VII. Azules como el mar.

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Fernanda

Una semana ha pasado desde aquel beso, no contesto sus llamadas, ni sus mensajes y agradezco que Josh no tenga nada que celebrar. En dos días son mis 46 años y eso me deprime más que emocionarme, aunque Josh y los chicos están muy emocionado, están pensando en un viaje sólo los cuatro y ese plan me gusta mucho, quizá es lo que necesito para sacarme de la cabeza a Carlota y ese beso.

-¡Listo por hoy señora Antonia! Y recuerde hablar con Marta para la próxima cita - le dije sonriendo a mi paciente -
- Gracias doctora - sonreí y asentí para cerrar la puerta detrás de ella -

Tocaron la puerta y fui a abrir pensando que quizá se le olvidó algo a la señora Antonia, me di la vuelta rápidamente para buscar unos papeles de la consulta, sin embargo, el silencio me dio curiosidad y me di la vuelta para verla mirar mi trasero, carraspeo nerviosa y alza la mirada mientras sonríe de lado.

-¿Qué haces aquí? - me apoyé del escritorio y me crucé de brazos -
- Vengo a verte obvio - rodó los ojos y alcé una ceja -
- Vaya que sorpresa - dije irónica -
- Me rindo - suspiró y bajo los hombros derrotada - No puedo dejar de pensarte ¿vale? Casi pierdo un caso por tenerte en mente, me estoy volviendo loca Fernanda - su voz se entrecortaba y me estaba dando un fuerte dolor en el pecho verla así - No sé qué hacer, ni cómo hacer, ser besada por Emiliano se ha vuelto una tortura ¿sabes? Quizás tú sigas tu vida normal pero yo no puedo - bajó la mirada y yo me quedé mirándola fijamente -
- No sigo mi vida normal, Josh y los chicos quieren hacer un viaje sólo nosotros cuatro y creo que es el mejor momento para alejarnos y sacarnos de la mente de ambas - alzó la mirada y una lágrima recorrió su mejilla - Carlota creo que es lo mejor para ambas - susurré -
- ¿Para ambas o sólo para ti? - preguntó molesta y aunque la entendía no quería un show -
- Carlota - susurré y me interrumpió -
- Esta bien señora de Toy si así lo deseas, no te molestare más comadre - esta última palabra la dijo con ironía y eso me dolió - ¿sabes algo? - negué - sí, tengo miedo, sin embargo, venía aquí para robarte un maldito beso Fernanda - dijo entrecortada - mejor me voy
- Carlota - la vi partir y un nudo se hizo en mi garganta -

Maldición ¿Qué me has hecho Carlota Oliveros? No puedo sólo seguir adelante, aunque lo intente no puedo, quería llorar, así que agarré mi cartera y salí del consultorio, me despedí de Marta y fui al único lugar donde podía estar en paz. Unos cuarenta minutos después llegué y deje la cartera en el living, toda la casa estaba en silencio, significaba que no había nadie, lo cual agradecí así que fui hasta mi habitación, me cambié rápidamente y fui a pintar, al llegar me puse la bata blanca de siempre y agarré colores al azar.



Sé me paso la hora en un parpadeo, cuando vi eran las 7 de la tarde, dejé el pincel para levantarme y ver lo que había pintado, eran unos ojos azules tan azules como el mar, como el cielo y eso me dio un dolor en el pecho como temprano, sus palabras las llevaba en mi memoria como fuego ardiente, Carlota es importante para mí, es mi comadre, la esposa del mejor amigo de mi esposo, la mamá de los amigos de mis hijos, sus hijos son mis ahijados, no puedo sólo botar todo por la ventana y dejarme llevar quizá por ¿una lujuria? Simplemente no puedo, así ella me odie, que es lo más seguro.

Me quité la bata y salí del cuarto de pintura, bajé hasta la cocina y vi a mi hijo comerse un sándwich, estaba pérdido en sus pensamientos así que decidí no molestarlo, empecé a hacer la cena y notó mi presencia al rato, haciéndome reír.

-¿Cuánto llevas aquí? - me preguntó dándose la vuelta y me reí haciéndolo sonreír -
- Un rato pequeño, pero estabas tan hundido en tus pensamientos que me dio cosita molestarte - asintió y suspiró - ¿Qué sucede hijo? - pregunté preocupada y negó -
- Nada madre - me dio un beso en la mejilla y fue escalera arriba -

Suspiré y me apoyé en el fregadero, ¿Qué le habrá pasado a mi pequeño? ¿Cuándo creció tanto? Este es el tipo de cosas que debo pensar ¿antes de...? No puedo sólo dejar todo tirado por quizá ¿un acoston y ya? Me di la vuelta y lave mis manos para comenzar a hacer la cena. A las 8:30 de la noche llegó mi esposo, me alegraba que cada día llegará más y más feliz por lo que hace, eso me llena de alegría.

-¡Está lista la cena! - grité y a los segundos vi a mi esposo sonriendo aparecer en el comedor -
- ¿Te dije que eres la esposa más hermosa? - negué, se acercó a mí y me pegó a él enredando sus brazos a mis caderas - Eres la mujer más hermosa del universo - me dijo serio mientras acariciaba mi mejilla -
- Te amo - susurré y enrede mis brazos a su cuello para atraerlo a mi y besarlo -

¿El problema? Al separarme de él, la vi a ella y me alejé de golpe, lo cual alertó a mi marido y me preguntó si estaba bien, asentí aturdida y tragué saliva, gracias al universo aparecieron Adrián y Sara para sentarnos a cenar, cada quién habló de su día, menos yo, quién estaba pérdida en mis infinitos pensamientos, Josh más de una vez me preguntó si estaba bien y le dije que sí, que buena mentirosa me he vuelto.

Una hora después terminamos de cenar, Adrián me ayudó a lavar los platos mientras Sara se fue a su habitación y Josh a la biblioteca a trabajar. Luego de terminar Adrián se despidió de mí y se fue a su habitación, yo decidí irme a dormir, estaba agotada mentalmente y había sido un día horrible para mí, mañana es un nuevo día para sonreír. Me eché una ducha y salí para ponerme una pijama, revisé mi celular y aunque tenía muchos mensajes ninguno era de ella, entré a su perfil de WhatsApp y vi que cambio la imagen, era ella de perfil en contra del sol, alrededor de girasoles, se veía preciosa.

No sé si hice bien alejándola de mí, quizá podíamos llegar lejos, pero también sé que eso es malo, muy malo, por nuestros matrimonios, nuestras familias y una de las dos debe marcar distancia, quizá no lo hablamos de la mejor manera y escapar no es lo mejor, pero estaremos bien, volveremos a ser las esposas de Josh y Emiliano y volveremos a ser las mismas comadres de siempre, quiero pensar que será así, me aterra todo esto y sé que a ella también pero no puede ser, esto no puede pasar, me acosté y aunque daba muchas vueltas, me quedé profundamente dormida.

Traición Where stories live. Discover now