XXVIII. ¿Un día me aceptarías un café?

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Carlota

-¡Paolo! – grité desde la sala apurada buscando mis llaves – ¿dónde están mis llaves?
- Mamá toma – me ofreció Juan Carlos quien tenía mis llaves y le lancé un beso –
- Ahora sí me voy, nos vemos ahora mi amor – le di un beso en la sien y salí apresurada del departamento –

No podía creer que ya mañana voy a cumplir años, pero aún así me siento tan mal, hace un fin de semana hubiese sido uno de mis mejores fines de semanas, junto a ella, pero después de lo ocurrido más nunca hablamos, ni le contesté las llamadas y mucho menos volví a su casa, iba pérdida en mis pensamientos cuando tropecé con alguien y caímos al suelo yo encima de esa persona, oí su quejido y cerré los ojos con fuerzas. Cuando volví a abrir los ojos, pude ver aquellos ojos marrones que no volví a ver, pero me recuerdan tanto a ella, sonreía y sonreí instantáneamente.

-¡Lo siento! – susurré aún encima de mi vecina –
- Tranquila, yo tampoco estaba pendiente del camino – sonrió de lado y juro que la vi, me estoy volviendo loca definitivamente –
- Nos hemos visto dos veces y las dos han sido tropiezos – nos reímos y algo detrás de esa mirada y esa risa me hacía sentir un cosquilleo en el vientre –
- Es verdad pero ¿y si nos levantamos? – me di cuenta que todavía estábamos en el piso y yo encima de ella –
- Lo siento – me levanté y la ayudé a levantarse –
- Tranquila – me miró intensamente y asentí –
- Carlota, un gusto – le tendí mi mano y ambas la estrechamos sonriente –
- Valentina, un placer – asentí sonriente –
- Lindo nombre vecina – dije amablemente y se reía –
- Dime solo Valentina ¿si? – asentí –
- ¿De qué departamento eres Valentina? – le pregunté más por curiosidad algo en ella me llamaba la atención y quería conocerla más –
- El último del otro lado del pasillo – señaló detrás de ella y asentí – y ¿tú? ¿Aquel? – señaló la otra punta y correctamente era el mío –
- Exactamente el del final es el mío – nos reímos y el ascensor nos hizo voltear –
- Bueno llegó el ascensor ¿pasa? – preguntó amablemente y caminé hacia dentro de esté –
- Gracias Valentina – sonreí y bajamos entre risas y conociéndonos –

Me llamó la atención que es nacida aquí, pero hace 20 años se fue a Rusia y ahora a regresado después de tantos años, es hermosa igual a ella, pero es muy diferente y por un par de minutos me hizo olvidarla a pesar de que en físico son dos gotas, que increíble es el ser humano la verdad, al salir del ascensor nos despedimos y cada una se fue camino a su coche para seguir con su día, me llama la atención mi nueva vecina y esto no está bien, nada bien.


-¡LAURA! – grité estresada –
- Señora Carlota – entra enseguida mi asistente –
- ¿El caso del señor Fernández donde está? – pregunté buscando esos papeles –
- Señora Carlota ya se lo traigo – responde amablemente y asentí – aquí tiene – me los entregó un minuto después - ¿algo más?
- ¿Qué hora es? – pregunté fuera de órbita –
- 7:35 de la tarde señora Carlota – respondió suavemente y me sorprendí –
- Vale Laura, ya puedes irte y bueno nos vemos el lunes – la vi sonreír y sonreí asintiendo –
- Hasta el lunes señora Carlota – asentí y la vi partir –

Me levanté del sillón y rodee el escritorio para caminar hasta la cafetera, necesitaba más café o iba a morir de tantos casos que me asignaron, terminé de servirme el café y me apoyé del escritorio para tomármelo cuando un carraspeo me hizo alzar la mirada a la puerta y me quedé paralizada sin poder creerlo, parpadee varias veces y sí, allí estaba sonriente, con una falda lápiz color rojo, una camisa de seda de tirante blanca, un abrigo rojo, tacones de agujas y su cabello en una coleta alta, suspiré pesadamente y no podía negar que es malditamente hermosa, mi más bonita fantasía hecha persona… Ella.

Traición Where stories live. Discover now