XXXVI. Olvidar que eres mi hermana

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Carlota

-¿Quién le entra a ir en caballos? – preguntó Valentina emocionada y todos gritamos felices –
- ¡Paso! – dijo Fernanda y la miré confundida, ella ama andar en caballos –
- ¿Segura mamá? – preguntó Sara y yo la miraba cruzada de brazos –
- ¡Me quedo con Fernanda! – dije pausadamente y todos se fueron por sus caballos, excepto Josh –
- ¿Amor estás bien? – Fernanda asintió y le dio la espalda –
- Hey ¿segura no vienes? Tú me dijiste que te encantan los caballos – me preguntó Val preocupada y sonreí –
- Estoy segura, así hago el almuerzo, que seguro llegarán hambrientos – sonreí intentando convencerla y Valentina suspiró derrotada –
- Vale, cuídala – asentí y la abracé – ¡Vamos Josh! Fernanda estará mejor a solas – Josh se fue con Valentina no muy convencido y yo me quedé mirando fijamente a Fernanda quién estaba apoyada en la barra dándome la espalda –
- ¿Estás bien? – pregunté unos minutos después y volteó la cabeza –
- Estoy bien y ¿tú? Amas los caballos – respondió con suavidad –
- Tú también los amas y aquí estás – respondí sonriendo –
- Tienes razón – dijo dándose la vuelta y cruzándose de brazos –
- ¿Qué tienes? – pregunté acercándome –
- No lo sé, sólo que estar aquí me agobia – asentí lentamente –
- Sí quieres me voy – negó y sonreía –
- Quiero estar contigo, pero no con el resto – respondió para luego entrelazar nuestras manos y sonreí embobada –
- Me haces mucho efecto sabes – me miró confundida – si quieres subimos y te muestro a lo que me refiero – le susurré en el oído y apretó mi mano para subir corriendo hasta una de las habitaciones de huéspedes –

Entramos al primer cuarto que vimos y la cerramos con mi cuerpo pegada a la puerta, Fernanda le colocó seguro y nos fundimos en un beso, mientras agarré su mano y la bajé hasta mi entrepierna y se separó de golpe al sentir mi humedad, me miró intensamente mientras mojaba su labio inferior con la lengua y yo me mordí el labio inferior para luego atraerla a mí.

Sus manos fueron a mi trasero y me alzó haciendo que enredara mis piernas en su cadera y así caminar hasta la cama, donde me acostó mientras dejaba besos y mordiscos por mi cuello, me quitó el vestido que llevaba puesto y empezó a jugar con mis pechos haciéndome gemir cada vez más, bajó lentamente entre besos y mordiscos por mi abdomen y vientre hasta llegar a mi entrepierna, me quitó la braga mientras nuestras miradas se entrelazaban y sonrió para subir y darme un intenso beso, volvió a bajar hasta mi centro y pasó su lengua haciéndome gemir fuertemente, luego me tapó la boca mientras jugaba con su lengua en mi centro y me estremecía, necesitaba gritar o iba a explotar. Minutos después tuve un orgasmo y mi respiración era errática, subió lentamente entre besos hasta llegar a mi boca y besarnos, nuestras lenguas no se querían separar.

Bajó su mano y entró en mí, haciendo que mis uñas se aferraran a su espalda y mi espalda se arqueara, ahogando el gemido en su boca, se separó de mí y nuestras miradas se conectaron mientras sus embestidas se sincronizaban con los movimientos de mis caderas, sonreímos y la atraje a mí para volver a besarla, minutos después volví a tener otro orgasmo y Fernanda cayó en mi pecho mientras yo intentaba calmar mi respiración, acariciaba su cabello cuando escuchamos la voz de Paolo y nos separamos de golpe.

-¡Mamá! – gritaba Paolo subiendo las escaleras –
- ¿Qué haremos? – me susurró Fernanda y mi mente se bloqueó por un instante –
- Métete en el clóset anda – le susurré y me levanté para ponerme la braga y el vestido rápidamente –

Esperé a que Fernanda entrará al clóset, refunfuñando claro y me reí, me arreglé el cabello y volví a escuchar la voz de mi hijo, salí del cuarto y me lo encontré de frente, sonreí sonrojada y él me miró intentando aclarar que sucedía en el cuarto, volteó la mirada al cuarto y tragué saliva.

-¿Qué hacías allí? – preguntó interrogativo y me mordí el labio inferior –
- Me acosté un momento para aliviar un dolor de cabeza que empecé a sentir hace rato – asintió preocupado –
- ¿Te sientes mejor? – sonreí de lado y asentí –
- Hago el intento mi amor, pero, ¿necesitabas algo? – sonrió mostrando los dientes y asintió –
- Mi casco de montar caballo – asentí lentamente y recordé donde podría estar –
- Seguro está en el cuarto al lado de los establos – respondí caminando al lado de mi hijo, quién me abrazó y me dejó un beso en la sien –
- Eres la mejor madre – le lancé un beso y se alejó de mí para bajar las escaleras y lo vi desaparecer otra vez, pude respirar de nuevo –

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