XXXI. ¿Vamos a otro lado?

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Fernanda

Quería comprender las miradas de Valentina y Carlota pero mientras más las veía sonreírse de lejos, más me enfurecía ¿De dónde se conocen? Estaba tensa y la mano de Sara me hizo volver a la realidad cuando me jalo para ir a felicitar a Carlota.

¿VECINAS? Ese es el famoso conjunto donde vive mi hermana, de vecina con Carlota, MI CARLOTA, ¡Maldición! Me produce asco verlas tan juntas, esto no puede estar pasándome a mí, ver a Carlota dándole esa mirada a mi hermana, me producía tantos celos que no me sorprendería montar un show.

- Comadre – dije y las vi separarse entre miradas cómplices me sentía enferma – ¡Feliz cumpleaños! – la abracé y la oí suspirar mientras sus brazos se enredaban en mi cuello, mi piel se estremecía con su contacto – espero la pases muy bien mi amor – le susurré al oído –
- Gracias mi amor – me susurró y nos separamos –

La vi dar agradecimiento a todos y aplaudimos fuertemente, luego se fue a bailar con Paolo y Josh me pidió bailar a lo que me negué, y se fue a bailar con Sara.

-¿Entonces tu comadre? – preguntó Valentina mirando a Carlota y yo agarraba mi copa –
- Sí, mi comadre – respondí restándole importancia –
- Que pequeño es el mundo – volteé a ver a mi hermana quién no le quitaba la mirada a Carlota –
- ¿Te gusta? – pregunté de la nada y Valentina me volteó a ver negando y sonriendo –
- Es preciosa lo admito pero con lo ajeno no me meto y menos si es tuyo – me apretó el hombro con dulzura y se levantó dejándome en shock –

¿Ella lo sabía todo? ¿Cómo? Jamás le conté nada y dudo que Carlota si lo haya hecho, lo dudo muchísimo. Vi a Carlota ir al baño y la seguí, cuando estaba dentro me quedé apoyada al lavabo esperando a que saliera de algún cubículo, cuando me vio se asustó y sonreí mostrando mis dientes blancos y ella volvió en sí.

-Te esperaba – se acercó al lavabo para lavar sus manos y me pare de lado para verla – estás hermosa – susurré y volteó a verme –
- ¡Gracias! – dijo amablemente - ¿cómo que Valentina es tu gemela? – me preguntó impresionada y suspiré pesadamente –
- Mi papá prohibió que habláramos de ella a nadie, le avergonzaba su orientación – reí irónica luego de aquello y mi mirada se perdía en la nada – la extrañé tanto y ahora esta aquí siendo tu vecina – dije sin creerlo –
- Que pequeño es el mundo – susurró y recordé a mi hermana –
- Eso mismo dijo Valentina – volteé a verla y ella asentía – te traje un regalo – le di una cajita blanca y sus ojos brillaban –
- No tenías porque Fernanda, yo – la interrumpí agarrando sus mejillas y dándole un tierno beso –
- Ábrelo, espero te guste – dije al separarme de ella –

Abrió la caja y era un hermoso anillo de oro, con un diamante incrustado, y dentro del anillo ambas iniciales, La C y La F, sonreí al verle los ojos cristalizados y eliminé una lágrima que amenazaba con salir corriendo, le di un beso en la frente y alzó la mirada para abrazarme fuerte y decirme que me amaba, me reí y le dije mil veces que la amaba. Entre tantas personas jamás imaginé amarla a ella, pero no me arrepiento, es lo mejor que me ha pasado después de mis hijos y me encanta ser parte de ella, aunque tengamos dos vidas, dos maridos, dos familias.

-Debo salir pero – le acaricie la mejilla y me miró atentamente – quiero verte y tenerte así – le susurré al oído y la oí gemir, me prendió tanto –
- ¿Así cómo? – me preguntó con voz ronca y la pegué más a mí –
- Así pegada a mí, o encima tu decides – le susurré y me alejé para verla con los ojos cerrados y la boca entreabierta, era la mejor escena de todas –
- Nos vemos ahora – me respondió y le di un casto beso para salir del baño –

Me tropecé con Emiliano quién me llevó a bailar, me reí demasiado, bailamos como locos y me reía muchísimo mientras Josh se unía junto a Sara y Adrián con Paolo, Juan Carlos se negaba pero al final bailó con nosotros. Bailamos como tres canciones, luego baile con mi hijo, con Josh, unos familiares de Carlota y la vi en el gran ventanal del restaurante mirando a la luna y sonreí, vi a mi hermana querer acercarse con firmeza y me moví rápidamente hasta estar detrás de ella.

-No sabes lo hermosa que te ves contemplando la luna – se volteó asustada y sonreí apenada –
- Gracias, que bella – me respondió dándose la vuelta de nuevo para ver aquel cielo estrellado –
- ¿Cómo te la estás pasado? – pregunté intrigada –
- Muy bien, agradezco a cada uno por esta sorpresa – respondió sonriente y suspiré embobada –
- No agradezcas, todo fue con mucho cariño – dije para mirar el cielo que ella miraba y luego la vi a ella sonreír y ese era el cielo que yo quería ver toda mi vida –
- Todo es muy hermoso como ese cielo estrellado – la oí decir y asentí –
- La verdad es que sí – respondí –
- Nunca hicimos el viaje – dijo de la nada y me sorprendí de sus palabras –
- Porque soy una tonta impulsiva – respondí y la oí reírse mientras negaba y me sentí completa, aquí era donde debía estar –
- Ambas fuimos tontas – volteó a verme y yo volteé a verla –
- ¿Me perdonas? – pregunté frente a ella –
- ¿Vamos a otro lado? – me preguntó con voz ronca y miré a todos lados –
- En cinco minutos en el jardín trasero – me volteé y volví la mirada a ella – te amo – susurré y vi sus ojos brillar –
- Te amo – me dijo moviendo los labios y sonreí –

Fui por una copa y la vi salir al jardín agarré otra copa y fui hasta el jardín donde nos encontraríamos, estaba nerviosa, pero emocionada, volvería a besarla, lo sentía y eso me hacía muy feliz, me di cuenta que nada es igual sin ella, ni mi sonrisa, ni mis miradas, ni mi voz, me di cuenta que le pertenezco, que nos pertenecemos y no quiero ser más idiota y seguir lastimándola, no es justo, no lo merece.

Traición Where stories live. Discover now