mi padrino miraba con odio a mi madrina y Paolo tenía miedo en la mirada –
- Es tu hijo, y si se te ocurre decir lo contrario olvídate de regresar a casa, le guste quien le guste Paolo es nuestro hijo – gritaba mi madrina y sonreí al verla defenderlo como una Leona –
- Carlota – susurró mi padrino y se desplomó en la silla –
- Volví – volteamos a ver a Juan Carlos quién estaba pálido, pero se sentó junto a su novia y se calmó cerrando los ojos –
- Hermano… Paolo – susurró Sara y se acercó a nosotros – que bueno que seas tú quién cuide de este hermoso muchacho – nos dijo Sara con los ojos cristalizados – y tú – miró a Paolo ahora – cuídame a mi hermanito o te la verás conmigo – nos abrazó y sentí que quería llorar inmensamente, mi hermana es la mejor –
- Te amo hermanita – susurré y le di un beso en la frente –
- Adrián Manuel – dijo firmemente mi padre y alcé la mirada me dio miedo su mirada tan seria – ¿Desde cuándo? – preguntó pausadamente –
- Hace cuatro años me enamoré de Paolo, hace dos él se enamoró de mí y hace un año nos confesamos, haciendo así que fuéramos novios – mi voz se quebraba poco a poco y papá se acercó a nosotros –
- Cuídamelo Paolo, porque aún siendo mi ahijado te la verás conmigo – lo señaló y Paolo asintió sonriente – los quiero – nos abrazó fuerte y me sentí en paz –
- Yo no lo acepto – dijo Emiliano y papá rodó los ojos –
- Que asco – dijo Juan y todos lo miramos sin creer sus palabras mientras él se levantó de la silla y se colocó frente a Paolo quien le ganaba por unos centímetros – después de todo no eres el “Perfecto Paolo" al que tanto admiraba – sus palabras dolían y Paolo se tensó - ¿qué dirán ahora? Paolo el marica – Juan Carlos escupía cada palabra con asco y Paolo apretó nuestras manos, quería golpearlo –
- ¡Cállate! – le gritó Paolo y esté sonrió irónico –
- ¿Te duele la verdad? – dijo dándole frente a Paolo y lo empujó –

Paolo se aferraba a mi mano para no golpearlo, pero las palabras hirientes de Juan Carlos lograron ganar, lo siguiente que paso fue eso, Paolo le golpeó a Juan Carlos y oímos los gritos de Carlota y la novia de él, agarré a Paolo como pude, él siempre ha tenido más fuerza que yo, pero se me unió mi padre y entre los dos lo separamos de su hermano, mi novio tenía la respiración errática y unas lágrimas corrían por sus mejillas, mientras Emiliano estaba cruzado de brazos y Juan Carlos se levantaba del suelo agarrándose la nariz.

-¡Eres un imbécil! – gritó Paolo deshaciéndose de nuestro agarré y acercándose a él, pero fue mi madrina quien agarró esta vez a mi novio – Puedo ser muy “anormal" o “maricon" – dijo con odio mientras miraba a su padre y volvió su mirada a su hermano – pero al menos a mí sí me admiran por algo, tú – lo señaló con el dedo – siempre serás un niñato que necesita una novia para aparentar seriedad, pero siempre serás un imbécil – miró a la novia de Juan – Yo tú corro de imbéciles como esté – Juan Carlos intentó acercarse a mi novio pero mi tía lo sostuvo –
- ¡CALLATE IDIOTA! – Paolo sonrió triunfante –
- ¿Te duele la verdad? – dijo cruzado de brazos –
- ¡YA BASTA! – gritó mi padrino y todo quedó en repleto silencio –
- Me cansé, yo no tengo que darle explicaciones a nadie – dijo mi novio y se acercó a mí para agarrar mi mano – nos vamos y ¿sabes algo papá? – preguntó Paolo sonriendo – me alegra tanto que mi madre amé a alguien más, que si la hace feliz – mi madrina miró a Paolo y tragó saliva mientras parpadeaba rápidamente –
- ¿CÓMO? – gritó mi padrino pero Paolo lo ignoró –
- Te amo madre – susurró y le dio un beso en la frente para luego agarrar mi mano y sacarme de la casa –
- Paolo – volteamos a ver y era mi madrina – Toma la llave, ve por mi coche y busca disfrutar de su noche – se acercó mi madrina y nos sonreía – Estoy muy feliz que estén juntos – me miró y me guiño un ojo – Te amo hijo y siempre serás mi mayor orgullo, anda a ser feliz por esta noche, mañana será otro día – le dijo mi madrina a Paolo y él sollozaba abrazándola –

Nos fuimos y agarramos un taxi, que nos dejó en el conjunto donde viven y agarramos el coche de mi madrina, para irnos al lugar donde siempre somos felices; el mirador, ese es nuestro lugar, allí nos confesamos, allí nos enamoramos, allí nos dimos nuestro primer beso y allí vamos ahora para estar nosotros y nuestra paz de gritarles a todos que estamos juntos y que nos amamos, entrelazo nuestras manos y sonreí, le lancé un beso y él sonrió mostrando sus dientes hermoso como siempre.

Traición Where stories live. Discover now