XLIII. Madre

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Fernanda

-¡Entra Fer! Estas en tu casa – me dijo Val luego de saludarnos - ¿qué te trae por aquí? Se supone que nos veríamos el viernes – me dijo pausadamente y me sorprendí de verla aún en pijama –
- ¿Por qué no trabajaste hoy? – pregunté cambiando el tema –
- Me agarré el día – respondió caminando hasta la cocina –
- ¿Está todo bien? – asintió y se dio la vuelta –
- ¿Agua? – preguntó y negué –
- Vino – me miró profundamente unos segundos y asintió –

Buscó una botella de vino y saco dos copas, abrió la botella y luego nos sirvió a ambas, me miró y alzó la copa, alcé la mía y la chocamos diciendo suavemente un “salud". Nos quedamos en silencio, yo pérdida en mis pensamientos y Valentina me miraba intensamente, esperando que yo hablase.

-Mi hijo está saliendo con Paolo – la oí suspirar pero no la vi sorprendida –
- ¿Y Sara? – preguntó unos segundos después –
- Ella se va a morir cuando sepa la verdad – bajé la mirada a la copa –
- ¿Cómo te enteraste? – me preguntó unos segundos después –
- Adrián me descubrió con Carlota y cuando llegué a casa me contó la verdad – respondí pausadamente y Valentina suspiró –
- Adrián si la tiene complicada – susurró y asentí –

Empezamos a conversar de la relación de mi hijo, también Valentina me contó sobre la rusa que conoció y que fue por salir a cenar con ella que descubrió a Adrián, me felicitó de apoyar a mi hijo, pero sobre todo me sorprendió que me pidió acompañarla a visitar a nuestros padres, ya que estaba preparada para verlos y que Alberto vendría pronto al país, lo cual me alegré mucho porque quería conocer a mi sobrino ya.

-¿Qué harás con Carlota? – me preguntó Valentina y suspiré, tome de la copa y volví a pensar en ella –
- Carlota – susurré mirando a algún punto fijo – No lo sé, me da terror pensar en la reacción de Josh y Emiliano pero me da más terror perderla a ella – susurré y sentí la mano de Valentina en mi mano derecha –
- No la pierdas, no sabes cuanto duele perder al amor de tu vida por malas decisiones, y ella te ama demasiado – me aconsejó –

Seguimos hablando un rato, luego pedimos para almorzar hasta que se hizo la tarde y Valentina me pidió que me quedará, una pijamada como cuando éramos pequeñas a lo que acepté con felicidad, decidí llamar a Josh y aunque estaba reacio aceptó y me pidió que lo llamase cualquier cosa, un día sin mi en la casa, no se va a caer o ¿si? Espero que no la verdad.



-¿Lista? – asentí sonriente – ¡Vamos! – salí de primero y Valentina cerraba la puerta –
- Te espero en el ascensor – me sonrió y asintió –

Cuando llegué hasta el ascensor, esté señalaba que estaba en planta baja, suspiré y le di en el botón intentando que subiera más rápido, sonreí al ver que se acercaba a este piso, cuando llegó y abrió sus puertas mis piernas flaquearon de una manera bárbara, estaba ella y estaba preciosa, llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo, con mangas largas, corto hasta los muslos, su cabello tenía un peinado y sus ojos azules, malditos ojos que me derriten, estaban fijos en mí, alcé la mirada y sonreímos instantáneamente.

-¡Listo! Oh Carlota – Valentina nos sacó de alguna burbuja que creó el ambiente –
- Hola – susurró y Valentina sonreía pero yo estaba embelesada –
- Discúlpala está embelesada allí donde la ves – dijo mi hermana y la fulmine con la mirada para luego escucharla reír –
- Hola Carlota – susurré y la rubia asintió sonriendo –

Salió del ascensor y miró a todos lados del pasillo, para luego agarrar mis mejillas y atraerme a ella en un suave beso que me hizo suspirar en medio de el, cuando pensaba alejarme de ella, ella llega con ese vestido negro, con ese cabello rubio, esos ojos azules y para finalizar con sus besos que son los que más me enamoran, oímos carraspear a Valentina y nos separamos para luego sonreír como dos quinceañeras enamoradas.

-¡Que la pasen muy bien señoras! – dijo Carlota y nos miró a ambas –
- Igual tú – dijimos Valentina y yo al unísono, nos miramos y nos reímos luego de ello –

La vimos partir y suspiré, pero Valentina se acordó del ascensor y me llevó dentro de esté, hablamos un rato hasta que llegamos a su coche y le dije que comiéramos sushi, así que fuimos por un restaurante que ella recomendó, compramos para llevar y nos devolvimos al departamento.

Al entrar en el pasillo de su departamento volteé a ver si la veía pero no iba a suceder, entramos al departamento de Val y nos repartimos el sushi entre risas y anécdotas de Valentina, de su vida en Rusia y como ahora le gusta nada más y nada menos que la hija de su jefe.

Me alegré tanto que ya no quisiera a Carlota y sobre todo que le gustase alguien más, no podría vivir enemistada de ella por Carlota, ya han sido 20 años sin saber de mi gemela, para el colmo estar ambas enamoradas de la misma mujer. Luego de cenar nos pusimos a ver películas y comer chocolates, como cuando éramos chiquitas y así pasamos la noche, hablando de nuestras vidas, comiendo chocolates y viendo películas de los 80’s éramos felices de esta manera, decidimos ir el día siguiente a casa de nuestros padres.



-¿Qué sucede? – le pregunté con miedo –
- Le dije todo – me respondió firmé y sentí que en cualquier momento me desplomaría –

Me levanté de golpe y con la respiración agitada, sentía mis manos sudar y Valentina me acariciaba el cabello para calmarme, así duramos un rato, hasta que le pedí la hora y me dijo que eran las 7:15 de la mañana, me levanté y fui hasta el baño, donde me miré por un rato en el espejo, estaba en blanco sólo esas pequeñas palabras se repetían en mi memoria como un disco rayado, sí se llegasen a enterar creo que no sabría que hacer, aunque lo practique mil veces, simplemente no puedo pensar en el dolor que le causaría a Josh.

Me fui a duchar y le pedí ropa prestada a Valentina, luego de salir esperé a que Valentina se arreglará quién duró una eternidad así que desayuné y tomé café dos veces hasta que ella salió, la esperé mientras desayunaba, luego de estar listas las dos, salimos del departamento con nuestras cosas y le sonreí mientras entrelazaba nuestras manos y apoyé mi cara en su hombro.

-¿Lista? – pregunté al salir del ascensor y Val suspiró pesadamente –
- Creo que sí – susurró y asentí –

No puedo abandonarla de nuevo, no esta vez, quizá por remordimiento, quizá porque no tenemos nada de diferencia, quizá porque es hora de hacer las pases los cuatro, eran al menos cinco horas de camino, así que decidí avisar en casa que no regresaría por hoy, que iba a casa de mis padres con Val y al menos esta vez Josh entendió mejor, debo agradecer que Josh siempre entiende aunque a veces desconfíe, siempre entiende y creo que eso es parte de mi remordimiento.

-Todo va a salir bien – susurré y Val asintió –
- Espero que sí – susurró –


Efectivamente cinco horas más tarde, llegamos al pueblo donde nacimos, crecimos y donde ya no regresamos después de todo lo sucedido, Valentina tenía una mirada de nostalgia y yo empezaba a tener miedo, miedo por ella, miedo por la reacción de mis padres. Nos aparcamos frente a la bonita casa que nos vio nacer, crecer, llorar, reír y muchas cosas más, suspiré pesadamente y miré a Val quién estaba paralizada, agarré su mano y le susurré que bajaremos, suspiró y bajó conmigo, caminé hasta la puerta y toqué, haciendo que abriera mi madre quién sonrió al verme pero su sonrisa desapareció al ver a mi hermana y una lágrima recorrió su mejilla.

-Hija – susurró mi madre en shock –
- Madre – susurró Valentina una vez que oyó la voz de nuestra madre –

Traición Where stories live. Discover now